Fenómeno comercial masivo del año 1987 y paradigma del
sonido generado por los productores Stock, Aitken y Waterman, Rick Astley
dominó claramente en su día en el terreno del pop pegadizo. Su “Never gonna give
you up” es de las canciones más exitosas de los años 80 y sonó a rabiar en
aquellos días. Recuerdos de mi infancia son cuando en el Pryca de San Fernando
de Henares la zona de tebeos estaba al lado de la sección de música, su canción
sonaba una y otra vez sin parar mientras que yo me entretenía leyendo a
“Mortadelo Y Filemón” o “El Botones Sacarino”.
En un ejercicio psicológico personal al que me someto,
podría decir que los grupos que me suenan de aquellos días son U2, Mecano y
Rick Astley. Incluso para un chaval de 5-6 añitos, que todavía no tenía ni un
1% del porcentaje de interés que a día de hoy me causa lo musical, era
inevitable escaparse de la marea mediática que rodeaba a estos fenómenos
musicales.
Sería en 2001 cuando me compré el cd de Rick Astley,
embriagado por los recuerdos de la infancia. El disco, es lo menos atemporal
del mundo, con una portada digna de casette de gasolinera, consistente en una
sosaina foto de Rick sobre fondo azul. Creo que me costó 12 eur. o 1999 ptas.
de la época. No les voy a hablar de virtuosismo, sino de pop pegadizo y
facilito, que no suena nada mal. Realmente, es un lp el de debut de Rick Astley
(sí, publicó unos cuantos más aunque no se lo crean) que tiene un nivel digno
dentro de los parámetros sonoros del cantante. Vamos con él.
Pues, ¿para qué empezar flojos? Las cosas claras desde el
principio. En primer lugar escuchamos el “Never gonna give you up”. Una canción
de pop romántico, con un estribillo sencillo en su letra “Nunca te voy a
abandonar, nunca te voy a decepcionar…, nunca te diré mentiras”. Vamos, una
declaración de amor llana y directa, aderezada con las bases tan saltarinas de
los Stock, Aitken y Waterman y un claro hit de finales de los 80. El videoclip,
con Rick y su mítica gabardina de tonos claros, esa chica rubita tan mona y el
camarero negro que luego se anima a marcarse unos bailes, es un poco (o
bastante, ustedes pongan el nivel) hortera, pero es inconfundible ítem de
aquellos días. Podríamos hablar de los virales que se han creado en internet a
través de youtube con este video como protagonista, lo cual ha permitido que
Rick sea actualidad de cuando en cuando, pero creo que no procede decir más al
respecto. La canción título “Whenever you need somebody” confirma las formas
sonoras que van a protagonizar el disco al que concede nombre. Se pierde parte
de la leve épica emocional que tiene “Never gonna give you up” en su
estribillo, pero en todo caso es otra canción muy accesible desde su inicio.
Esta 2ª canción suena a hitazo también, pero la que también lo fue es “Together
forever”. Realmente no podemos hablar de un disco disoluto, al menos en sus 3
primeras pistas, ya que la factura es la misma en todas las canciones y las
melodías varían poco. Aún así, personalmente eso me da igual. Esta canción “Together
forever”, con sus estridencias marca de la casa de los productores, es
pegadiza, tiene mucho gancho y como 2º peldaño de éxito del disco está muy
bien, ya que estimo no llega al nivel de excelencia de “Never gonna give you
up” (por mucho que me caigan tortas, voy a defender en el post de hoy esta
composición a capa y espada, aunque solamente sea por el hecho de que me
retrotrae a mi infancia y aquellas largas tardes de lectura de los cómics de
Ibáñez en el Pryca de San Fernando de Henares, mientras mis padres hacían la
compra semanal). Ahora sí, cambia algo el registro. Con “It would take a strong
man”, la carga sonora se reduce y se concede un mayor protagonismo a Rick como
vocalista, donde se puede apreciar el encanto de la voz de este chico que tanto
prometía en su día. Un medio tiempo que permite relajarnos tras los 3 envites
de inicio y nos da paso al último capítulo de la cara “a” (sepan que escribo el
post escuchando la edición original en cinta de cassette, con lo que el parón
intermedio lo vamos a notar; sorprende lo bien que se escucha aún el cacharro,
más cuando creo que no utilizaba la pletina de mi cadena hace al menos 3 años).
La cara “a” se cierra con una joya oculta. Ahora llega el turno de una canción
de corte melancólico y que nos evoca a atardeceres, al menos a mí. “The love
has gone” nos deja un buen sabor de boca como cierre de la primera mitad del
disco, además de sumar inestimablemente a la variedad sonora de la obra;
realmente el disco termina con unos giros muy interesantes sus 2 caras. Los
sonidos cálidos de los sintetizadores, y unas bases más calmadas, sientan el
terreno para esta pieza más calmada del disco, situada en el sector de perfil
bajo del lp. Rick está muy bien al micrófono, como en casi todo el disco, ya
que algo que no se le puede echar en cara a Astley es su buena voz y forma de
cantar. En todo caso, “The love has gone” está muy bien. Quizás sea de mis
favoritas del disco. Ya desde mis primeras escuchas al disco me llamó
gratamente la atención.
Para comenzar con la 2ª mitad del disco, llega una pieza pop
también muy directa llamada “Don’t say goodbye”. Tiene mucho gancho y una
estructura muy buena, con un puente al estribillo muy bueno “el tiempo nos ha
hecho desconocidos, quizás no podamos seguir…”. El estribillo es nuevamente
sencillito, de hecho la canción abre con la presentación del mismo. En todo
caso, “Don’t say goodbye” es una de las piezas que forman parte del conjunto
tipo u homogéneo de “Whenever You Need Somebody” y mantiene el nivel pegadizo y
resultón de casi todo el disco. Quizás en esta canción, salvo en unos
instantes, las bases rítmicas no son tan acusadas y ahí es donde reside uno de
sus principales activos: la ausencia de estridencia excesiva, cosa que le
podríamos echar en cara en muchas ocasiones al trabajo del trío productor del
disco. Jejeje, permítanme reírme, pero “Slipping away” era la banda sonora de
una cuña publicitaria que mi padre Rafael Prats, tenía en uno de los anuncios
que se emitían en los bloques publicitarios de su programa en Frecuencia
Torrejón allá por 1993-1995 “Micrófono Abierto Al Fútbol Base”. Quizás por eso
la tengo algo de afecto a ésta la 2ª canción de la cara “b”, por nuevamente
retrotraerme a otros días, ya en este caso de mi adolescencia, pero
abstrayéndome de esos efectos emocionales, quizás sea una de las piezas menos
resultonas del disco. Destaca su solo de saxofón en mitad de la canción y
aunque tampoco es que suene mal, está muy por debajo de otros momentos que
hemos podido escuchar. El caso es que “Slipping away” tiene mucho menos gancho
en su melodía y eso le concede estatus de “canción-relleno” dentro de un lp en
el que casi todas sus canciones suenan a single. “No more looking for love”
tampoco es que sea mucho mejor que “Slipping away” y sumada a su predecesora
ofrece la sección más anodina del disco. Otra vez lo mismo, no es que suene mal
y no desentona dentro del conjunto de la obra, pero su resultado global es
inferior a la media. Más curiosa resulta la intensa “You move me”, sobre todo
por un Rick Astley muy enérgico al micrófono. El sonido de los teclados y las
bases se diferencia del resto del disco. Es otra de las composiciones que se
aleja del sonido medio del disco, aportando variedad y frescura. Realmente si
se paran a verlo, hay por cada cara 5 canciones, siendo las 3 primeras las que
determinan el mayor compromiso sonoro de unidad y en las 2 últimas de cada
cara, se marca una distancia, confiriendo al disco algo de heterogeneidad, que
no viene nada mal. Como en muchas otras canciones, Rick se vale de sus coros
femeninos de añadidura, para dar lugar a esta canción de menos sentir pop, al
menos en su rictus tan serio que transmite su escucha. No está mal. Me comentó
mi amigo y mano derecha radiofónica de “Discos, música y reflexiones” Mariano
González que Rick Astley había sido concebido como el Sinatra de los años 80.
Eso son palabras mayores, pero el caso es que “When I fall in love”, canción
que da el cierre correctísimo al disco, podría ir encaminado a esa concepción
artística de Rick. Sonoramente se sitúa en el sector clásico, evocándonos a
cualquier canción que podría formar parte de cualquier película-musical de unas
décadas atrás; imagínensela cantada por algún protagonista, en algún pasaje
romántico de la película que fuera. Pega y mucho. No tiene nada que ver con el
resto del disco, pero es bonita, demuestra que Rick es un buen vocalista y que
eso de las comparaciones con La
Voz no serían tan descabelladas como en un principio podría
pensarse, sin necesidad de faltar al respeto al bueno de Frank. Buen final de
disco este “When I fall in love”, el cual situado estratégicamente al final del
disco, hace que subliminalmente no nos quedemos con una sensación sonora tan
rimbombante de las bases rítmicas de Stock, Aitken y Waterman en las obras
donde toman parte.
Hablar del éxito de este disco es hablar de uno de los de
mayor repercusión de finales de los 80. El single “Never gonna say goodbye” es
una de las canciones más recordadas de aquellos días y de la década en general.
Rick Astley, este jovencito medio pelirrojo, se convirtió en un icono igualmente de fácil admiración por parte
de las jovencitas.
El caso es que el bueno de Rick tuvo un “efecto gaseosa”; es
decir, salió con mucha fuerza y luego poco a poco fue perdiendo el gas. El 2º
disco “Hold Me In Your Arms” aún funcionó relativamente bien, pero ya se quedó
a años luz de este lp que hoy nos ocupa. Y los discos de la primera mitad de
los 90 y alguno editado en los años 2000, pasaron totalmente desapercibidos.
Como diría mi buen amigo El gato Kilo, Rick se comió un buen cagarro más allá
de los años 80. En parte le sucedió como a algún que otro grupo de nuestro país.
Sirva como reseña que la edición en cassette la tengo porque me la encontré en una caja de cartón llena de otras cintas al lado de unos cubos de basura en la calle Francisco Silvela de Madrid y me dió por coger unas pocas, entre ellas este ítem, porque estaba en buen estado, a pesar de ya tener el cd original. Pues eso, que la cinta de Rick terminaba en la basura por gracia de alguno por ahí y yo me encargué de enmendar el vilipendio. No suelo dejar nunca fotos de mis discos originales, pero he estimado curioso dejarles una imagen que he sacado de la cassette que salvé de la quema y el cd original que me compré.
En todo caso, y aunque Rick editara más de un disco, lo que
está claro es que es recordado por este álbum que proponemos para esta semana.
No estamos ante nada trascendental, ni van a descubrir un nuevo continente con
él. Es un lp para, en la mayoría de sus capítulos, levantar el ánimo, aunque la
producción de los Stock, Aitken y Waterman se haga algo dura de digerir en
ocasiones. Se deja escuchar, su éxito está justificado, ya que muchas de las
canciones tienen gancho en su melodía, que al fin y al cabo es lo que cuenta en
el pop directo y sencillo. Pues nada, lo dicho, les dejamos con Rick Astley.
Esta semana podrán volver a escuchar en RUAH y en &radio
el coloquio de Kraftwerk y su “Electric Café/Techno Pop”. Tanto hoy a las 16h,
en pocos minutos, como el miércoles a las 23h. El próximo sábado haremos un
nuevo programa en directo, a pesar del puente que hay de por medio. El lunes o
así crearemos el evento en Facebook, estén atentos.
Revista Música
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