Asegurarse que niños y niñas duerman lo suficiente sería fundamental para resguardar su salud mental ya que, durante la infancia, esta insuficiencia aumentaría el riesgo de desarrollar problemas psiquiátricos más adelante en la vida.
Estos son los hallazgos de un estudio noruego que contó con la participación de casi 800 niños, a quienes se les hizo un seguimiento durante varios años. Los problemas de salud mental incluyen trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ansiedad y depresión (Ranum et al., 2020).
“Estamos viendo una asociación entre la duración del sueño y el riesgo de síntomas de trastornos emocionales y de comportamiento”, dijo Bror M. Ranum, primer autor del estudio.
Los niños que duermen menos horas tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de conducta. Tanto las niñas como los niños que duermen menos corren un mayor riesgo de futuros problemas emocionales. Las medidas no indican nada sobre la calidad del sueño.
En el estudio, el sueño de los niños se midió con sensores de movimiento todas las noches durante una semana. Los investigadores realizaron entrevistas clínicas para medir las dificultades de salud mental. Estos procedimientos se repitieron varias veces cada dos años.
El equipo investigó si las dificultades psicológicas podrían hacer que los niños duerman menos. Los datos sugieren lo contrario. La duración del sueño influye en el riesgo de problemas posteriores, no al contrario.
“Estudios previos también han demostrado que dormir está relacionado con dificultades de salud mental. Pero nuestro estudio es uno de los primeros en investigar esto en niños durante varios años y en utilizar una medición objetiva del sueño,” dijo la autora principal, Dra. Silje Steinsbekk, del Departamento de Psicología de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU). La duración del sueño autoinformada no se correlaciona con las mediciones objetivas de la duración del sueño.
“Nuestro estudio muestra que los niños que duermen menos horas que otros desarrollan síntomas psiquiátricos con mayor frecuencia, incluso dos años después,” dijo Steinsbekk.
Ranum enfatizó que existen grandes diferencias individuales respecto de cuánto sueño necesita cada niño. Es decir, lo que equivale a dormir muy poco para un niño puede ser más que suficiente para otros niños. Por lo tanto, aconseja a los padres que no se preocupen innecesariamente.
Si descubrís que la pequeña o el pequeño no se siente bien y no puede concentrarse, o si notás que su estado de ánimo fluctúa más de lo normal, podrías ayudarlo a dormir más tiempo señaló Ranum. Tener una hora de despertar constante por la mañana es quizás la forma más importante de desarrollar hábitos de sueño saludables.
El grupo de investigación también ha investigado cuántas personas duermen muy poco y si esto tiende a persistir a lo largo de la infancia.
Los hallazgos del estudio encontraron que los niños de seis años de edad y menores generalmente reciben la cantidad adecuada de sueño. Muy pocos niños de seis años (1.1 por ciento) dormían menos de 7 horas, lo cual está por debajo de las pautas de sueño recomendadas internacionalmente para este grupo de edad.
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Los niños que dormían muy poco cuando tenían 6 años de edad no necesariamente sufrían de falta de sueño cuando crecían, y la mayoría cumplía la duración de sueño recomendada.
Sin embargo, si el sueño insuficiente comenzaba más tarde, a los 10 años, por ejemplo, el hábito tendía a persistir. Poco de estos niños superaron su patrón de sueño insuficiente a medida que crecieron.
Los investigadores contaron el número de noches individuales con menos de 7 horas de sueño por semana y encontraron que muchos niños experimentaron una o más noches con menos de 7 horas de sueño (edad 6: 15.1 por ciento; edad 8: 39.1 por ciento; edad 10: 45.7 por ciento; edad 12: 64.5 por ciento).
En otras palabras, más niños tenían noches individuales con muy poco sueño en comparación con cuántos en promedio (en una semana) dormían muy poco. Aquellos que tuvieron noches individuales con menos horas de sueño continuaron este patrón a medida que envejecían, lo que sugiere que ese patrón de sueño a menudo no cambió.
“Los niños de seis a 10 años tendían a dormir menos los fines de semana. Esta tendencia cambió entre las edades de diez y doce años, donde tiempos de sueño más largos los fines de semana y falta de sueño entre semana se hicieron más comunes,” dijo el Dr. Lars Wichstrøm, también del Departamento de Psicología de NTNU y coautor del estudio.
“No sabemos cuáles son las consecuencias de pasar algunas noches aquí y allá con muy poco sueño”. Pero sí sabemos que después de una noche sin dormir lo suficiente, estamos más malhumorados y somos menos capaces de concentrarnos, lo que puede afectar la forma en que funcionamos ese día, incluso en la escuela. Por lo tanto, es recomendable dormir lo suficiente,” dijo Steinsbekk.
Los investigadores señalaron que los padres no deberían preocuparse innecesariamente ya que la mayoría de los niños que duermen muy poco en el transcurso de una semana no continuarán con ese patrón. La gran mayoría de los niños superan los hábitos de sueño insuficientes. Sin embargo, algunos ajustes a las rutinas de sueño pueden ser recomendables si su hijo se ve afectado por la falta de sueño.
Referencia bibliográfica:
Ranum, B. M., Wichstrøm, L., Pallesen, S., & Steinsbekk, S. (2020). Prevalence and stability of insufficient sleep measured by actigraphy: a prospective community study. Pediatric Research. https://doi.org/10.1038/s41390-020-0768-y
Fuente: Psychcentral