Me encanta revisionar los grandes clásicos, esas películas que nunca se repetirán y que me recuerdan las sobremesas familiares de mi niñez. Por suerte, un cine en mi ciudad está rescatando este tipo de películas en su cartelera.
Es un lujo ver de vez en cuando un clásico en la gran pantalla, los disfruto de principio a fin. En esta ocasión le tocó a Río Bravo, un western de 1959 que cuenta ni más ni menos que con un 7 en Filmaffinity (una web donde somos los espectadores los que votamos).
Pero más allá de su valoración cinemátográfica, prefiero centrarme en su valor sentimental, en lo que me evoca, en lo que me recuerda, en la sensación indescriptible que me causa el oir un proyector antiguo, el ver las pequeñas motas negras salpicando la pantalla, y de fondo John Wayne y Dean Martin con una de sus canciones...