Resumiendo 2020

RESUMIENDO 2020

mejores lecturas, reflexiones y propósitos para 2021

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 ¡Hola, hola, hola!

¡FELIZ AÑO NUEVO! Decir adiós a 2020 es, en parte, liberador. Porque sí, hemos tenido el año más raro del mundo. Hemos vivido - ¡y seguimos viviendo! - una pandemia que hace que las distopías huelan un poquito a realidad. Y da miedo. Joder, da mucho miedo. Pero seguimos adelante y eso… eso sí que no tiene precio.

 2020 ha sido, de lejos, mi peor año lector. Desde que empezó junio – hola, exámenes – entré en un bloqueo lector en el que fui de libro terrible en libro terrible y… estoy harta. Tanto que este año quiero establecer una serie de normas para mí misma y que, sí, voy a comentar con vosotras y vosotros.

 (1) Este año no acepto colaboraciones.Ni una. No quiero dramas por tonterías que, me vais a perdonar, me quitan salud mental. Así que, sintiéndolo mucho, cuelgo el cartel de cerrado. Tampoco entro el lecturas conjuntas. Mis excepciones serán en círculos de confianza, pero más allá de eso, he decidido que este año se acabaron los problemas por libros.

 (2) Voy a leer lo que me de la gana. Y lo voy a reseñar como me salga de las putas narices.Quiero ser muy clara aquí: no pienso callarme nada. Haters, os estoy esperando con los brazos abiertos – ah, ¿qué hay más bonito que poner a simios en su sitio?

 (3) El mayor cambio lo hago aquí y es que, este año, quiero leer únicamente un libro a la vez.Dos, a lo sumo. Quiero volver a sentir que el acto de leer me pertenece a mí y no al puto reloj.

 Así está el tema. Barremos 2020, pero primero vamos a hablar de los libros que me han encantado. Este año no voy a establecer un orden. Va a haber tres bloques temáticos, pero por lo demás quiero que quede claro que he adorado los 7 libros de los que voy a hablaros. ¿Preparadas, preparados? ¡Dentro mejores lecturas de 2020!

· LIBROS QUE DUELEN ·

 Qué sería de mí sin los libros que hacen que quiera arrancarme el corazón. Esos libros que hacen daño, que acuchillan y, pese a todo, necesitas seguir leyendo. Libros que encogen el estómago, que hacen que des gracias por tu vida, aunque la mayor parte del tiempo seamos una panda de malditas y malditos quejicas.

 De los tres que os presento, no sé cuál me ha dolido más. Porque Claus y Lucasfue un puñetazo en la boca del estómago, ese que hace que respires muy hondo con los ojos llenos de lágrimas, luchando porque el oxígeno se quede contigo. Y es que, en el libro, la guerra late en cada momento. Y allí están ellos, esos dos hermanos que llegan a casa de una mujer que nos los quiere, porque mamá se va y ya no queda nada por lo que luchar. No hasta que, un día, ellos se dan cuenta de que tiene que saberse todo. Y va a saberse, aunque Ágota Kristóf quiera contarnos un puñado de mentiras salpicadas de verdad.

 Pero hay más.

 En La chica, la guerra está dentro de cada persona. Ese grupo terrorista está al acecho y ella lo sabe. Lo sabe, porque un día ya no está en la seguridad del internado. Está siendo secuestrada. Vejada hasta lo imposible, deshauciada de sí misma. Despersonalizada, casi disociada. Porque Maryam se ahoga en la miseria. Cada día es una puta batalla más, una en la que cada segundo duele más que el anterior. Tal vez haya algo allá afuera, lejos de esos asesinos. O puede que, sencillamente, nunca lo sepa.

 Cerramos con Temporada de huracanes. Se huele la decadencia. Se palpa el odio. Vibra, palpita. La bruja ha muerto. La han matado. Y tal vez se sepa quién fue, pero primero vamos a masticar el odio, viendo lo que hacen de verdad las drogas, sintiendo cada página como una nueva manera de ahogarse. Porque, a veces, una prosa decadente hace que todo se oscurezca. Y Fernanda Melchor lo consigue. Te rompe. Te mata. Y luego, cuando no queda nada, te escupe el final en la cara. Para que te duela.

· LIBROS QUE CURAN ·

 Hay libros que hacen que una, uno, se sienta feliz, ¿verdad? Una prosa preciosa, una calle bonita, un momento robado. Tal vez queráis caminar por las calles rotas de secretos de esa Inglaterra victoriana. La que despierta con un nuevo cadáver en el río, ese que rescata el padre de Lizziey hace que todo estalle. Porque las historias, las de verdad, se susurran para que nadie las escuche y, pese a todo, las escuche todo el mundo. ¿Veis a Eugene? Se acerca. Porque ha pasado algo terrible y él, que en el fondo ni siquiera sabe qué espera de sí mismo, quiere verlo. Pero no ve la desgracia. La ve a Ella. A Ella que, joder, está rota y, pese a todo, parece demasiado entera. ¿Oís eso? Es su mundo haciéndose pedazos.

 Ámsterdam se presenta brillante, llena de ruido. Sophie está disfrutando de una cena maravillosa con Simon, el jodido amor de su vida. No sé cuántas veces habré dicho que el amor nunca es suficiente. No sé cuántas veces lo voy a repetir hasta que no me queden palabras. Pero Sophie, un día lo entiende. Porque allí está ella: hundiéndose, sintiendo que el puto mundo se abre bajo sus pies. Y se ahoga. Mierda, se está ahogando. Pero la caída no llega. Porque es fuerte y, aunque no lo sepa, el dolor pasará. Tal vez suene absurdo que diga que este libro “cura” cuando os estoy diciendo que hace daño pero, creedme, lo hace. Y es que el camino que recorre Sophie es precioso y alentador. Disfrutad del viaje, de la prosa y de la cadencia de la prosa de Kellen. No os puedo recomendar nada mejor.

· LIBROS QUE HACEN PENSAR ·

 Llevo años diciendo que odio la hipocresía. Y la odio. Joder, la odio muchísimo. Lo gracioso es que, cuando me encuentro con librazos como Hacia rutas salvajes, no puedo dejar de decirme a mí misma lo ridícula que es la idea de juzgar algo que no se entiende. Porque Chris McCandlesshizo lo que consideró correcto: librarse de todo. Incluso de sí mismo. Hay gente que se ahoga en su propia piel, que siente que se muere entre sus silencios; y eso es lo que le pasa a él: que no sabe quién cojones es. Y quiere luchar contra esa idea, contra ese fanatismo que hace que la vida sea una repetición, un puto ensayo perfecto que da paso a la obra final. Si queréis una historia real, en la que no quepan los prejuicios, tenéis que darle una oportunidad. Porque Krakauer hace un trabajo brillante, en esta obra. Una mezcla maravillosa que te demuestra que, muchas veces, no importa qué se espera de nosotras, de nosotros, sino qué queremos, qué queremos de verdad.

 Mi última lectura del año. Y cómo ha dolido. Lo gracioso es que, si pienso en La vida invisible de Addie LaRue,me digo a mí misma que es un trabajo brillante. Una obra en la que se nos recuerda lo efímero que es el tiempo y lo mucho que duele sentirse encerrada en la monotonía. Porque sí, para mí esta novela es la crónica de una huida que, sencillamente, hace mucho daño. Una carrera hacia adelante, luchando por encontrarse a una misma. No os hacéis una idea de cómo llegué a entender a Addie cuando creía que se ahogaba en su propia rutina. Porque ella sabe cómo será su vida. Lo sabe, joder, y no le gusta. No quiere ser la habitante número mil que hace lo que se espera de ella. Así que huye. De una forma casi bizarra, salpicada de una ironía afilada maravillosa. Pero huye. Chapó una y mil veces a Victoria Schwab por esta jodida maravilla.

¡Y hasta aquí los mejores libros del año!

Quiero que me contéis cositas.Qué os ha gustado más de 2020, qué habéis odiado más, qué cantidad de libros sin alma habéis leído y cuántos con ella.Quiero que me digáis si os habéis roto con alguna historia, si habéis sentido que os ahogáis leyendo.Si habéis, joder, creído que una novela puede ser un salvavidas.

Quiero historias bonitas.

Y os quiero a vosotras y vosotros, por estar al otro lado de la pantalla y leerme.

Siempre.

Carme.