A ESTRADA Y MUROSPULPERÍA PACHANGA EN MUROS
Comienzan estas crónicas viajeras en un paraje típicamente gallego, visitado por el fotogénico río Ulla. Es un lugar bucólico repleto de pazos. De camino a Muros se torna todo pintoresco y hermoso. A Estrada queda ya atrás, así como el hotel América donde me alojo.
Sigo el curso del río Tambre hasta su casamiento con la población pesquera de Muros. Estoy en las Rías Altas de Galicia.
Es idílica sin duda su hermosa y engalanada ría señorial. Se respira la calma imperturbable, cuasi espiritual diría yo, con esas bateas que flotan sobre el agua inamovible.
MUROS
Esta población pesquera me cuenta en confidencia que fue declarada Conjunto Histórico Artístico en el año 1970. Merece la pena recorrerla sin prisas, y de paso, acercarse después a la rayana Louro y sus lagos de ensueño.
Fundada por Sancho IV en 1235, Muros fue constantemente asediada por los británicos y devastada después por el insaciable Napoleón Bonaparte en el siglo XIX. La Costa de la Muerte, donde permanecerá una semana, ha sido testigo en demasiadas ocasiones de incidentes marítimos: naufragios.
¿Qué hacer en Muros? Es fácil la respuesta: perderse por Rua da Gracia y desembocar e la estrechísima Rua da Soidade. Seguir hacia la preciosa Praza de Galicia y visitar el mercado, inaugurado hace tan solo un año.
Advierto al viajero de la profusión de terrenos medievales escarpados. Es un pueblo de piedra amigo de las angosturas. Es una maravilla también la Praza de pescadería y la Rua do Príncipe. Pero por supuesto, visita obligada es caminar de la mano del paseo del puerto y de paso degustar el delicioso pulpo que sirven en la pulpería Pachanga. La empanada la encontré correosa, esa no es una interesante opción, la verdad.