Revista Cultura y Ocio

Retrato de un verdadero masón

Por Spartacus
Retrato de un verdadero masón
El masón verdadero y universal, ciudadano del mundo entero, no es extranjero en ningún país, sin el auxilio de la voz, habla y se hace entender, ve sin la ayuda de los ojos, se le reconoce por marcas infalibles, y aún más por sus virtudes. Hombre honesto, ejerce los preceptos de la humanidad entre todos y, de manera particular, con sus HH∴, con los que está ligado por un secreto inviolable.
Maestro de sí, libre sin licencia, alegre sin indecencia, sobre la ruina de las pasiones, eleva templos a la virtud.
Sostenido por la Fuerza, instruido por la Sabiduría, decorado por la Belleza, él solo puede glorificarse de poseer el gran arte de disfrutar de la vida sin abusar. Heredero de las costumbres y bondades de la edad dichosa en la que la loca ambición de la ciega fortuna no tenía altar en el corazón de los humanos, en la que no era grande más que la virtud, y sólo la paz y la satisfacción interior eran riqueza.
En fin, los masones componen, bajo las mismas leyes un incontable pueblo de hermanos dispersos por todas las partes del globo que saben respetar los derechos, las religiones y a los soberanos a los que la providencia les ha sometido.
Tal es el retrato de un verdadero Masón.

Citado por Irene Manguy en su libro Symbolique des grades de perfection et des ordres de sagesse, traducción de los cuadernos originales de la Muy Respetable Logia Maestra Escocesa de Edimburgo. Manuscrito de Bayreuth 7760-32, refiriendose al grado XIV del R. E. A.y A., Gran Escocés de la Bóveda Sagrada de Jacobo VI (Gran Elegido y Perfecto Masón)

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