Revista Bares y Restaurantes
Restaurante Club Náutico Moraira (Alicante), situado en pleno corazón de su muy coqueto puerto deportivo, en el que pude venir a comer en familia el domingo 1 de Abril 2018, y juntarnos con mi buen amigo Sammy Soriano de Oakmaster "Oak Infusion patented closures" entre los muchos proyectos, que a día de hoy lleva entre manos.
El local de aspecto moderno, elegante y bien decorado, no descuida para nada los detalles por muy pequeños que parezcan. El ambiente transmite una imagen agradable, marinera y sobre todo muy mediterránea. Es obvio entender que todo lo que aquí acontece, está estrechamente ligado al mar y ciertamente no nos equivocamos, ya que además a escasos metros de nuestra mesa ya podíamos ver los barcos amarrados, los pantalanes y el mar. Todo lo que aquí nos rodea, es ideal para seguidamente dar ese paseo de sobremesa y rebajar la comida en un contexto marítimo inmejorable. El local es amplio, cómodo y accesible, el servicio es bastante rápido y profesional, y la cocina está a la altura de altas expectativas. Una de sus especialidades son los arroces, pero este día vinimos con otra idea en la cabeza, ya que también disponen de pescados muy frescos y unas carnes curadas, de mucha calidad.
Para ir abriendo boca y poder acompañar los primeros sorbos de nuestra cerveza, pedimos unos Calamares a la romana tremendamente crujientes. Tal vez de presentación mejorable, pero tampoco pretendíamos mucho mas, ya que debo reconocer que tanto por su textura, como por su sabor, coincidimos todos de manera positiva.
Ya terminada la cerveza tocó el turno de elegir el vino, la carta estaba bien elaborada, con buena representación de vinos valencianos, pero también grandes vinos de las principales denominaciones de origen de España en general. Se optó por tomar de una manera muy acertada, Finca La Colina de Bodegas Vinos Sanz, elaborado 100% con uvas Sauvignon Blanc cosecha 2017, procedentes de viñedos viejos, fermentado en barrica de roble francés y elaborado bajo el sello de calidad de la D.O. Rueda. En nariz se mostró muy expresivo, con imponentes notas florales, afrutadas, herbáceas y especiadas, con una madera noble, muy bien integrada. En boca, vino soberbio, muy estructurado, graso y largo. Señalar que este vino blanco, para nada se quedó corto para acompañar la carne, aunque tal vez un tinto hubiese maridado mejor, señalo de forma positiva el tratamiento por haber gratamente conjugado este vino, con la ternera.
El plato principal, fuertemente recomendado por el camarero, fue un Solomillo de ternera gallega, con 30 días de curación en cámara, servida sobre una plancha caliente para terminar de buscarle al gusto, el punto de cocción óptimo... Tal vez eché en falta que la citada plancha estuviese algo más caliente, pero tampoco quiero perder demasiado tiempo con ese insignificante detalle. La textura fabulosa, consiguiendo una sensación ligeramente tostada/ crujiente por fuera, y contrastando con una importante sensación jugosa y casi cremosa, de su interior. Además, de su sabor destacar ese matiz de madurez que llegaba a recordar en cada bocado, un simil al que tal vez se pueda asemejar en retronasal, a las percepciones que se aprecian al comer jamón serrano curado.
Para termina esta estupenda comida, no nos podíamos marchar sin antes probar ese famoso postre, del que tanto nos había hablaba la gente durante nuestra estancia en el restaurante, y claro siendo algo tan recomendado como especial, no pudimos resistirnos a tomar el "Sabayón", y vaya acierto que tuvimos. Esta crema de origen italiano elaborada a base de yemas de huevo y con un toque de licor, acompañada con frutas y una galleta de clara de huevo, fue una delicia de principio a fin. En general, una experiencia muy grata, buena comida y buen servicio... espero pronto a este lugar, y entonces también probar sus arroces, los cuales al verlos en las mesas de al lado, daban ganas de levantarse a probarlos.