Revista Insólito

Ríos de España (II)

Publicado el 22 abril 2021 por Monpalentina @FFroi
Por su carácter montañoso, España tiene muy pocas lagunas, pues las pendientes son demasiado rápidas para consentir que el agua se acumule; las que existen por excepción pueden con gran propiedad ser llamadas lagos, sin que esto quiera decir que vayan a competir en tamaño y belleza con los de Escocia. La profundidad de los principales ríos de España ha disminuido y sigue disminuyendo, tanto, que algunos que eran navegables han dejado de serlo, y los canales que habían de sustituirlos están sin terminar; los progresos de la ruina avanzan, y se hace muy poco para neutralizar o corregir lo que cada año ha de resultar más difícil y más caro, pues los medios de reparación disminuirán al mismo tiempo que irán en aumento la miseria ocasionada por el mal y la pusilanimidad, hija de ella. No obstante, últimamente se han formado algunas grandes compañías hidráulicas encargadas de hacer pozos artesianos, terminar canales, convertir algunos ríos en navegables y emitir acciones liberadas, lo cual, sin duda, se hará si no ocurre nada que lo impida. 
RÍOS DE ESPAÑA | CAPÍTULO TERCERO 
Richard Ford, 1846
Ríos de España (II)
Sin embargo, los ríos que pueden hacerse navegables son solamente aquellos que están constantemente nutridos por los afluentes secundarios que bajan de las montañas, cubiertas todo el año de nieve, y éstos, en realidad, son pocos. La mayoría de los ríos españoles son escasos de agua en verano y de muy rápida corriente durante el deshielo, y en estas épocas serían impracticables, aun para las barcas pequeñas. Además suelen estar muy sangrados para los riegos artificiales, y por esta causa su caudal de agua disminuye notablemente; en Madrid y Valencia, por ejemplo, los amplios lechos del Manzanares y del Turia suelen estar tan secos como las playas en la bajamar.
Parece que se les llama ríos sólo por cortesía hacia los magníficos puentes que hay edificados sobre ellos; tanto, que una broma de los forasteros es presentar a los vecinos tratando de vender uno para comprar un poco de agua, o comparar sus sedientos arcos con un hombre en el suplicio, pidiendo por amor de Dios una gota de agua; pero si cae una lluvia fuerte en las montañas, pronto se demuestra la necesidad de su solidez y amplitud, de la anchura y altura de sus arcos y de sus estribos firmes, que al principio parecieron más bien antojo de una arquitectura monumental, que obra de utilidad pública. Los que viven en un país relativamente llano no pueden apenas formarse idea de la rápida y tremenda destrucción que las inundaciones causan en estos países montañosos. La lluvia torrencial forma avalanchas que bajan saltando de piedra en piedra como un torrente, arrollando y arrastrando cuanto encuentran a su paso, socavando la tierra, arrancando rocas, descuajando árboles y casas y sembrando por todas partes desolación y ruina. Pero estas furias suelen ser cortas; así, si el viajero quiere ver el Támesis de Madrid puede darse prisa, si no quiere correr el riesgo de que el río haya desaparecido cuando llegue a verlo.

Imagen: Dama de Elche, De Francisco J. Díez Martín, 11 de diciembre de 2004
Ríos de España (II)
Richard Ford
Hispanista ingles (Londres, 21 de abril de 1796-Exeter, 31 de agosto de 1858)
1844 Manual para viajeros por España
1846 Cosas de España


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