Dieciséis temas. Un poco más de 51 minutos. Una llamativamente amplia lista de invitados (desde Bobby Womack a Lou Reed). Una lejana e inhallable playa de plástico de donde proviene esta auténtica música del nuevo milenio.
Plastic beach -nuevo opus de Gorillaz- arranca hiphopeado, con Snoop Dog dándonos la bienvenida a este mundo plástico. "Stylo" interrumpe la cosa hip hop con su irresistible funk intergaláctico, para enseguida retomar con "Superfast jellyfish" (con Gruff Rhys en voces).
El climático "Empire ants" no tarda en volver a levantar a punto "espacial" (¡cuánta música hay ahí adentro!) y el disco muestra ya su vaivén entre ambos mundos.
La lista de invitados pasa por el sector "leyendas del rock jodidas" y le toca el turno a Mark E. Smith, quien le aporta un halo espectral a la retocida "Glitter freeze": una fantástica cacofonía intergaláctica suspendida en el aire, en tempo de blues. Lou Reed (¿cómo habrá hecho el bueno de Damon Albarn para convencerlo?) canta aburrido en "Some kind of nature", pero el resultado final es tan absurdo que maravilla.
En la segunda mitad tenemos esa lullaby flotante que es "On melancholy hill" y la solitaria "Broken", dos de los momentos más bellos (armónica y melódicamente) del álbum. Con "Plastic beach" -el tema- entramos en la última parte del disco, que incluye el clima gospel galáctico del final, con "Cloud of unknowing", nuevamente con Bobby Womack en voces.
Y así como si nada, el contador de la compactera vuelve a 0.
Plastic Beach: una verdadera maravilla descartable, la música del nuevo milenio.