Revista Bares y Restaurantes
Restaurante La Charnière, en Béziers (Francia)
Local situado en el número 22 de la plaza Jean Jaures, 34500 Béziers, en el que fui a cenar el Domingo 18 de Enero 2015, aprovechando mi estancia en esta coqueta ciudad de 70.000 habitantes, situada al sur de Francia, entre las ciudades de Perpignan y Montpellier.
En Beziers, al igual que en toda esta región francesa del Languedoc, el espíritu del rugby se pueda respirar en cada esquina, este deporte se convierte en pura pasión, desplazando en un segundo lugar al fútbol como deporte rey, y por supuesto si sumamos ese factor cuando entramos a La Charnière, debemos saber que su proprietario británico, John Howard "Johnny" es un jovencísimo y muy simpático exjugador de Rugby a nivel profesional que militó por último, antes de retirarse, en las filas del equipo local Béziers - ASBH, de la máxima categoría del rugby nacional, quien junto a su mujer y a un excompañero de equipo, decidieron abrir a primeros de 2014, este restaurante de ambiente británico, el caul a su vez, por supuesto se puede también considerar como "gastropub".
La Charnière, es sin duda un lugar imprescindible que no podemos dejar de visitar, bien para tomar una tradicional pinta de cerveza, como para disfrutar de la retransmisión de algún encuentro de rugby o de fútbol en su pantalla gigante o en alguna de sus numerosas televisiones que tiene repartidas. Resulta un local muy acogedor, limpio, amplio, decorado con numerosas camisetas de Rugby en las paredes, grifos de cerveza inglesa, elaboración de hamburguesas caseras, excelentes filetes de carne de caballo, buena carta de vinos de la región y todo ofertado a un precio muy asequible para todos los bolsillos.
Por si fuera poco además de todo lo descrito, bajando unas pocas escaleras, este lugar dispone de una sala en el entresuelo llamada "El Tunel de la Charnière" decorada simbólicamente a modo de un pasillo que finalmente desembocaría al terreno de juego... Un lugar muy acogedor, con un ambiente familiar, un espíritu sano, deportivo y con mucho "fair-play", ideal para venir a celebrar el tercer tiempo. Para aquellos que no sepáis de que se trata el tercer tiempo, consiste en que al finalizar el partido de rugby, la costumbre dice que los jugadores de ambos equipos van juntos a tomar unas cervezas, para simbolizar que la "batalla" se ha quedado en el campo y que después del partido vuelve a reinar la cordialidad, la amistad y todos los valores de caballerosidad que acompaña desde siempre este deporte de enorme contacto y que tanta locura desata en Francia (Incluso más que el fútbol).
Nada más tomar asiento, fuimos amablemente atendidos... y a la espera de obtener la carta, para abrir boca pudimos saborear unas mini- hamburguesas caseras, sabrosas, jugosas, confeccionadas con pan natural de panadería y acompañadas con unos muy tostados gajos de patatas fritas a la Inglesa, digo a la "Inglesa" ya que las patatas estaban sin pelar, del mimo modo que las podemos encontrar en los tan famosos "Fish & Ships" del Reino Unido.
A los pocos minutos, nos fueros traídas tanto la carta de vinos, como la "pizarra" en la cual venían escritas las sugerencias del día. Un detalle a citar y es, que al ir un Domingo por la noche, la variedad quedó muy limitada debido a la gran afluencia de comensales que recibe habitualmente este lugar especialmente los sábados. Pero pese a todo, para nada nos pudimos quejar ni de la variedad, ni de la calidad de lo ofrecido.
La primera elección fue el entrante, un plato compuesto por cremoso queso de cabra artesanal, sobre unas crujientes cortadas de pan tradicional, acompañado con lechuga, tomate triturado, champiñones y una muy sabrosa cebolla caramelizada. Un conjunto muy apetitoso que nos permitió poco a poco ir adentrándonos en materia.
Seguidamente, el plato principal fue un excelente filete de carne de caballo. "Johnny" nos recomendó tomar especialmente unos cortes procedentes de la parte interna del muslo, la cual durante la compra de esa misma mañana, nos explicó que él mismo personalmente, se encargó de seleccionarlo en su proveedor habitual, ya que no es una parte muy corriente, pero que a su vez reconoce que posiblemente sea una de las mejores. Y claro, con tanto detalle y tanta sabia explicación, pues al final nos convenció sin mucha dificultad.
Y así fue, presentado sobre un imponente plato de madera, llegó ese delicioso trozo de carne, del cual tengo que reconocer que tantos halagos y tantas recomendaciones, se quedaban cortas para describir su delicada textura y su persistente, a la vez que muy agradable, sabor. También quiero citar que la copiosa guarnición, puso el broche a tremenda cena, aros rebozados de cebolla, ensalada con tomates cherry, champiñones a la plancha y las "omnipresentes y todopoderosas" patatas fritas que tan difícil resulta evitar en la amplia mayoría de restaurante en Europa.
El vino elegido para toda cena fue un tinto llamado "Lo Sang de Papeto", afrutado con muy pocos meses de barrica (seguramente entre 3 y 5) con una graduación de 13,5%, con no demasiada potencia en nariz, pero con nutridos aromas tanto frutales como especiados. Este vino expresó su facilidad para ser tomado, dispuso de buena frescura, gran equilibrio, delicadeza, peso en boca corto y taninos muy suaves de persistencia muy corta. Este vino maridó de manera excelente con ambos platos. Producto local, elaborado bajo el sello de calidad de la AOP Languedoc, por bodegas "8&9 Quinze" y que sabiamente me guardé el último trago que quedaba en mi copa, para poner el broche final a esta experiencia gastronómica.
Sinceramente y debido a la distancia que me separa de esta ciudad, desconozco si tendré la oportunidad de algún día volver a disfrutar de los encantos de este "Gastropub", pero por todos los detalles previamente citados, tengo total certeza que lo recordaré siempre con mucho cariño. La Charnière, un lugar con encanto, para no dejar escapar.