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River en la B: Con Aguirre y sin Chori, es mejor

Publicado el 10 octubre 2011 por Marianofusco

River en la B: Con Aguirre y sin Chori, es mejor

En Parque Patricios van 35 minutos del primer tiempo y River gana 2-1. El jugador visitante agarra la pelota, se escapa entre dos marcadores de Huracán en el círculo central y comienza la recorrida hasta el área rival. Está con confianza: acaba de hacer su segundo gol de la tarde. Levanta la cabeza, ve a un compañero y entrega un pase. La pelota pega en el palo.

El hombre en cuestión podría haber sido Alejandro Domínguez. Pero no. Es pelado, petizo y usa la “7”. Es que desde que Martín Aguirre, quién convirtió los dos goles en la victoria de River ante Huracán, volvió al once titular y “Chori” Domínguez salió, River juega mejor. Es más vertical, más práctico: tiene un juego más asociado. Las jugadas no se diluyen en centros que terminan en las manos de los arqueros rivales, los contraataques no pierden velocidad.

Desde que Domínguez no está, Fernando Cavenaghi se tira atrás y participa en la gestación de juego. Y en la finalización, también. Desde que el ex delantero del Valencia está engripado, juega Andrés Ríos. Y lo hace muy bien. Ambos delanteros patearon mucho al arco. En varias ocasiones fallaron, es verdad. Pero a diferencia de otros partidos, tanto ellos como el resto de sus compañeros, probaron. Y si probaron es porque encontraron chances, algo que River no tenía hace varios partidos. En otras, acertaron: de los 21 goles que marcó River en el campeonato, 9 fueron en los últimos dos encuentros. Y en ambos partidos no jugó Domínguez.

Es que hace dos partidos que Carlos Sánchez está más participativo, que se anima a encarar más a los defensores. Es que desde el partido con Atlanta, juega Aguirre. Y Aguirre fue clave en la victoria en Parque Patricios. De gran desempeño, el bahiense, como dicen en el barrio, “se comió la cancha”: presionó, corrió, se movió, pidió la pelota, habilitó a sus compañeros. Y la metió dos veces.

Después de las dos victorias en la semana, River dejó de ser un equipo lento, previsible y poco atractivo. Pero en ataque. Dejó de serlo sólo cuando ataca. Atrás continúa con los problemas conocidos: Alexis Ferrero no dio seguridad; tuvo una falla grave en el único gol de Huracán. Los laterales, Carlos Arano y Luciano Vella, son dos jugadores cuando pasan el Ecuador y otros distintos desde su área hasta la mitad de la cancha. Leandro Chichizola, cada día más indiscutido, se encarga de corregir todas las fallas.

Es que después de estas dos victorias, y a una semana de poner en juego la punta frente a Instituto en Córdoba, Matías Almeyda tiene un problema. Un lindo problema: encontró un once titular, encontró un equipo que se entiende, que juega, que se acerca a a su idea futbolística y que, encima, gana. Pero en esta formación no están Domínguez ni Rogelio Funes Mori. En esta formación resigna al ídolo que volvió de Europa para conseguir el ascenso y pone un volante que, a pesar de lo que mostró en estos últimos dos encuentros, tiene más marca que juego. En esta alineación juega Andrés Ríos, un chico que hasta el torneo pasado ni concentraba, y queda afuera el delantero por el que Daniel Passarella rechazó ocho millones de euros.

Almeyda tiene un dilema: poner en cancha lo conocido, lo efectivo, lo que rinde. O apostar; apostar a los ideales, a lo que él imagina. Un dilema que Almeyda tendrá una semana para resolver.


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