Restaurante Sèsam Negre (Mataró)

Restaurante Sesam Negre

Lo oriental está de moda, por lo que es fácil encontrar multitud de restaurantes de este tipo. Claro que, si hablamos de calidad u originalidad, va a ser más complicado conseguir encontrar la “aguja en el pajar”.

El restaurante Sèsam Negre pretende fusionar la cocina mediterranea con la cocina japonesa, aunque desde luego apunta mucho más hacia esta última. Eso sí, no lo diríamos nunca si solo lo juzgamos por su decoración; al contrario de otros locales japoneses, este presenta una decoración totalmente occidentalizada, proveniente del restaurante que estaba antes situado en ese mismo lugar.

Y de localización no podrán quejarse, ya que está situado en el mismo centro de Mataró, en la parte baja de la Riera. Ofrecen diversos menús de mediodía y de noche, aunque nosotros tiramos directamente de la carta.

Vamos con las fotos y los comentarios de los platos.

Crema de puerros, marisco y frutos rojos: un aperitivo que nos pusieron mientras esperábamos el resto de platos. El toque ácido del fruto rojo combinaba muy bien con el resto de elementos.

Láminas de vieira a la plancha: regadas con una salsa de naranja y acompañadas de guacamole. Las vieiras presentan una textura muy adecuada, firme pero suave, con un ligero sabor a parrilla y compensando con un toque ligeramente picante del guacamole.

Tempura no mori: combinado de verduras y langostinos en tempura. Las verduras en su punto, con un rebozado crujiente pero un poco irregular.

Wafu steak: dados de angus con salsa ponzu. La carne estaba en su punto adecuado y la salsa le daba un toque ácido ideal.

Sushi no moriawase: combinado de sushi, con seis niguiris y ocho makis. El arroz bien preparado, no demasiado suelto, y el pescado de calidad. Me hubiera gustado algo más de variedad en los makis.

Tarta tatín: la clásica tarta de manzana acompañada con una bola de helado de sésamo. Me encantó la combinación con la piel de naranja ligeramente confitada.

Helado de chocolate tempurizado: tal cuál dice el nombre, una bola de helado de chocolate rebozada y frita. Ideal para los más glotones, aunque tal vez un poco excesiva para mi gusto.

La cuenta: sin café y con una botella de vino blanco Viña Cimbrón, un verdejo que acompañó perfectamente, costó 75 euros para dos personas. Muy razonable por la calidad de los platos y el buen servicio que nos ofrecieron.