Revista Cultura y Ocio

Richelieu

Por Enrique @asurza

Richelieu fue un clérigo y político francés que rigió los destinos de su país entre 1624 y 1642. Tras el período de inestabilidad provocado por el asesinato de Enrique IV, Francia realizo un intenso esfuerzo para ocupar un puesto prominente en la política europea.
Durante el reinado de Luis XIII, y bajo la dirección del cardenal Richelieu, combatió al protestantismo en el interior, se alió con las potencias protestantes en la guerra de los Treinta Años para debilitar a los Habsburgo, cuyos Estados formaban una tenaza a su alrededor, y estableció las bases para el asentamiento definitivo de la monarquía absoluta.

Nacimiento

Armand-Jean du Plessis nació en 1585. Fue el tercer hijo varón de Francois du Plessis señor de Richelieu, descendiente de una antigua familia de la pequeña nobleza que, mediante sucesivos vínculos matrimoniales con el funcionariado y la naciente burguesía, había adquirido cierta relevancia. Su madre Suzanne de la Porte, era hija de un consejero del parlamento de París.

Richelieu es nombrado obispo de Lugon

En 1590 Francois du Plessis murió, cargado de deudas y dejando a su esposa a cargo de cinco hijos. El señorío de Richelieu había quedado arruinado por la inflación y por la poca dedicación del padre de Armand-Jean, quien se ocupó más de su carrera cortesana y militar que del cuidado de sus posesiones. Al enviudar, Suzanne intentó poner orden en sus deterioradas finanzas y, como mandaba la tradición de la época, encaminó a sus hijos hacia diferentes campos. Al mayor le correspondía mantener alto el pabellón familiar; al segundo, la ordenación sacerdotal y la vida eclesiástica; al tercero, los estudios, para que pudiera hacer carrera en la administración o en el ejército. En cuanto a las dos muchachas, habría que buscarles dote y marido. Así, repartió las prebendas de que disponía y dio el señorío de Richelieu al mayor. Por el concordato de 1516, Enrique III había cedido a los Richelieu el obispado de Lugon, una ciudad cercana a La Rochela, y Suzanne destinó para este cargo a su segundo hijo. Pese a que fueron años de auténticas penurias, Armand-Jean pudo estudiar y reveló su brillante inteligencia y su gran facilidad de comprensión y asimilación.

Cardenal Richelieu
Cardenal Richelieu

Sin embargo, las primeras previsiones de la madre no se cumplieron porque su segundo hijo renunció a las pompas y las glorias mundanas y decidió hacerse monje cartujo, lo que ponía en peligro el mantenimiento del obispado de Lugon, principal fuente de ingresos de los Du Plessis. Así, sin ningún disgusto por su parte, el joven Armand-Jean cambió la azarosa perspectiva de la pluma o las armas por una carrera eclesiástica que como mínimo le llevaría hasta el episcopado. En 1606 Enrique IV nombró obispo de Lugon al hijo de su fiel Francois du Plessis. Al año siguiente, como el tiempo apremiaba y Armand-Jean no había terminado sus estudios ni había alcanzando la edad necesaria para la consagración episcopal, viajó a Roma con el fin de obtener la dispensa del papa, que le fue concedida por Pablo V, seducido por la personalidad, la habilidad, el encanto y la capacidad de persuasión del joven francés. En 1607, a los veintidós años de edad, Armand-Jean du Plessis fue ordenado sacerdote y obtuvo su diócesis, en donde fue recibido con hostilidad pues estaba arruinada por las guerras de religión y su clero se hallaba desmoralizado.

Richelieu, jefe del gabinete del rey

El nuevo obispo pronto demostró sus dotes de mando y organización y su capacidad intelectual. Bajo su mandato, la diócesis de Lugon fue la primera de Francia que implantó las reformas emanadas del Concilio de Trento y él mismo fue el primero en redactar exponer en francés sus trabajos teológico. La labor desarrollada le valió ser elegido diputado del clero de Poitou en los Estados
nerales de 1614. Su oratoria destacó durante las tormentosas sesiones de este organismo en las que se alineó moderadamente con la postura ultramontana de su estamento y desempeñó un papel conciliador en las graves diferencias que se manifestaron entre los representantes de la nobleza, el clero y el «tercer estado». Pero sobre todo defendió la política de la reina regente María de Médicis, quien se fijó en él, le nombró su limosnero y le hizo capellán de su nuera, la española Ana de Austria, quien acababa de contraer matrimonio con Luis XIII. Poco después, en 1616, por influencia de María fue nombrado secretario de Estado para la Guerra. Era ése un momento difícil para el país debido al enfrentamiento entre España y Venecia, la cual había invocado su alianza con Francia. Richelieu, que había sido apoyado por el partido devoto, pro español, y que tenía como principales valedoras a las reinas, ambas partidarias de la concordia con España, comprobó desde su cargo la vulnerabilidad de Francia ante la tenaza formada a su alrededor por los Estados de los Habsburgo.
En abril de 1617 Luis XIII hizo asesinar a Concino Concini, el principal consejero de su madre, encerró a ésta en Blois y desterró a Richelieu. Sin embargo, María de Médicis logró evadirse y encabezó un alzamiento contra su hijo. La reconciliación entre ambos exigía gran habilidad, y Richelieu supo ser el hombre de la situación. Mediante difíciles negociaciones obtuvo la Paz de Angulema y la de Angers, que sellaron la amistad entre madre e hijo. Con ello no sólo aseguró su carrera eclesiástica, pues logró que entre los pactos figurara una propuesta para su propio nombramiento como cardenal —el papa le concedió el capelo cardenalicio muy poco después, en 1622—, sino que dio nuevos impulsos a su carrera política. En efecto, a instancias de María de Médicis, en 1624 Richelieu fue admitido en el consejo del rey. Luis XIII desconfiaba de él, María estaba segura de que el rey sería un instrumento del cardenal, y éste seguía su propia vía. Dos meses después ya era jefe del consejo y dirigía los asuntos de Estado en íntima colaboración con su rey.

Rendición de La Rochela

Las pasadas guerras de religión en Francia y la guerra de los Treinta Años en Europa estaban en el centro de las preocupaciones del cardenal. Los protestantes franceses habían logrado crear un Estado dentro del Estado, mientras que los Habsburgo, y especialmente España, pese a ser los defensores a ultranza del catolicismo frente al protestantismo, eran un obstáculo casi infranqueable para la grandeza de Francia. De ahí que el cardenal se viera obligado a atacar a los protestantes en el interior, mientras que los apoyaba en el extranjero, pues así debilitaba a España. A la vez, tanto María de Médicis y Ana de Austria como el partido devoto eran católicos y pro españoles, lo que complicaba aún más el problema. Pero la habilidad de Richelieu le permitió superar estas contradicciones. En 1624 intervino militarmente en La Valtelina, territorio sobre el que en 1626 llegó a un acuerdo con España, lo que hizo temer a George Villiers, duque de Buckingham, un pacto franco-español contra Inglaterra. Buckingham atizó el descontento de los hugonotes franceses, que tras rebelarse se hicieron fuertes en La Rochela. Richelieu puso sitio a la ciudad y la hizo aislar mediante diques para dificultar la ayuda de los ingleses; por otra parte, magnificó y pregonó a los cuatro vientos las relaciones entre el todopoderoso ministro inglés y la reina Ana. Con ello reforzaba su propia posición ante el rey y debilitaba a los pro españoles, que al igual que Ana de Austria —en su versión y la de sus agentes— conspiraban contra Francia y a favor de sus enemigos.
En 1628 el ejército de Richelieu conquistó La Rochela y al año siguiente, por el edicto de gracia de Ales, el cardenal dejaba libertad de culto a los protestantes pero abolía sus prerrogativas políticas y militares.
Apenas liberado el ejército de La Rochela, fue enviado a Casale, en Italia, para combatir contra los Habsburgo de España y Austria.

Exilio de María de Médicis

Mientras Richelieu estaba en Italia, Luis XIII cayó enfermo y las reinas, que se relevaron a la cabecera de su cama, lograron persuadirle de que apartara al cardenal del gobierno y confiara en los devotos. El 10 de noviembre de 1630, conocido como la journée des Dupes (‘el día de los Inocentes’), María de Médicis trató de que su hijo cumpliera la promesa de desembarazarse de Richelieu. Pero, en un golpe de teatro, el cardenal penetró en la habitación del rey a través de un pasadizo secreto, y después de una escena muy violenta entre los tres personajes, Luis XIII se decantó por Richelieu: María de Médicis acabó sus días en el exilio y los dirigentes del partido devoto terminaron en el patíbulo. El cardenal se había impuesto a sus enemigos con la dureza que le caracterizaba, toda Francia temía a la «Eminencia Roja» y ya nada podía obstaculizar su línea política de grandeza exterior unida al resurgimiento y la reconstrucción internas del reino, en sus propias palabras.

Cardenal Richelieu
Cardenal Richelieu

La academia francesa

Richelieu fue el creador de varios proyectos que fructificarían más tarde, entre ellos los de crear compañías francesas de navegación o los de conquistar un imperio colonial francés. En cuanto a sus realizaciones, cabe destacar la fundación en 1635 de la Academia Francesa, en la que si bien sus intenciones quizá no fueran demasiado puras —pues su creación se debió en parte a la necesidad de ahorrarse críticas y de tener plumas fieles y de calidad que alabaran su labor—, el resultado fue brillante.

Conspiraciones y muerte

Tras la afirmación definitiva del poder del cardenal, la Francia de Richelieu entró de lleno en las luchas europeas: controló militarmente Lorena, se erigió en protectora de varios príncipes alemanes y finalmente, al no encontrar nuevos adversarios para oponerlos a los Habsburgo, en 1635 declaró la guerra a España (pero no a Austria), y dio todo su apoyo a las rebeliones de Portugal y Cataluña. Este esfuerzo bélico, como ya había previsto el cardenal, provocó numerosas sublevaciones campesinas y dio pie a que la oposición interna tramara conspiración tras conspiración para asesinarle. La última de ellas, en 1642, estuvo urdida por el joven Cinc-Mars, íntimo del rey y a quien Richelieu había puesto al lado de Luis XIII. Se trataba de asesinar al cardenal, que estaba en campaña en el Rosellón, y de obtener la ayuda militar española. Sin embargo, los muy efectivos servicios de información de Richelieu descubrieron el complot y los conspiradores fueron condenados a muerte. El cardenal, enfermo y obligado a guardar cama, remontó lentamente el Ródano en barca y llegó a Lyon justo a tiempo para presenciar la ejecución de los conjurados. Dos meses más tarde, el 4 de diciembre de 1642, murió en París el hombre que había sentado las bases para la monarquía absoluta francesa, que personificaría poco después Luis XIV. Desaparecía con él el máximo responsable de que los Habsburgo perdieran la hegemonía en Europa. [X. G]


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