Agrupo en esta entrada algunos escritos, que he elaborado a modo de flashes con lo vivido en mi ejercicio profesional en este año de pandemia. Un año en lo que nada volverá a ser igual. Tampoco mi ejercicio profesional.
Hace tiempo que tenía pendiente una entrada de este tipo. Lo vivido ha sido tan intenso que me hubiera gustado hacer una especie de diario con los sucesos vividos y las emociones y reflexiones asociadas. Pero no he tenido ni el tiempo ni el ánimo suficiente como para hacer algo exhaustivo, de modo que recojo algunas anécdotas e impresiones para plasmar al menos lo fundamental de mi experiencia.Y es que los meses de marzo, abril y mayo de 2020 han supuesto una inflexión importante en mi ejercicio profesional. Lo sucedido en aquellos meses, por lo dramático y estresante, y todo lo que ha venido después, un poco más tranquilo pero igualmente inquietante y perturbador, ha cambiado mi manera de entender el Trabajo Social y los Servicios Sociales.
Con la sensación de que todo aquello por lo que he luchado en mis años de desempeño laboral se ha diluido de manera irremediable, he tomado conciencia del lugar que ocupamos los Servicios Sociales y la Atención Primaria dentro de ellos.
Los últimos. Los que menos importamos. Los que sólo servimos para ser utilizados y tirados luego. El imprescindible cajón de la basura de una sociedad que tiene que gestionar sus miserias y contradicciones de algún modo.
Marzo 2020.
Hemos sido declarados esenciales. Significa, entre otras cosas, que todo el personal de nuestro Centro está movilizado y disponible para hacer cualquier tarea que requiera el Sistema de Servicios Sociales. Una residencia colapsa con alto grado de contagios entre ancianos y personal.
Hemos de proporcionar auxiliares. No encuentran y en el Servicio de Ayuda a Domicilio trabajan unas cuantas.
- ¿Nosotros? ¿A una residencia privada?
- Claro, forman parte del Sistema de Servicios Sociales.
- ¿Desde el Centro de Servicios Sociales?
- Sí, os corresponde por zona.
- ¿Y la atención especializada, y el Gobierno Autonómico?
- Estamos atendiendo otras prioridades.
De acuerdo. Es obligado. El Servicio de Ayuda a Domicilio puede reestructurarse para liberar algunas auxiliares. Con miedo, con los escasos medios de protección que entonces se podían encontrar, se hace.
Comienzan las llamadas. Sindicatos, partidos políticos…
- ¿Estáis seguros de lo que estáis haciendo?
- Claro, nos han instado a que nosotros solucionemos el problema y la norma está clara. ¿Cómo pretendíais si no que lo solucionáramos?
- No estáis respetando los derechos de las trabajadoras, ateneos a las consecuencias.
Abril de 2020.
Un sábado a las 9 de la noche. Confinado en casa intentando descansar y liberar mi mente tras una angustiosa semana de trabajo.
Llamada a mi teléfono particular de un cargo del sistema sanitario. ¿Cómo habrá conseguido mi teléfono? No importa. Recuerdo que nos obligaron a darlo al inicio de la pandemia.
- Tenemos un problema, me dice. Una residencia de ancianos de la zona de vuestro Centro de Servicios Sociales está superada por la situación.
- Ya, hacemos lo que podemos, le contesto. Hemos tenido que prestarles personal propio de nuestro Centro.
- Bien, pero ahora hay otro problema. Una remesa de mascarillas que hemos entregado al personal era defectuosa y probablemente haya que confinarlos a todos los que las hayan utilizado. La residencia se queda sin auxiliares ni personal para atender a los ancianos. Tenéis que solucionar el problema.
- Y ¿cómo lo hacemos? No hay ningún profesional más en la zona. No encontramos personal de enfermería ni auxiliares disponibles. ¿Movilizamos voluntarios que no sabemos ni si existen? ¿No sería conveniente trasladar a los ancianos a otro centro, o que personal de otros Centros apoyen este?
- No es posible. Os corresponde solucionarlo a vosotros.
Marzo 2020.
Comienzan a desbordarnos las llamadas de personas y familias que han perdido sus medios de subsistencia o a las que se complica el cuidado de sus familiares necesitados. Nos organizamos. Les atendemos. Es difícil valorar por teléfono. Han decretado el teletrabajo. Haremos turnos, el Centro tiene que seguir abierto. Hay mucho por coordinar, atender… ¿Y lo emocional? También, claro, hay que apoyar, animar, calmar, seguir…
Demandas extrañas.
- Hay familias no tienen internet ni tablets. ¿No podríais proporcionárselas vosotros para que sigan las clases? Al fin y al cabo son familias vuestras.
- ¿Nuestras? ¿No son de todos?
- Además, ¿no podríais venir a por los materiales y deberes al colegio, hacéis fotocopias y los repartís entre ellas? Así podrían seguir el curso mucho mejor. Es que los colegios están cerrados y los profesores teletrabajando.
- No podemos, a eso ha de responderse desde el sistema educativo.
- Pues reclamaremos a vuestros responsables. Pobres familias.
- ¿Cómo? ¿Qué la auxiliar de ayuda a domicilio está yendo al domicilio de ese dependiente que tiene Covid? Inmediatamente ha de ponerse en cuarentena.
- ¿Pero cómo va a ponerse en cuarentena? Acude al domicilio con la máxima protección disponible.
- Es el protocolo. Ya se lo hemos comunicado a la auxiliar.
- ¿Y dejamos al dependiente sin atender?
- ¿Por qué no estáis proporcionando mascarillas y gel a la población?
- ¿Desde Servicios Sociales?
- Claro, estamos en pandemia. Si no, ¿para qué estáis?
Abril 2020.
No se puede hacer todo desde casa. Comienzan a surgir conflictos familiares, la violencia estalla en algunos hogares. ¿Cómo atendemos las víctimas? ¿Por teléfono? Imposible. Mascarillas, guantes, pantallas… Visitas a domicilio, acompañamientos, entrevistas en el Centro, las que hagan falta. Tenemos miedo. Es nuestra responsabilidad.
Mayo 2020.
Cansados. La situación se va normalizando, dentro de la extraña situación. La desescalada del confinamiento se va acelerando. Evaluar, rehacer protocolos, prevenir nuevas olas… Mucho trabajo por hacer. Readaptar servicios. Seguir con la atención telefónica e ir incrementando con mucho cuidado la presencial. Consolidar lo puesto en marcha. Agradecer los escasos reconocimientos. Asumir los errores y enfadarnos con las críticas de quien ha visto los toros desde la barrera. Responder a las nuevas necesidades detectadas.
Septiembre 2020.
Hemos aprendido. Sabemos más que antes. Las cosas están más claras. Hemos visto quien ha puesto el interés individual frente al colectivo. Nosotros seguimos. Tenemos clara nuestra función y nuestro compromiso con los ciudadanos y dentro de ellos, los más vulnerables.
Diciembre 2020.
Ha pasado otra ola. Ha sido muy difícil, pero menos que al principio. Resistiendo las pérdidas de respeto de otros sistemas, trabajando para que asuman sus propias responsabilidades. Atenciones de urgencia que no se tendrían que haber generado si las hubiesen asumido. Oponernos a la función de recaderos que nos quieren imponer, sin olvidar nuestro primer compromiso con las necesidades de los ciudadanos.
Enero 2021.
Ambivalencia. Las cosas vuelven a estar mal. Readapta de nuevo servicios, atiende lo tuyo y lo del vecino, pero hay una luz al final del túnel. Comienzan a vacunarse las residencias. Nos tranquiliza. Hubo mucho dolor en la primavera pasada. Con suerte, no se producirán los problemas que hubo al principio.
Febrero 2021.
- ¿Y la Ayuda a Domicilio? ¿Por qué no se vacuna? Es irresponsable no hacerlo.
- Tranquilos, irán pronto.
- Vale. ¿Y el resto del personal de primera línea?. Cómo atendemos la violencia, la discapacidad, dependencia, los conflictos… Seguimos siendo esenciales y estamos asistiendo presencialmente situaciones muy difíciles.
- Silencio.
Marzo 2021.
Se están vacunando profesiones esenciales, incluso personal sin atención presencial de otros sistemas.
-¿Y nosotros?
-Silencio de nuevo.
Unsilencio que ensordece, que huele a desprecio, incomprensión. Un silencio que insulta y menosprecia. Nada nuevo. Es otra pérdida de respeto más, estamos acostumbrados. Seguiremos. Asumiremos nuestra responsabilidad, aunque tengamos miedo. Añadiremos la decepción al complejo emocional que soportamos en el trabajo y continuaremos.
Abril 2021.
Un año después del inicio de la pandemia. Trabajamos con los últimos, con los más vulnerables. Nos hemos dado de bruces con la realidad. También nosotros somos los últimos. Seguro que nos ayuda a situarnos mejor ante las situaciones que tenemos que atender, podremos aproximamos mejor a lo que sienten las personas que atendemos. Sentir que no importas.
***
Retazos desordenados de un año de pandemia. Un año en el que ha llovido sobre mojado. Un año en el que no he aprendido nada que no supiera, pero que me ayuda a ser más consciente de algunas cosas.
El Sistema ocupa el último lugar en la política social. No la última red de protección, pues los medios de que se dispone para hacer frente a las problemáticas que se nos derivan son ridículos.
- Es el último lugar en cuanto a responsabilidad. La última responsabilidad es nuestra, independientemente de lo que hayan hecho o dejado de hacer el resto de sistemas y de los medios de que dispongamos.
- Es el último lugar en cuanto a jerarquías. Cualquier otro sistema, y cualquier profesional de los mismos puede no ya demandar, sino exigir una determinada actuación por nuestra parte, hurtándonos cualquier valoración o diagnóstico que podamos realizar y pretendiendo que nos limitemos a ejecutar la decisión que ellos han tomado.
- Es el último lugar en cuanto a las problemáticas. Las problemáticas que tenemos que atender nos vienen definidas desde fuera, en muchas ocasiones en función de la cobertura de los déficits del resto de sistemas, que tienen así una magnifica excusa para seguir manteniendo dichos déficits sin enfrentar las consecuencias.
- Y es el último lugar en cuanto a prestigio.
Llevo, junto a muchos otros y otras, más de treinta años peleando por construir un Sistema de Servicios Sociales digno y eficaz para las problemáticas sociales que tenemos que atender. Y pretendiendo definir las mismas de una manera propia y funcional. Hasta ahora no lo hemos conseguido.
Tal vez sea una meta imposible. Pero aunque cada vez me cueste más, prefiero seguir pensando que lo importante siempre está en el camino.