La victoria que necesitaba conseguir ante Atlanta para recuperar el liderazgo del torneo Nacional, River la obtuvo con comodidad y brillantez, completando la que sin lugar a dudas ha sido hasta el momento su mejor actuación a lo largo de estas nueve jornadas.
Lucido y arrollador. Así se mostró River. Contundente como pocas veces para endosarle nada mas ni nada menos que siete goles a un equipo de Atlanta absolutamente descompuesto. Al que superó sin piedad desplegando un fútbol atractivo y exquisito.
La paridad jamás existió. Con tres cambios respecto al equipo que había igualado sin goles ante Ferro, el cuadro conducido por Matías Almeyda saltó al campo con una agresividad que hasta aquí no había exhibido. Consciente de que necesitaba volver al nivel de aquellas primeras tres jornadas en las que tan buenas sensaciones había dejado.
Convertir rápido fue realmente valioso para River. Le permitió soltarse aun más y encontrar muchísimas facilidades de mitad de cancha hacia adelante, porción del campo en la que se movió con audacia, inteligencia y precisión para aprovechar los espacios dejados por un equipo visitante expuesto y mal colocado.
De vuelta al primer equipo tras haber perdido la titularidad, Martín Aguirre fue quien convirtió el primer gol. La jugada la inicio Sánchez, quien sacó provecho de un error en el control de Lugo y asistió a Cavenaghi. El delantero definió, Llinas dio rebote y el futbolista de Olimpo solo tuvo que empujar el balón. Se jugaban 13 minutos.
Posteriormente, transcurrieron solo seis y River volvió a marcar, esta vez por intermedio de Cavenaghi, quien con su extraordinario Hat Trick protagonizó una tarde inolvidable.
Gestada luego de una salida en falso de Cherro, la primera de muchas, la maniobra tuvo nuevamente la participación de Sánchez, quien peleó el balón con Llinas y permitió la escapada del goleador . Un tanto escorado hacia el costado derecho, Cavenaghi dio muestras de su jerarquía y colocó muy bien el balón entre el poste y el arquero.
Cómodo y en ventaja, River estuvo lejos de serenarse. Nunca mermó la presión, liderada por un Cirigliano de actuación formidable. Como tampoco la ambición de un grupo de futbolistas sedientos de más, ávidos de demostrar lo bien que pueden llegar a congeniar colectivamente.
Picante, participativo e influyente al igual que Sánchez, Ocampos fue el encargado de anotar el tercero poco antes del descanso, luego de una acción muy bien armada por Ríos, quien antes había desperdiciado un par de chances claras, y Cavenaghi.
Sin respuestas ni anímicas ni futbolísticas, una vez iniciado el complemento Atlanta no supo como evitar lo que se le vino por delante, un aluvión de situaciones que River aprovechó para darle forma a una goleada histórica, firmada por dos tantos más de Cavenaghi, uno de ellos con vaselina incluida, en el primer cuarto de hora y uno de Fabián Bordagaray poco antes de los 30.
También ingresaron, además de Bordagaray, Facundo Afranchino y Mauro Díaz, quienes también pudieron sumarse al show y aportarle lo suyo a un encuentro que se cerró con el tanto anotado por Ríos, luego de una acción rápida propiciada por el propio Díaz, y el inútil descuento marcado de penal por Abel Soriano.
Luego de haber ganado, gustado y goleado, River se retiró ovacionado. Confiando en que el paso dado ante Atlanta marque el inicio de una muy buena seguidilla de triunfos que le permitan diferenciarse de quienes lo persiguen en lo alto de las posiciones. El camino de regreso aun es eterno.