Restaurante el Mirador, Alcalá del Júcar (Albacete)
Hermoso lugar situado en una pedanía llamada "Las Heras", a escasos kilómetros de esta pintoresca localidad manchega (Manchuela para ser más exactos). Cuenta con un alargado comedor en la ladera de la montaña, con un imponente mirador con vistas al río Júcar, al pueblo, a su castillo y a todo sur bellísimo entorno, y en el que disfruté el Martes 25 de Abril 2023 de su afamada gastronomía.
La decoración, el servicio y la comida son de alto nivel, la terraza es muy acogedora y su carta ofrece una extensa variedad de productos típicos manchegos, con un toque artístico y de una moderna fusión, que su equipo de cocina domina a la perfección. Su carta de vinos es muy mejorable, ya que los de Rioja y Ribera del Duero que ofrecen son de poco interés, y la selección de vinos de la región es pobre y poco acertada. Además los camareros pese a ser muy amables y serviciales, no son buenos conocedores de los vinos que tienen en carta. Tampoco tienen demasiadas nociones de como mantenerlo, ni de como servirlo correctamente. Mucho ojo con este detalle! Ya que en mi caso, pedimos vino por copas y las botellas estaban fuera de las neveras, sin tapón (tal vez por querer facilitar el trabajo al servicio) y antes de servir no daban a probar antes el vino... y lo peor, los vinos estaban evolucionados y con marcados aromas de oxidación. Un importante detalle que debe ser mejorado.
El primer entrante fue una deliciosa Sardina ahumada en hojaldre invertido, sobre dulce de pimientos de piquillo y queso parmesano. Textura de la base crujiente, muy llamativo el rico contraste entre el dulce y salado de los ingredientes utilizados. Bocado exquisito.
Seguidamente, nos trajeron unas deliciosas, crujientes y cremosas croquetas caseras de cordero, cebolla caramelizada y miel, (de las cuales olvidé tomar foto) y huevos rotos trufados con jamón ibérico. Un plato que nunca defrauda. Sabroso y consistente.
El plato principal, también para compartir, chuletas de cordero manchego a la brasa, acompañadas con las omnipresentes y todopoderosas patatas fritas. Una buena materia prima con un método de elaboración que nunca falla. Aunque también me fijé en los chuletones trinchados que otras mesas pidieron, y para la próxima vez esa alternativa ha ganado muchos enteros.
El lugar es mágico, me imagino por la noche sus vistas con todo el pueblo iluminado, pero por el día tampoco desmerece para nada el entorno. Este restaurante es un imprescindible de la región y aconsejamos reservar antes, ya que suele estar siempre lleno tanto de Martes a Viernes como los fines de semana. (Lunes cerrado excepto festivos).