El sábado se cumplieron ocho años del centenariazo, la fecha mas importante del fútbol venezolano. La nostalgia me llevo a revisar vídeos sobre aquella fecha, para revivir el momento de gloria. Que buen fútbol practicaba esa selección, que trataba bien a la pelota, tocaba a ras de suelo, de un lado al otro, y en el momento preciso venia el cambio de ritmo. Con fenómenos como Jorge Rojas, que tenia mucho desborde por la banda izquierda, o Leo Jimenez y Micky Mea Vitalli, que siempre trataban tan bien el balón.
Entre los vídeos que encontré almacenados en el disco duro de mi computadora estaba: "Vinotinto, La Película". Un viaje a el interior de una nueva selección, con una mentalidad diferente, pero sobre todo un recorrido por el trabajo de un hombre: Richard Paez Monzon.
No pude evitar recordar a ese hombre, quien lo dio todo por una camiseta, y luego la nación le fue injusta. Antes de su llegada Venezuela era la cenicienta de América, el equipo débil, tres puntos seguros.Y el , que había vestido esa camiseta, cambio la cara de la Vinotinto. Convenció al jugador de que Venezuela podía llegar al mundial, erradico el miedo a la pelota y le dijo que no al pelotazo. Esa selección era temida, le jugaba del tu a tu a quien fuera, a Brasil, a Argentina, a Perú, nunca salieron a defender un punto, siempre salían en busca de los tres puntos.
Al final lo que le termino costando su salida fue su mala relación con la prensa, que difundió un mensaje de desprecio a Richard Paez, haciendo uso de la imagen de su hijo, Ricardo David, para enardecer las multitudes. Lo traicionaron, le pedían victorias, y se olvidaron del pasado, lo trataron como si fuera el DT de Argentina, y no ganara nunca. Su ultimo partido como local debió ser una agonía para Paez, con la totalidad del estadio pidiéndole que sacara a su hijo, que nada malo había hecho. Decidió renunciar al amor de su vida, ya no soportaba las injusticias en su contra. Al final un país segado por las recientes victorias, y el nombre de Ricardo David Paez, se termino quitado a si mismo lo mejor que le había pasado en mucho tiempo.