Revista Economía

Ríete: Vivirás más

Publicado el 11 agosto 2014 por Emarblanc
Regala sonrisas, vivirás más.

Ríete: Vivirás más


No suena el despertador, se derrama la leche, pierdes el autobús, te salpica un coche... si sólo falta que el cielo se desplome sobre tu cabeza y todavía eres capaz de sonreír, ¡enhorabuena! El optimismo mejora tu calidad de vida.
El actor y director Antonio Banderas bromeando con el ogro en el estreno de Shrek 2.
El optimismo, esa virtud tan deseada por todos, se define como “la tendencia a esperar que el futuro depare resultados favorables”. Carmelo Vázquez, profesor de psicología de la Universidad Complutense de Madrid, asegura en su libro Optimismo Inteligente (Editorial Alianza Psicología): “Ante las dificultades, el optimista inteligente no abandonará su empeño creyendo ilusoriamente que las cosas se resolverán por sí solas ni se pondrá unos anteojos que le impidan ver el problema. Por el contrario, el atisbo de que puede existir un margen de control sobre la situación nos facilitará la posibilidad de encontrar una vía de salida a su problema”.
Un estudio realizado entre deportistas por Martin Seligman, presidente de la Asociación Americana de Psico-logía, ha demostrado que aquellos que poseían actitudes positivas solucionaban mejor un problema: se entregaron a varios nadadores datos equivocados sobre sus tiempos cronometrados. Los que eran pesimistas se sintieron frustrados y su rendimiento posterior se vio afectado. A los más optimistas el resultado no les afectó porque pensaron, por ejemplo, que habían estado distraídos. Así, el fracaso no les dejó paralizados ante el problema. Para demostrar lo absurdo que resulta pensar en negativo, Paul Watzlawick, en su libro El arte de amargarse la vida (Ed. Herder), recomienda al lector una serie de recetas irónicas infalibes para aquellos que quieran seguir creyendo que existe un complot mundial contra ellos.
La tristeza es la más invasiva de todas las emociones negativas, “la que más aplasta al individuo –relata Carmelo Vázquez–. Los optimistas creen que tienen la solución en sus manos y ponen medios. La persona que sufre una depresión no cree que exista salida y no pone nada para remediar el problema. Al igual que el impacto físico del estrés, se ha demostrado que el optimismo nos lleva a visitar menos veces al médico”.
Optimismo = belleza y salud
Ver el vaso medio lleno o medio vacío parece tener sus consecuencias. No en vano, el gremio de psicólogos sostiene que la alegría facilita el encuentro amoroso y embellece la cara; las mujeres que ríen con placer son más seductoras. Un estudio realizado por la Universidad de Yale, en stados Unidos, acaba de demostrar que mantener una actitud  positiva ante los problemas resulta mejor seguro de vida que tener la tensión baja, realizar un deporte o no fumar. Una media de siete años y medio más de vida por saber sortear los avatares que se presenten armadas con una sonrisa. Para llegar a esta conclusión, la doctora Becca Levy tomó como conejillos de Indias a 660 personas mayores de 50 años y, tras un seguimiento exhaustivo, dedujo que saber afrontar las dificultades diarias con pensamientos positivos insufla un mayor deseo de vivir. Esto mejorará la calidad de vida, frente a aspectos puramente fisiológicos como la presión baja o el colesterol, que aumentan la media de vida unos cuatro años.
La esperanza te puede proteger psicológica y físicamente. Varios estudios demuestran que un intenso desánimo no sólo está relacionado con mayor riesgo de suicidio, sino también con más mortalidad, debida, por ejemplo, al cáncer al o infarto de miocardio. Las personas deprimidas tienen alteraciones en el sistema inmunológico, de modo que se convierten en más proclives a infecciones. Esto puede que explique por qué la depresión se agrava y acelera el desarrollo de enfermedades como el sida.
Christopher Peterson, de la Univer-sidad de Michigan, comprobó en un estudio con universitarios que aquellos que eran más optimistas estuvieron menos veces enfermos (3,7 frente a las 8,6 que estuvieron los pesimistas) y visitaron menos veces al médico (tan sólo una al año frente a las 3,6 de los que tenían actitudes
¿Es sólo cuestión genética?
Todo el mundo recomienda que debemos ser felices, pero nadie explica cómo. Nos dicen que disfrutemos de los pequeños placeres y valoremos lo que tenemos, pero la práctica resulta algo más complicada que esta bonita teoría. Y, para complicarnos más la existencia, están los genes. Ellos delimitan nuestra capacidad de ser felices. Luis Rojas Marcos, psiquiatra y Presidente de la Corporación de Sanidad y Hospitales Públicos de Nueva York, asegura: “Nuestra felicidad se compone de nuestros genes; se ha demostrado que los genes que heredamos son un factor importante a la hora de explicar nuestra predisposición al optimismo, a la extroversión y a la sociabilidad. Los expertos calculan que, en un 40 % más o menos, nuestra predisposición la heredamos de nuestros padres”. Hacer uso de una actitud positiva parece no estar al alcance de todos; según Carmelo Vázquez existe un ‘optimismo disposicional’: “Hay personas que, de una manera automática, creen que lo que les depara el futuro va a ser bueno. No significa que su vida esté repleta de cosas positivas, es sólo su manera de verlo”.
Pero, a pesar de nuestras marcas imborrables, podemos influir positivamente en un 60 % en nuestra felicidad. Ante una dificultad, realizamos un primer análisis de la situación, que puede ser optimista o pesimista. “El primer pensamiento –explicaCarmelo Vázquez–  está ligado a la genética. Por ejemplo, existen personas más extrovertidas a quienes la apertura hacia los demás, y el comunicar sentimientos, les produce mayor sensación de felicidad. La sociabilidad es muy importante de cara al optimismo”.
Cuando tenemos un problema, el primer pensamiento no parece modificable porque se encuentra condicionado por nuestra genética, pero sí puedes actuar sobre el análisis posterior que realizas del mismo. Es aquí donde, los que no tenemos el ADN de nuestra parte,  debemos empezar a trabajar. Hemos de intentar ver el aspecto positivo, encontrar la salida a las dificultades sin tener que sufrir amargamente.
Pero, ¿qué nos hace felices? La felicidad, frente a la idea común de que reside en experimentar estados afectivos deseables, se encuentra en la sensación de estar encaminado a desempeñar unas metas u objetivos en la vida. La sociabilidad, un entorno apropiado, la autoestima, aferrarse al futuro, disfrutar de los pequeños placeres y actuar en consecuencia parecen ser los puntos clave para lograrla.
No lo controles todo
La necesidad de dominar el entorno, inculcada desde la infancia, resulta determinante a la hora de poder disfrutar de una visión optimista. Todos necesitamos creer que controlamos, porque el caos no es asimilable. Pero cuando se rebasan los límites de ese control aparecen miedos profundos que paralizan al individuo. A propósito de esta reflexión, Luis Rojas Marcos asegura que “todos tendemos a autoengañarnos para mantener nuestro nivel de satisfacción, y esto es saludable.
Tenemos que aceptar que poseemos esa capacidad que nos ayuda a sobreponernos en esos momentos tan difíciles”. Entonces, educar en el optimismo se convierte en una prioridad. Conseguir que el segundo pensamiento, sobre el que sí tenemos posibilidad de influir, se vuelque hacia actitudes más positivas se hace necesario para mejorar nuestra calidad de vida. El primero no lo podemos cambiar; uno siente de forma instintiva que algo le va a ir bien o mal, y eso no es variable. Lo importante es intentar analizar con detalle los acontecimientos, sacar lo positivo y buscar soluciones. Como afirma Carmelo Vázquez: “Hay que parar, reflexionar, analizar y ser capaces de mirar en positivo”.
Decálogo del optimista
1- Cuando algo sale mal, la persona positiva piensa que  tiene arreglo.
2- Siempre confía en que la suerte va a sonreírle.
3- Cuando alguien tarda en llegar, no piensa que le ha pasado alguna desgracia.
4- No es excesivamente precavida. Se deja llevar sin prejuicios.
5- Su entorno cree que confía mucho en sus posibilidades.
6- Posee una imagen muy positiva de sí misma.
7- No generaliza las derrotas; las ve como algo aislado.
8- Tiene capacidad de aprender de los errores.
9- Analiza los fracasos de manera que condiciona sus causas a factores externos, y no tanto a su propia personalidad.
10- Consigue mirar con gran esperanza al futuro, en vez  de estancarse en el pasado.
Famosos con buen rollo
Nicole Kidman: “Nunca debemos perder esa emoción que nos produce la inquietud de pensar en lo que nos deparará el futuro. Sólo se puede continuar si miras hacia delante y eres capaz de dejar atrás los problemas. No quiero renunciar a nada de lo que la vida pueda ofrecerme sólo porque, a priori, pueda pensar que encierra peligro”.
Meg Ryan: “Quiero vivir una vida auténtica, de dentro hacia fuera, de fuera hacia dentro. Es muy importante para mí, porque es fácil quedar atrapada en barrena si no eres lo suficientemente cuidadosa”.
Bob Dylan: “Una persona tiene éxito si se levanta por la mañana, si se acuesta por la noche y si, entre medias, hace lo que realmente quiere hacer”.
Isabel Allende: "Cuando sientes que la mano de la muerte se posa sobre el hombro, la vida se ve iluminada de otra manera y descubres en ti misma cosas maravillosas que apenas sospechabas”.
Winston Churchill: “El éxito reside en la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo: un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”.
Mafalda: “Empieza tu día con una sonrisa. Verás lo divertido que es ir desentonado con todo el mundo”.
Paco de Lucía: “Si diera marcha atrás, sin duda hay caminos que no escogería. Pero mientras el éxito envanece, del fracaso aprendes. Y no aprendes a no volver a equivocarte, sino a reaccionar de otra forma ante el error, a entenderlo
y a revitalizarlo”.

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