Revista Bares y Restaurantes
Restaurante Bergamonte, Puebla de Farnals (Valencia)
Situado a pocos metros de la entrada de la población Valenciana de La Pobla de Farnals Playa, en la Avenida del Mar, 13 y que por motivo de trabajo fui a comer el Lunes 5 de Septiembre 2016.
Situado en un club de tenis, con piscinas y pistas de padel, pero que únicamente puede se utilizadas por los socios o pagando una entrada ligeramente abusiva. Aunque para entrar al restaurante no hace falta pasar por la taquilla. El restaurante se encuentra en una barraca valenciana, habilitada y decorada con muy buen gusto, recordando esa Valencia más rural y rústica.
Primero decir que este local presume de tener pescados frescos y una carta con materia prima de primer nivel, por lo que no recomiendo ir un lunes, ya que no tienen casi nada disponible, e incluso todavía más, si el lunes en cuestión precede a un fin de semana con mucho movimiento, tal y como a mi me pasó en este caso. Después de salivar descubriendo su extensa carta y decepcionarme después de pedir, la camarera nos prestó su ayuda para intentar confeccionar un menú a gusto de todos. En primer lugar, croquetas rellenas de setas y jamón, textura exterior muy crujiente, delicada y fina, combinó con su interior cremoso y muy sabroso.
A continuación foie gras de pato a la plancha con una lámina crujiente de queso y hierbas aromáticas, acompañado de una muy interesante mermelada de pimientos, todo ello adornado con fresas, kiwi y naranja. Un plato que nunca falla y que esta vez mostró un color poco usual, del cual muchos deberían tomar nota para recrear con esta fantasía, un plato que cada vez produce mas tristeza pedir en muchos lugares, ya que poca gente busca este toque de color tan atractivo.
Después mi sorpresa fue con el pulpo a la gallega, aderezado con pimentón de la vera, aceite de oliva virgen extra y sal gorda, aunque la nota de diferenciación fue que este pulpo descansaba sobre un fino fondo de puré de patata, que complementó tanto en sabor como en textura, con el pulpo.
Finalmente, el último plato fue un risoto de boletus con ternera en salsa. Un plato correcto, sin sorpresas ni sobresaltos, aunque lo único bueno es que estaba recién hecho, pero que por lo demás no puedo decir mucho mas, salvo que al igual que el foie, la nota de decoración fue una fina peineta de queso mozzarella con orégano, tal vez casualidad usar ese mismo elemento decorativo, en esos dos platos. Para terminar, pedimos un poco de fruta de temporada al centro para compartir y un café, para de este modo poner fin a la comida.
A favor de este restaurante, quiero señalar su servicio y su contexto en el cual podemos saborear de unos muy buenos platos tradicionales de la cocina Valenciana, aunque me he quedado con esa espina clavada de no haber podido comer aquello que me hubiese gustado.
Otro día planificaré mejor mi visita e intentaré tomar un buen arroz o un pescado fresco, ya que su buena fama le viene por lo bien que los elaboran.