Revista Cine
Retrospectiva: 100 años de Kon Ichikawa: Las Hermanas Makioka
Publicado el 21 julio 2015 por DiezmartinezDe la generación de cineastas japoneses debutantes después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el prolífico y versátil Kon Ichikawa (1915-2008) es el más difícil de clasificar. Recién graduado, Ichikawa empezó a trabajar en la industria fílmica nipona como animador y supervisor de cortometrajes animados en la J.O. Film Studios de Kyoto en 1933. Al finalizar la guerra, su primer largometraje, realizado para la casa Toho de Tokio, fue Musume Dojoji (1946), que había sido planeado como animación, pero terminó siendo hecho con muñecos.Durante las siguientes décadas, hasta su retiro, dos años antes de su muerte, Ichikawa pasó por todos los géneros habidos y por haber: comedias satíricas, melodramas familiares, filmes antibélicos, cine de samuráis, películas de detectives, documentales deportivos y de otra naturaleza -su filme Las Olimpidas de Tokio (1965) es considerado una de las obras maestras del cine olímpico, al nivel del clásico XI Olimpiada: Fiesta de las Naciones (Riefenstahl, 1938)- y hasta películas infantiles -en su filmografía aparece una cinta de Topo-Gigio.Tal vez esta enorme variedad en su obra y por su constante apelación a las fórmulas comerciales de su industria nacional, Ichikawa no fue nunca tan reconocido internacionalmente como su compañero de generación, Nagisa Oshima (1932-2013) quien, por cierto, decía que Ichikawa no era un gran cineasta sino, cuando mucho, un buen ilustrador. Ichikawa, por su parte, aceptaba de buen grado esta etiqueta: él había entrado al cine gracias a su admiración por Walt Disney.La Cineteca Nacional ha iniciado la Retrospectiva de Kon Ichikawa con una de sus películas tardías más celebradas dentro y fuera de Japón: Las Hermanas Makioka (Sasame-yuki, Japón, 1983), su largometraje número 68. Sobre la novela La Nieve Tenue (1947) de Jun'ichiro Tanizaki -considerada como una de las novelas japonesas claves de la segunda mitad del siglo XX-, he aquí la historia de las cuatro hermanas Makioka del título en la Osaka del inicio de la Segunda Guerra Mundial, de 1938 hasta 1941. Las hermana mayor, Tsuruko (Keiko Kishi), casada con el ejecutivo bancario Tatsuo (el futuro cineasta Juzo Itami, director del inolvidable ramen-western Tampopo/1985), vive en Osaka y es la guardiana de la herencia de la familia Makioka, muy venida a menos desde que el fallecido patriarca dejó los negocios en la ruina. La segunda hermana, Sachiko (Yoshiko Sakuma), casada con un empleado comercial Teinosuke (Kôji Ishizaka), vive en la ciudad cercana de Ashiya y en su casa viven sus dos hermanas menores, la silenciosa pero determinada Yukiko (Sayuri Yoshinaga) y la jovencita rebelde Taeko (Yûko Kotegawa), quien quiere recibir su dote para independizarse y levantar su propio negocio de fabricación de muñecas.El problema principal de una familia de tal abolengo como los Makioka es, por supuesto, conservar el prestigio en un Japón cambiante y contradictorio, que mira con admiración hacia Occidente, pero que también busca conservar sus tradiciones. La primera responsabilidad de Tsurujo, como hermana mayor, y de Sachiko, como la hermana responsable del cuidado de sus dos hermanas menores, es conseguir el mejor partido, tanto para Yukiko como para Taeko y, por supuesto, en ese orden, porque no estaría bien que se casara primero la más pequeña.Las Hermanas Makioka inicia con las cuatro mujeres saliendo al campo a la ceremonia del "hanami", es decir, a darle la bienvenida a la primavera. Desde tiempos inmemoriales, entre finales de marzo e inicios de abril, la gente en Japón sale a contemplar el florecimientos de los cerezos, lo que marca el fin del invierno y el inicio de la primavera como la renovación de la vida misma. Así pues, lo largo de la película, al estilo de los famosos planos-pausa a la Ozu, Ichikawa irá separando los acontecimientos familiares de las Makioka con encuadres hacia la naturaleza: el cielo, el campo, una cascada, los cerezos en flor...Estamos ante un melodrama familiar y femenino con todas las de la ley, impecablemente fotografiado tanto en interiores como en exteriores, e interpretado con sublime sutileza especialmente por un fascinante reparto femenino, que hace de la contención una virtud: bastan un desvío de la mirada, una sonrisa medio escondida, un mohín desafiante, un gesto de sorpresa o una lágrima furtiva para transmitir todo aquello que los personajes no quieren -o no pueden- externar libremente.El guion escrito por Ichikawa -en colaboración con Shin'ya Hidaka- apenas si puede contener en los 140 minutos de duración del filme las más de 500 páginas de una historia que parece muy sencilla, banal y cotidiana, pero que tiene que ver, en el fondo, con el sentido de la vida misma: qué hacemos para definir lo que somos, qué decisiones tomamos, a qué renunciamos en busca de la felicidad y qué nos callamos porque somos incapaces de levantar la voz... aunque la mirada nos delate.