Estoy empezando a escribir esto sin saber tan siquiera si lo voy a publicar o si voy a tardar días en presionar ese botón. Sé que está todo en mi cabeza y sé que lo quiero decir, pero no sé muy bien cómo. Puede que me aturulle y no consiga expresarme o puede que poco a poco lo consiga aunque nadie lo vaya a leer. Pero aquí estamos.
La cuestión es que llevo un tiempo ausente. Y, aunque haya publicado alguna cosilla aquí y allá, lo cierto es que he estado ausente del todo, sobre todo mentalmente. En esta entrada quería explicar por qué. No porque sienta que le deba explicaciones a nadie (de hecho tengo dudas de que alguien lo vaya a leer), sino para mí misma. En parte para desahogarme y en parte para animarme a construir un nuevo punto de inflexión.
Es difícil comenzar a escribir esto porque llevo varios párrafos diferentes escritos y eliminados con anterioridad. Tecleo algo y al momento me arrepiento porque siento que se va a malinterpretar. También porque me voy sin quererlo a otros asuntos que no tienen cabida en este momento.
Empezaré yendo al grano: he estado en un lugar un poco oscuro.
Odio la oscuridad. De pequeña solo le tenía pánico a una cosa y era a la oscuridad. No podía dormir si no era con uno de esos famosos Gusiluz que triunfaban en los 90. No podía ver películas que me generaran pesadillas si no quería obsesionarme con cada pequeña sombra y cada ruidito de la casa.
Pero no hablo de esa oscuridad, como supongo que ya habréis notado. Sin embargo, es una buena metáfora, porque en esta pequeña oscuridad tampoco puedo hacer cosas y una de esas cosas es publicar en el blog. Todo va unido y espero que tras esta entrada tan personal entendáis un poco por qué.
Los tiempos cambian y yo he crecido. Creé este rincón de Internet originalmente en el año 2010, con 17 añitos y muchas ganas de hacer prosa con desgracias propias y ajenas. En aquella época triunfaban los blogs de textos adolescentes con fotos de estilo Tumblr. Años más tarde, en 2014, recién graduada y con 21 años, lo transformé en un blog de lifestyle preppy y le dediqué casi una década de mi tiempo.
Yo no viví el esplendor de las blogueras de moda. Cuando empecé a bloguear en serio los blogs ya estaban muertos y lo que triunfaba era YouTube. Instagram estaba despuntando y pronto blogs y redes comenzaron a ir de la mano, siendo imposible separarse. La principal actividad se hacía en el blog y te apoyabas en insta y FB para la promoción y la conexión con otros bloggers. Me gustaba esa etapa porque lo que a mí me encanta es escribir y tener ese momento frente a mi teclado rodeada de mis plantitas y con una jarrita de agua con hielo.
Poco a poco eso cambió hasta que el blog murió definitivamente. RIP, my friend *se santigua*. Y ya solo quedó IG. No hubiese estado mal si no fuera porque IG también ha cambiado. Pasamos de las fotos amateur de baja calidad a las fotos profesionales, de ahí a actualizar diariamente con stories y después a los reels. Todo eso con un indeseado cambio en el paradigma que conlleva otras reglas del juego: otro algoritmo, otro contenido, otros tiempos, otros hashtags, otra actitud...
Podríamos decir que el liderazgo de Tiktok lo ha cambiado todo. Y se podría hacer todo un estudio sociológico al respecto.
¿Y todo esto por qué os lo cuento si ya lo sabéis? Pues porque es una de las razones de mi ausencia. Mi falta de conexión con el nuevo paradigma social.
Por mi forma de ser, no termino de conectar con esta forma de crear contenido. Me encanta mi blog y lo sigo llevando por hobby a pesar de su falta de popularidad (no del mío concretamente, sino del formato en general); también me encanta hacer fotos y editarlas, que es por lo que no me molestaba el formato de IG y no me hubiera importado que hubiese seguido siendo así. Pero no me siento cómoda ni con stories ni con reels. Y mucho menos en Tiktok.
Los vídeos no son lo mío. Los hago, pero no me entusiasman. Me considero fotogénica, pero no videogénica. Ugggh... Y ver que te esfuerzas creando contenido fotográfico que literalmente no llega es muy frustrante. Da mucha rabia esforzarte en buscar una localización bonita, crear un outfit precioso, editar, etc, para que IG no te dé ninguna relevancia y que encima los usuarios ya no estén interesados en fotos y ni lo vean.
Cuando creas algo por hobby no necesitas recibir grandes cifras, es cierto. De hecho, yo desactivé los 'me gusta' de IG para evitarme el sufrimiento de medir ese amor ajeno y dedicarme simplemente a compartir aquello que me inspira sin buscar nada a cambio. Pero la comparación es inevitable y afecta psicológicamente. Pasar de -me invento las cifras- 200 likes a 100 de media, y eso el día que mejor te va, lo notas.
Y entonces es cuando sucede. Cuando caes al vacío.
Sientes que te estás esforzando para nada. Y al mismo tiempo tus ganas por dedicarle tiempo a ese hobby se van esfumando lentamente. Algo que te apetecía te empieza a dar igual. Comienzas dedicándole menos tiempo hasta que un día ni siquiera te apetece. Es más, es justo lo contrario. Como te pongan una cámara delante te da algo. Lo pospones, lo pospones, lo pospones... Hasta que te percatas de que lo has pospuesto durante un mes. What?
¿Qué ha pasado con el contenido que tanto te inspiraba? ¿Dónde está? En tus redes solo hay ego y un desfile incesante de todo lo que no tienes. Pepita se ha comprado una casa preciosísima y no deja de hablar de ello. Juanita se va a casar y te va a poner un reportaje del proceso de su boda 24/7 porque su boda es como ninguna otra que hayas visto antes. Manolita va a ser madre y vais a elegir juntos vía stories hasta la Maxicosi. Fulanita está obsesionada con su nuevo cachorrito que, evidentemente, es el más bonito de Internet, que ha preguntado en una encuesta y todo. Y Mari Pepi tiene el mejor trabajo del mundo del cual nos está hablando siempre.
Básicamente este es el resumen de mi TL. Porque no hay una Fulanita ni una Manolita. Hay cientos. A. La. Vez. Y, ojo, no tiene nada de malo para esas personas, la cosa no va de ellas. Ojalá sean muy felices. ¿Pero dónde encajo yo en todo esto? Eso es lo que me he preguntado en los últimos meses. Estancada en el mismo punto de mi vida por diferentes razones que escapan a mi control, de repente me veo en mitad de un IG con el que no conecto, donde ya no encuentro el contenido que antes me gustaba, en el que no consigo la misma relevancia que antes tenía y con un recordatorio constante de que estoy en un lugar donde no quiero estar.
No os voy a engañar, se me quitaron las ganas de publicar. Sentía que no tenía nada importante que compartir y a la vez sentía la imperiosa necesidad de salir huyendo de ese agujero de falsas esperanzas y grandes egos.
Debo decir, además, que en este tiempo he estado reflexionando mucho acerca de la salud mental y las redes sociales. Y es que se habla mucho de la defensa de la salud mental, pero pocos piensan realmente cómo afecta a los demás su contenido y qué razón hay detrás de publicarlo. He estado mirando mi propio perfil desde fuera y me he dado cuenta de que los demás deben tener una idea muy equivocada de mí y de mi vida porque apenas cuento cómo es mi vida realmente.
En fin. Que todo eso pasaba por mi mente. Los días pasaban y yo no quería publicar ni quería hacer fotos. Y me dejé. Así de simple.
¿Y ahora? Pues la cosa es que el otro día estaba aburrida tirada en el sofá preguntándome en qué podía yo emplear mi tiempo libre estival y caí en la cuenta de que no me estaba haciendo ningún favor a mí misma. No me puedo dejar de esa manera. Este blog es mi hobby y me ha mantenido a flote durante años. Incluso en momentos muy tristes y duros he tenido una razón para sonreír y hacer planes. Me siento un poco vacía sin ello, en cierto modo.
Me da igual no publicar con la asiduidad con la que lo hacía antes, pero sí hacer alguna cosa de vez en cuando. Aunque sea solo por el hecho de seguir intentando buscar cosas bonitas e inspiradoras en mi día a día. ¡Y que le den a lo demás! Y si no me lee nadie que no me lea.
Quiero que esta entrada, además de un desahogo, sea un nuevo comienzo para mí. Un punto de inflexión. Sé que ya no va a ser lo mismo porque todo eso que tuve ya se ha perdido, pero algo queda mientras me divierta creando contenido del que me inspira. Si me queréis acompañar, sois bienvenidos.
Y... Básicamente eso era todo.