Los caminos del marketing son inescrutables. Llega a esa conclusión mientras paladea una copa de vino peleón un jueves cualquiera en una fiesta sólo para chicas. Lo de chicas es un decir porque su amiga y ella son las más jóvenes del lugar y las únicas que van con vaqueros. Es decir, las que van a un afterwork en sentido literal del término porque acuden directas de currar, todas bronceadas a lo Ana Mato y yo con estos pelos.
Ella nunca fue de aquellas que abrazó el juernes con fruición. Ni siquiera de universitaria. Pero con la edad, las risas entresemana son imprescindibles. Alguien le dijo que, de vez en cuando, se ha de aprender a ser irresponsable si no conlleva consecuencias. Y en ello estaban, en ser irresponsables sólo la puntita, cuando, sin mediar palabra, dos chicas muy joviales toman asiento y comienzan a hablarles de las bondades de ciertos cosméticos.
La fiesta glamurosa resultó ser en sí misma todo un patrocino. Con una gran sonrisa se quitan aquellos dos bellezones de encima como pueden. Acto seguido, otra vendedora. Aquello parecía la silla caliente del marketing. La mujer portaba en brazos cuatro cajas negras. El secreto tarda poco en desvelarse. Les intenta vender tinte púbico.
Les explica que, como ya sabrán, con la edad comienzan las canas. También ahí. ¿Cómo ya sabrán? Se ratifica: son las más jóvenes de la ladies night. Con una cara de dignidad y una madurez envidiable consiguen aguantar la carcajada hasta que saca los colores fucsia y lila. Estos últimos, no permanentes.
Su amiga, con un saber estar y una maestría formidables se sacude a la comercial con un: “Muchas gracias pero ambas llevamos la depilación con Alejandrita”. Ante aquel argumento irrefutable, la mujer se va por donde ha llegado. Y ellas continúan con su charla intrascendente. Y con risas para un mes.
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure