Richard Dawkins es un hombre que irrita a muchas personas con tan solo nombrarlo. Irrita a fundamentalistas cristianos y musulmanes; irrita a creacionistas y a (algunos) biólogos (consulte los textos de Wynne-Edwards, de Gould o de Lewontin); irrita a feministas y machistas (especialmente los que lo son por su educación religiosa); irrita a teólogos y también irrita a algunos ateos (pregunte a Ruse, a O'Neill o a Gray); irrita a los derechistas más rancios como a izquierdistas de distintas variedades (consulte twitter); irrita a posmodernos como a defensores de la Ilustración (pregunte a algún seguidor de Bunge o de Johnstone). También irrita a mucho magufo defensor de pseudociencias variadas (desde astrólogos hasta curanderos cuánticos), y sí, también a algunos escépticos, como muchos de mis contactos. Algunas veces parece molestar a quienes debían ser molestados (y más importante, criticados), y en otras ocasiones parece la típica estrella pop inmune a sus propias meteduras de pata en redes sociales.
Personalmente, me alegra que existan personas como Dawkins. No porque crea que todas las polémicas que causa estén en lo correcto (muchísimas veces no lo está), sino porque siempre nos recuerda que hay ciertos temas que no importa cuántas veces se comenten, siempre será necesario volver a comentarlos. Más agradecido cuando agrega algo original al debate público, aunque irrite a muchas personas. Y con el nuevo número de Skeptical Inquirer predigo que se viene una nueva oleada de personas irritadas con Dawkins, pero un grupo particular de personas: los homeópatas (y sí, eso me hace feliz). No es que Dawkins insulte a ningún homeópata, sino que les propone algo impensable: diseñar un experimento que los ayude a demostrar la eficacia de su práctica. ¡Blasfemo!
Destejiendo la homeopatía
"A Design for a Definitive Experiment to Test Homeopathy", el nuevo artículo de Dawkins, no es el primer golpe de este biólogo evolutivo contra la más famosa de las pseudoterapias. En 2017 la revista Mètode publicó una entrevista-diálogo entre Dawkins y el físico Jean Bricmont, donde también hizo algunos comentarios sobre la homeopatía. Este autor ha presentado críticas en otros espacios, como en la segunda parte de su documental Los enemigos de la razón, en 2007. También prologó el libro de John Diamond Snake Oil and other problems (2001), y ese mismo escrito lo encontramos en su popular compilación El capellán del diablo (2005). De hecho, al releer este último, me di cuenta que la mayor parte de su nuevo artículo es un copia-pega de aquel. Incluso lleva las mismas afirmaciones irónicas (como que quien demuestre la existencia de la memoria del agua se llevaría el Nobel de Medicina y de Física), así como las mismas anécdotas de otros críticos de la homeopatía (como el cálculo elaborado por el difunto James Randi, en el que una dilución 30C "equivale a una molécula del ingrediente activo en un volumen de agua igual al volumen del sistema solar. En otras palabras, no hay ningún ingrediente activo").
Ciertamente, Dawkins lleva bastante tiempo irritando a los homeópatas y sus seguidores (como ellos lo demuestran, por ejemplo, aquí y aquí). Quizás una de las cosas que más los irrita es que Dawkins les recuerde que su práctica no solo no es verdadera, sino que no puede ni siquiera serlo:
Los críticos a menudo dicen que no hay pruebas sólidas de que la homeopatía funcione. Pero se pierde el punto. ¿Cómo se vería tal evidencia? ¿Cómo podría verse? Tendría que haber un ensayo de control doble ciego en el que los pacientes fueran tratados con la dosis homeopática o con una sustancia de control, digamos agua. Debido a que tanto la dosis experimental como la de control son idénticas (agua), el experimento no puede producir un resultado positivo. Con la reserva mencionada, se deduce que no puede haber pruebas a favor de la homeopatía
O sea, que no es que el problema sea poner a prueba la homeopatía, sino que, los supuestos que harían que la homeopatía "funcione" no lo permiten y estos no han sido comprobados, algo completamente esperable en mecanismos imaginarios completamente separados de la física o la química (casualmente, la astrología, la parapsicología, la acupuntura o el psicoanálisis tienen el mismo problema en común). Sí, imagino que eso debe irritar mucho. Esto obviamente no ha impedido que los homeópatas se inventen mecanismos presuntamente físicos, como la memoria del agua que, en opinión de algunos homeópatas, funcionaría mediante principios cuánticos. No es difícil pensar por qué apelar a estas ideas, cuando tenemos en cuenta que el contexto en el que el vitalismo, doctrina metafísica que venía a fundamentar la homeopatía clásica, que era (más o menos) respetable quedó atrás hace por lo menos siglo y medio. Los homeópatas clásicos aseguraban que las propiedades de sus productos no eran físicas ni químicas, sino espirituales, una fuerza vital que emanaba de los objetos usados como tinturas madre.
Para un ejemplo del espiritualismo de la homeopatía, podemos leer sus propios clásicos. En su Filosofía homeopática (1900), James Tyler Kent comenta lo siguiente:
Debemos, a fin de ser homeópatas científicos, reconocer que los músculos, los nervios, los ligamentos y otras partes del armazón del hombre, son un retrato y manifiestan al médico inteligente el hombre interior. El cuerpo muerto y el cuerpo viviente deben ser considerados, no bajo la relación cuerpo/vida, sino bajo el punto de vista de la acción de la vida sobre el cuerpo. Si tuvierais que fijar la diferencia que existe entre dos caras humanas y determinar de ellas su carácter expresivo y todo lo que vierais de sobresaliente en su acción, solo podríais revelar la voluntad de cada uno de los individuos. La voluntad se refleja en la cara; su acción, en la fisonomía.
Kent, como muchos homeópatas entonces y ahora, era un negacionista de la teoría del germen, y aseguraba que los microbios no eran los causantes de las enfermedades, y que las bacterias eran taladores inocentes que, si acaso, portarían la "sustancia simple" de la enfermedad. Este héroe del panteón homeopático también creía que "nose puede divorciar la medicina y la teología. El hombre existe desde lo espiritual más íntimo hasta lo natural más externo".
La homeopatía clínica, huyendo (a veces) del evidente pasado vitalista de la clásica, secularizó sus conceptos en un intento de darles algo de respetabilidad ante una materialista comunidad científica. (Algo similar ha ocurrido con la evolución cultural La "fuerza vital" de la que se impregna la dilución homeopática se transformó en la memoria del agua, así, la "esencia" de la tintura madre se convierte en la metafórica capacidad del agua de "recordar" aquellas sustancias que se diluyeron en ésta, mediante un proceso especial: la sucusión.
El experimento definitivo para comprobar la homeopatía, según Dawkins
La sucusión es la clave, según los propios homeópatas. De hecho, parte de las réplicas de sus practicantes contra Dawkins y otros escépticos, es que caricaturizan la homeopatía con memes en donde reflejan su ignorancia del proceso que "potencializa" las diluciones homeopáticas. Para los escépticos, claro está, agitar con violencia un frasco sin molécula alguna de ingrediente activo terminará con el mismo resultado que no batirlo en absoluto. Pero la sucusión para la homeopatía es fundamental, pues es esta acción la que dotará de sus propiedades curativas del "medicamento", la "liberación de energía". Siendo así, es realmente desconcertante el por qué los homeópatas no han diseñado un experimento en donde demuestren las diferencias entre un "medicamento" homeopático debidamente agitado y un placebo sometido al mismo proceso. A Dawkins le desconcierta lo mismo, así que les propone esto a los homeópatas:
Tome un número N (cuanto más grande, mejor) de pacientes que padecen una queja que los homeópatas están de acuerdo en que es adecuado para ser curado con alguna poción en particular cuando se diluye al nivel de 30C. Si es posible, empareje a los pacientes en parejas: del mismo sexo, edad aproximadamente similar, etc. Los pares coincidentes no son esenciales, pero aumentan la posibilidad de un resultado positivo. Uno de cada par recibirá la dosis de control, el otro la homeopática, determinada al azar. Por supuesto, los pacientes no deben saber qué dosis reciben, ni tampoco los médicos, homeópatas, enfermeras o cualquier otra persona que entre en contacto con los pacientes. El conocimiento está encerrado en forma de códigos numéricos secretos a los que nadie tiene acceso hasta que el experimento llega a su final predeterminado.
Este es el procedimiento estándar de doble ciego. Resulta que he elegido un diseño de pares emparejados, pero otros diseños también funcionarían bien. Ahora, sin embargo, la concesión especial a la teoría de la sucusión homeopática. Es laborioso pero necesario. Cada paciente debe tener su propia dosis completamente sucusada. El agua de control debe ser sucusada exactamente de la misma manera que el agua homeopática. La única diferencia es la pequeña cantidad de sustancia -o de agua- que se añade al principio del procedimiento. ¿Por qué cada paciente debe tener su propia dosis sucusada por separado? ¿Por qué no preparar una gran cubeta de agua sucusada homeopáticamente que se sumerge para la mitad de los pacientes y otra gran cubeta de agua sucusada de control que se sumerge para la otra mitad de los pacientes? Porque puede haber una diferencia entre las cubetas, su temperatura, lo cerca que están de la ventana, tal vez un insecto cayó en una de ellas, tal vez la sucusión fue ligeramente diferente; no importa qué. Si el procedimiento de sucusión se lleva a cabo por separado para cada paciente individual, no existe la posibilidad de que se produzca ese error de confusión.
La sucusión en sí puede ser realizada por homeópatas profesionales, y pueden ser tan parciales como se quiera: no tienen forma de saber si están sucusando agua de control u homeopática. El juicio sobre si la salud de cada paciente ha mejorado también puede ser realizado por homeópatas profesionales o por médicos convencionales, cualquiera de los cuales puede ser parcial. No importa quién lo haga, ni cuáles sean sus prejuicios, mientras ni ellos ni nadie sepa qué dosis era cada una. Nadie debe saberlo hasta que se rompan los códigos y se termine el experimento. El análisis estadístico revelará entonces si el tratamiento homeopático funcionó.
Es curioso que, poco más de dos siglos después de publicado el Organon (1810) de Samuel Hahnemann, y por tanto de la creación formal de la homeopatía, esta clase de experimentos "no se ha realizado. Se han llevado a cabo otros experimentos, pero ninguno de ellos, que yo sepa, ha dado el paso crucial de sucusar agua de control y agua homeopática por separado para cada paciente", tal como explica Dawkins. Esto último me pareció algo increíble, y considerando que gran parte del artículo de Dawkins era lo mismo que había asegurado en 2001, pensé que tal vez este biólogo podría estar equivocado. Tal vez alguien ya había realizado un experimento como el que describe.
Así que revisé PubMed en busca de algún estudio con el diseño descrito por Dawkins, lo mismo que en las revista indexada Homeopathy. También revisé los portales usuales de crítica a las pseudomedicinas, como Science Based Medicine, Cochrane Collaboration, Quackwatch, Homeowatch y los blogs personales de los doctores Steven Novella, Edzard Ernst y Harriet Hall, para ver si alguien había comentado alguno. No encontré nada.
Lo único que encontré que se acerca más es un estudio en el popular open access Scientific Reports, titulado "Impact of succussion on pharmaceutical preparations analyzed by means of patterns from evaporated droplets". Los autores evaluaron las diferencias en preparados homeopáticos que agitaron 100, 10 y 0 veces ellos mismos, pero no hacen ningún experimento para comprobar algún efecto como medicamento. De hecho, la discusión del artículo concluye que "se necesitan investigaciones sobre un posible vínculo entre los patrones y la eficacia biológica", sin ofrecer aunque sea una referencia. También encontré un curioso artículo de Homeopathy, llamado "Explaining Homeopathy with Quantum Electrodynamics", que "proporciona un modelo de coherencia multinivel para organismos vivos en el que las oscilaciones de fase fractal del agua son capaces de vincular y regular una reacción bioquímica", lo que significa que "el proceso de preparación de un medicamento homeopático se analiza de acuerdo con los principios QED [electrodinámica cuántica], proporcionando así una explicación científica para el modelo teórico";tan divertido, que Edzard Ernst sospechó que se trataba de alguna broma que se filtró a la revista (al parecer los autores, ninguno con conocimientos o experiencia en electrodinámica cuántica, hablaban en serio. Esto dice mucho sobre los filtros de la mayor revista indexada de homeopatía del mundo).Así las cosas, no puedo decir que me siento impresionado o decepcionado con los homeópatas. Me pregunto si algún día saldrá un estudio elaborado como Dawkins lo indica. Este autor, obviamente, termina su artículo de forma irónica:
Si este experimento se realiza correctamente y da un resultado positivo, me comeré mi sombrero, pero no antes de elevarlo a la homeopatía.SI TE INTERESA ESTE TEMA
* "Aceite de serpiente", en El capellán del diablo, por Richard Dawkins, Editorial Gedisa, Argentina, 2008.
* "A Design for a Definitive Experiment to Test Homeopathy", por Richard Dawkins, en Skeptical Inquirer, vol. 45.6, noviembre/diciembre, 2021.