ATLAS NEGRO (por Román Sanz Mouta)
Creéis que conocéis el infierno. Algunos piensan que lo han vivido; muchos que lo han visto. No basta con reproducir el más perverso vídeo de Internet. No basta con imaginárselo. Tras los pasos de una niña y un peregrino por las entrañas de la Parroquia, la mayor expresión de infamia conocida, los subsuelos arden. Las llamas se filtran por la corteza terrestre, repercutiendo de maneras que enajenan nuestra realidad.
Empezó con los espíritus, que llamamos huellas; y lo aceptamos. Pero su infestación nos desbordó. Siguió con los colores en el cielo…, con la paulatina aparición de nuevos astros en la noche. Con el desmoronamiento de nuestras leyes. Y acabó con descomunales manifestaciones de energía merodeando por los confines de la Tierra. O eso creímos.
Soy miembro numenario del Consejo Nocturno, el más imponente círculo de conocimientos y sombras que ha existido en Europa. No importa que muchos me crean muerto o fugado. Yo sigo rumbo al Acervo: el lugar donde duermen los libros sagrados. Los libros terribles. Llevo conmigo por estos caminos de jungla las cicatrices de la batalla de las logias. Conozco bien los móviles de esos banderizos capaces de descerrajarte un tiro en la sien y disolverte en ácido.
Lo hacen por las mismas razones que lo haría yo.
Los reinos cambian. Pronto necesitarán nuevos reyes.
AUTORES
Álvaro Aparicio • David Jasso • Isabel Galán • Santiago Eximeno • J.R. Plana • Javier Martos • Dani Guzmán • Rubén Serrano • Miguel Ángel Aispuro Ramírez • Víctor Selles • Miguel Garrido de Vega • Cristina M. Caladia • Marta Junquera • Marcelo di Marco
CRÓNICA DEL QUERIDO APOCALIPSIS
Siempre que leo una novela cataclísmica y/o apocalíptica me quejo de no llevarla más lejos, al límite. De reducirse a historias pequeñas de un lugar o unas pocas personas. Minimizarla sin ver consecuencias reales más allá de escenas para lucirse o mostrar efectos especiales y fuegos de artificio verbales.
Aquí, por medio de fragmentos, piezas y relatos, consiguen abrumarme, enseñarme todos los mundos y consecuencias. En procesión, en progresión. Alrededor del globo, encima y debajo.
Y me gusta.
Las multivoces dentro de ese nudo narrativo aportan una riqueza y cambio de perspectiva ingente, provocando que te ates a cada texto e historia. Que valores los detalles.
Y, sobre todo, te hacen pensar, condicionado a imaginar tu propio mapa crono-espacial de lo que está pasando, sus vínculos, y vislumbrando lo que no cuentan o está por llegar. Teorizando. Participando de la historia.
Igual que también creo que funciona mejor en dosis cortas ya que, al ir aproximándose el desenlace, la extensión de cada texto crece y desconecta un poco para vivir los sucesos en drama único y no como parte de la global, que también. Pero es una cuestión de percepciones. Personalmente, esa sucesión inicial de historias vertiginosas me seduce más, me introduce y crea lazos indivisibles con cada espacio-tiempo del horror que acontece.
Pero tras divagar mi opinión, vayamos al grano de lo que ofrece este Atlas Negro.
Un proyecto ambicioso que ha debido resultar exhaustivo para su perpetrador, casi un relojero aunando piezas. Corporaciones, sectas, vigilantes que siempre estuvieron y siempre estarán protegiéndonos a la masa mundana, priorizando primero, por supuesto, su autopreservación. Estudiosos de lo extraño. Los otros mundos. Que no colisionen. Y lo hacen.
Las huellas. Representaciones. Quizá recuerdos. Quizá fantasmas. Pero es solamente la puerta a mucho más. Un aviso. El inicio. Y eso lo cambia todo. El mundo se agita para darse la vuelta. La locura pasa a ser parte del menú cotidiano. Las reacciones de cada individuo o agrupación se vuelven bandos irreconciliables. Estas huellas en progresión, que crecen y se hacen más terribles día a día (la maravillosa sombra de Lovecraft una vez más, gracias maestro). La humanidad que saca su mejor y su peor lado con actos tan bondadosos como atroces (¿te suena, Covid-19?). Y los que no pueden estar más lejos de ser héroes, traspasando el umbral, acudiendo a beber del origen, renunciando a la cordura, buscando soluciones o sabiduría para terminar con esta onda imparable.
¿Dónde está Dios?
Pero la guerra contra las huellas y aquellos que las adoran también es una batalla interna entre esas corporaciones cuasi religiosas, para adoptarlas, descifrarlas, usarlas. La ambición, estigma del hombre.
El resultado: escenas grotescas, muertes y no muertes (aún peor), descarnadas, entidades ciclópeas, númenes incomprensibles e inconcebibles, nuevas criaturas…. Todo eso deben afrontar.
La realidad cambia. Cada persona que sobrevive, también. De forma inexorable.
Y deja el final, sin spoiler, con ganas de continuación, saber y seguir adentrándose. Como si esto fuera un prólogo… Uno maravilloso y terrible.
Repito, la conjunción de autores y autoras en sincronizado caos tiene consecuencias imprevisibles. Y ofertan una lectura para aventureros. Con plumas reseñables a parte del creador primigenio y original del concepto (enhorabuena Álvaro). No puedo destacar a todos y todas cuantas quisiera, pero debo, por conciencia, nominar a J.R. Plana por su manera de expresarse. Junto con los nexos.
Es verdad, y lo digo con tristeza, que todavía no he podido disfrutar de las versiones radiadas por Noviembre Nocturno de los relatos. Algo que le aporta una dimensión extraordinaria, porque ello resulta de la combinación de leer y escuchar a la vez, como las viejas historias de terror alrededor de la hoguera. Lo haré. Vosotres deberíais.
Pues, en resumen, ya me atraía de antaño, al ver su edición física y leer su inquietante sinopsis. Creció esa conexión tras hablar con el creador y alguno de los autores. Y no estaba equivocado. Una gran obra, arriesgada, inquisitiva, evolucionadora.
Mis felicitaciones a los implicados. Y al lector o lectora que apuesta por acercarse a este miedo que vendrá, sin duda.
Pd: quiero participar de esta locura, lo necesito, ser parte, ofrendar un texto…