Revista Cultura y Ocio

Riqueza que empobrece

Publicado el 31 octubre 2014 por Benjamín Recacha García @brecacha

Viñeta El Roto
Las 20 personas más ricas de España acumulan una fortuna equivalente a lo que tienen 14 millones de personas
, un 30% de la población (en enero de 2014 era el 20%). Eso sí, seguro que son muy patriotas y que las cajas de seguridad de los bancos de los paraísos fiscales donde guardan sus 115.400 millones de dólares llevan impresa bien visible la bandera española, que lucen con orgullo.

Oxfam Intermón ha hecho público el informe ‘IGUALES: Acabemos con la desigualdad extrema. Es hora de cambiar las reglas’, en el que advierte de que las desigualdades continúan incrementándose a un ritmo vertiginoso en todo el mundo, y con ello también la pobreza. La riqueza de quienes poseen más de mil millones de dólares ha aumentado en un 124% durante los últimos cuatro años, acumulando ya 5,4 billones de dólares, cuatro veces el Producto Interior Bruto (PIB) español.

Precisamente en España, durante lo más crudo de la crisis, un periodo en el que se nos han exigido sacrificios para salvar al país de una situación crítica, con recortes salvajes en el sistema de protección social y en todos los servicios públicos, ese puñado de privilegiados que tienen el dinero por castigo han aumentado su fortuna a un ritmo de 42,3 millones de dólares por día. Así, en el último año la han incrementado en 15.450 millones de dólares.

A nivel mundial entre 85 personas (porque son personas, biológicamente iguales al último muerto por ébola en Liberia o Sierra Leona) acumulan la misma riqueza que la mitad más pobre del planeta, un total de 3.500 millones de personas. En el último año su fortuna ha aumentado en un 14%, es decir, la “modesta” cantidad de 244.000 millones de dólares. Resulta especialmente indecente saber que en el África Subsahariana existen 16 personas que miden su fortuna en miles de millones, conviviendo con 358 millones de personas atrapadas en la extrema pobreza.

¿Más datos? Otro indecente: el 1% de los más ricos de España tienen tanto como el 70% de la población y tan sólo tres individuos acumulan una riqueza que duplica sobradamente la del 20% más pobre.

“Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. No es una perorata marxista, no, sino el artículo 128 de la vigente y diríase que sacrosanta, para lo que interesa, Constitución Española. Este artículo, sin embargo, como tantos otros, está olvidado en lo más profundo de un cajón. Me extraña que PP y PSOE no se hayan puesto de acuerdo aún para eliminarlo.

Oxfam - Sao Paulo

La favela de Paraisópolis y el lujoso distrito de Morumbi. Contrastes en Sao Paulo (Brasil).   Foto: Tuca Vieira

El informe de Oxfam Intermón identifica las dos causas principales que explican el incremento de la desigualdad: “el fundamentalismo de mercado y la captura política por las élites, que resulta en leyes hechas a la medida de los intereses de unos pocos”. Apuesto a que todos los que estáis leyendo este artículo habríais llegado a la misma conclusión. Vivimos en una democracia secuestrada por los intereses de una élite económica, que nada tienen que ver con el bien común. La única pretensión de ese puñado de privilegiados es continuar acumulando poder y dinero, y para ello se sirven de las instituciones que en teoría deberían protegernos de las perversiones del sistema.

Llevamos unos días en que parece que los corruptos salen de debajo de las piedras. Es lo que pasa cuando el sistema está a tope. Ha colapsado, ya no es capaz de procesar más porquería y ésta asoma por donde puede. Permitidme que opine que los datos que revela el informe de Oxfam y esa corrupción endémica están estrechamente relacionados. La desigualdad es síntoma y a la vez consecuencia de la corrupción. No es ético, ni probablemente lícito, que tres personas tan mortales como cualquiera de nosotros tengan más dinero que millones de personas que no saben si podrán pagar el alquiler a final de mes.

Oxfam - Hamida Cyimana

Una niña de 6 años escribe en la pizarra de su padre, maestro en Rwanda.   Foto: Simon Rawles

No es ético, ni humanamente admisible, saber que con un 1,5% de la riqueza de los milmillonarios del mundo se garantizaría la escolarización de todos los niños de los países más pobres del mundo y asistencia sanitaria en los 49 países con menos recursos, y no ponerle remedio. No es ético, ni humanamente admisible, pero es lo que ocurre. Los ricos siguen acumulando dinero que ni viviendo 200 años gastarían mientras los más pobres rezan por que llueva para poder cosechar algo que llevarse a la boca, rebuscan entre la basura o, simplemente, esperan a que la muerte los rescate.

“La experiencia nos ha demostrado que la pobreza y la desigualdad no son inevitables o accidentales, sino el resultado deliberado de decisiones políticas. Es preciso y urgente cambiar las reglas y los sistemas que han permitido esta explosión de desigualdad. Se necesitan acciones urgentes para equilibrar la balanza, poniendo en marcha políticas que redistribuyan los recursos y el poder que actualmente se concentra en una minoría, y una mayor apertura democrática que dé voz a los más vulnerables”, advierte la ugandesa Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam.

Coincidiendo con la publicación de su informe en 50 países, la ONG internacional ha lanzado la campaña ‘IGUALES: Acabemos con la desigualdad extrema. Es hora de cambiar las reglas’, cuyo objetivo es presionar a los gobiernos del mundo para que cambien sus políticas y atiendan de una vez a las necesidades de la población. Si queréis, podéis sumaros aportando vuestra firma.

No vivimos en el Antiguo Régimen, la miseria no es un castigo divino y tenemos derecho a reclamar su erradicación.

 


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