En la historia de los videojuegos basados en películas hay grandes joyas, como Robocop o The Goonies, pero también enormes despropósitos, como Street Fighter: The Movie o ET. Muchas veces se achaca a la dificultad de llevar a un concepto jugable el desarrollo de la película.
En el caso que nos ocupa hoy tenían una licencia de éxito y varias plataformas en las que desarrollarlo, pero tal y como dicta la ley de Murphy, la cagaron hasta rellenar los calcetines.
Desde la ortopédica versión de Mega CD a la patética versión de Super Nintendo (la cual me compré hace dos semanas, no preguntéis) hasta llegar a la versión de PC que comentaremos hoy.
Tiene mucho mérito hace tres juegos basados en lo mismo, con mecánicas distintas y que en los tres casos salga un juego malo.
Hoy: Bram Stoker’s Dracula.
Bram Stoker's: Dracula / Psynogsis / PC
En 1992 se estrenó, con gran éxito, la película Bram Stroker’s: Dracula, ya considerada un clásico.Y como todas las películas de éxito, había que desarrollar un juego que estuviese a la altura, para lo cual se recurrió a uno de los estudios más famosos de la época: Psynogsis. Los de Liverpool (éstos, no los cantamañanas de flequillo recto) tenían a sus espaldas obras maestras como Shadow of The Beast, Lemmings, Barbarian o Prince of Persia 2.
¿Qué podía salir mal?
Todo.
De entrada se decidió que todas las consolas tuvieran una versión: NES, Game Boy, Game Gear, Master System, Super Nintendo, Megadrive y hasta Sega CD. Ah, y no olvidemos la de PC y Amiga. Y cada franja de plataformas tendría su juego distinto, de forma que en Amiga y compatibles sería un shooter y en el resto de consolas un plataformas; aunque, como es lógico, la versión de SNES es muy parecida a la de Megadrive pero no tiene nada que ver con la de NES.
Este batiburrillo de versiones no podría acabar bien, con tanto esfuerzo dispersado y, si bien la versión de PC nos pareció muy llamativa en la época, en parte gracias a la agresiva campaña publicitaria, basta jugar un rato para darse cuenta de los enormes problemas que tiene.
"Oh, que buena pinta: un FPS con mouse en 1993". Reality Check inbound.
El objetivo es común al resto de juegos licenciados: en el papel de Jonathan Harker debemos destruir al malvado Conde Dracula. Pero aquí no deberemos superar fases en el castillo, o en el carruaje, o en Inglaterra… Aquí nos limitamos a vagar por un cementerio sacralizando tumbas impías hasta que aparece Dracula.
En serio.
El juego consta de varios niveles, en los cuales habremos de limpiar las tumbas profanadas por Dracula, de las que no cesan de salir zombies y esqueletos. ¿Y cómo lo hacemos? A ostias.
Que sí, a ostias: llevamos una reserva de formas sagradas y cada vez que arrojemos una de ellas a una tumba, la purificaremos y destruiremos. Eso evitará que dejen de salir monstruos de las tumbas, porque ese es uno de los primeros fallos del juego.
Estamos ante un FPS de exploración, lo que conlleva que nos perdamos constantemente, sobre todo gracias a las texturas y escenarios más repetitivos de la historia, que hacen imposible el poder distinguir unas zonas de otras; pero lo que es más grave es que los monstruos no cesan de salir de las tumbas, lo que no sería un problema si no fuera porque nuestra única arma decente, la pistola, tiene la munición contada (y no intentéis enfrentaros a Dracula sin ir cargados como para una guerra). La otra arma del juego es un tristísimo cuchillo.
Enfrentarse a hordas de no-muertos con un abrecartas. Mala idea #1.
Pero eso no pasaría de ser una molestia, si el resto del juego acompañase.
El problema es que el control lastra al juego de forma considerable. No es ya que estemos ante un control de teclado más ratón primitivo, cosa absolutamente normal, y es que este juego salió tres meses antes que Doom. Es obvio que no tenga cosas como salto o strafe.
Pero lo que no es normal es que usemos el mismo botón para disparar que para recoger objetos. Y encima sea el derecho. Nos pasaremos el juego disparando a ítems que debiéramos estar recogiendo, simplemente porque el juego considera que no estamos lo bastante cerca como para poder…ehm… alcanzar esa poción curativa de un disparo, sí, eso.
A ostias y sin flores...
Y entre los ítems que estaremos acribillando se incluyen cosas como munición, llaves, comida, pociones, formas consagradas… con el agravante de que sólo podemos llevar un número limitado de objetos. Pero, de nuevo en una decisión que no tiene demasiado sentido, la munición no bastará con recogerla, sino que tendremos que trasladarla del inventario hasta un recuadro en la esquina superior-izquierda en la que pone “Ammo”. Muy intuitivo.
Otro punto en contra del juego es que todos los puzzles son iguales: llaves y cerraduras. Y no me entendáis mal, ese sistema funciona bien en FPS basados en el combate como Wolfenstein 3D o Blake Stone, pero no en un juego basado en la exploración del mapeado. Y es que ni palancas, ni spinners, ni nada visto en juegos de varios años antes, como pueda ser Bloodwych.
Así son todos los puzzles del juego: llave en cerradura.
Y así pasaremos el juego, si tenemos mucha paciencia. Eventualmente llegaremos al ataúd número 53 y lo purificaremos. En ese momento se nos aparecerá Dracula y libraremos un épico combate final. Bueno, en realidad no es tan épico, ya que nos limitaremos a dar vueltas alrededor suyo mientras disparamos una cantidad de balas desproporcionada (si nos quedamos sin ellas, mejor cargar la partida).
Y ojo que el juego no nos avisa, ya que lo obvio es pensar que tras sacralizar el último ataúd se abre una zona nueva donde peleamos con el vampiro. Pero no es así , y como hagamos aparecer a Dracula en un sitio estrecho, somos fiambres.
Tengo que decir que no había jugado a Bram Stoker’s: Dracula desde hace quince años, y en su momento no me pareció tan malo. Sí que chirriaba frente a otros juegos del mismo año (y no cuento a Doom), pero era “tragable”. Pero hay que reconocer que no, no lo era. Es uno de los peores juegos de Psygnosis, así de simple y claro: el control es malo y la mecánica de exploración es defectuosa.
Realmente no veo motivos para rejugarlo a día de hoy, salvo como arqueología del videojuego. Seguramente pueda gustarle a alguien muy fan de los shooters, aunque pertenece a esa caterva de FPS absolutamente mediocres que surgió a la estela de Wolfenstein 3D, como In Extremis o Corridor 7. Hay otros juegos del género mucho, pero mucho mejores editados en esos años que, incluso a día de hoy, son muy agradables y jugables.