Revista Espiritualidad
Lo igual y diferente
Me encanta Kandinsky y esto de ninguna manera es lo mejor
Este sitio, como reza la cabecera, es no oficial por muchas razones.
Una es que quien elige los copypaste, enlaces, temas, cuentos y canciones soy yo según mi historia personal, gustos y pareceres; no es ningún maestro certificado ni sin certificar.
Otra es que practico zazen y punto y hasta ahí. No soy monja, no soy boddhisattva, no soy nada de nada aunque pueda parecer extraño (y lo es) después de tantísimos años perteneciendo a la “Orden”.
Otra es que de la misma forma que casualmente tropecé con el Zen, también me he dado de manos a bruces con otras tradiciones que antes de conocerlas detestaba y despreciaba sin más motivo que ningún motivo: masones, cristianos, cabalistas y sufíes por nombrar los más famosos pero por ahí también ha habido más de un chamán de pacotilla de los de engañar poniendo cara de interesante y haciendo mil pases de manos extravagantes, wiccanos, brujas y magos en minúsculas aunque también he encontrado una Bruja y un Mago en mayúsculas que menos mal que los tengo como amigos porque como enemigos me doy por muerta antes de que desplieguen el más pequeño de sus poderes (esas cosas existen y operan por mucho que yo me empeñe en racionalizalas e incluso descartarlas como fantasías todo lo que puedo que es bastante).
Y me reconozco occidental con todo lo bueno y lo regular que pueda tener.
No puedo negar, ni ganas que tengo, cierta querencia norteña y caballeresca (en conclusión: friki) que me puede a la hora de sentir y expresarme además del gusto por la simbología y el esoterismo que, a excepción del zen, me regalaron las tradiciones ya mencionadas.
Todo eso lo he bebido, comido y lo digiero poquito a poquito, con tiempo porque la digestión y asimilación requiere su tiempo.
Algunas marcas han sido tan importantes en mi vida como el Zen y a veces -las menos que puedo para no dar la lata con cosas que me interesan a mí exclusivamente- no puedo aguantarme y cuelgo algo que me parece especialmente revelador.
Guénon es uno de los autores que más veces me ha abierto los ojos y más alegrías me ha dado pero hay otros. Por ejemplo Toshihiko Izutsu que tiene dos volúmenes deliciosos y no muy extensos sobre sufismo y taoísmo o Peter Kingsley (“En los oscuros lugares del saber”). A Tolkien le considero hermano por compartir un sueño recurrente, el de “la Gran Ola” y Úrsula K. LeGuin ha escrito las cosas que yo hubiera querido escribir y como las hubiera querido escribir si hubiera sabido hacerlo...
Quiero decir que estoy hecha de una pasta que no es puro Zen sino un conglomerado de mil cosas y colores.
Y me sé y reconozco religiosa sin ninguna vergüenza sino todo lo contrario puesto que para mí fue semilla, plataforma y trampolín.
Lo cierto es que creo que todo lo dicho es palpable en las entradas de elaboración propia.
Por consiguiente, y aunque me esfuerce, no todo lo que hay aquí es doctrina Zen ni mucho menos en el caso de que semejante cosa existiera -que no estoy segura del todo-.
Ve con cuidado y discrimina porque lo que fue y es bueno para mí no tiene por qué serlo para nadie más. O sí y todo sirve para la Vía...