El histórico partido de vuelta de la Final de la Copa Libertadores disputado anoche en el Estadio Santiago Bernabéu terminó con la victoria en la prórroga de River Plate por 3-1 frente Boca Juniors, su eterno rival. Los millonarios fueron mejores que los bosteros y jugarán dentro de ocho días la semifinal del Mundial de Clubes.
Había mucho temor por la posibilidad de que se produjeran altercados entre las aficiones de ambos equipos. Fue todo lo contrario. Madrid vivió una fiesta argentina por todo lo alto, sin incidentes y con un comportamiento ejemplar de todos. Cuando los ultras no están de por medio todo es más fácil y bonito. Los radicales son una lacra nauseabunda que debe ser erradicada por completo.
Sobre el césped no se vio un gran espectáculo futbolístico, aunque sí hubo tres goles muy buenos. El partido fue el típico de una final: miedo a perder, muchos nervios e imprecisiones y más corazón que cabeza. Se adelantó Boca Juniors al filo del descanso. Un gran pase al hueco del uruguayo Nahitan Nández fue aprovechado por Darío Benedetto para batir a Franco Armani. Cobraban ventaja los xeneizes en el último minuto de la primera parte.
Sin embargo, el tanto encajado no le hizo daño a River Plate, que volvió de la pausa más entonado y sin verse afectado psicológicamente por verse detrás en el marcador. Empató Lucas Pratto tras una magnífica jugada de los pupilos de Marcelo Gallardo a los sesenta y siete minutos del partido, haciendo justicia a lo que se estaba viendo sobre el terreno de juego.
Juan Fernando Quintero golpea el balón para hacer el segundo gol de River PlateLa balanza se inclinó definitivamente para el lado de los millonarios con la expulsión de Wilmar Barrios nada más empezar la prórroga. Las opciones de Boca Juniors pasaban por defenderse con uñas y dientes durante la media hora de tiempo extra y esperar a que los penaltis decidieran la final. En esas estaban cuando el colombiano Juan Fernando Quintero (jugadorazo enorme) se sacó de la manga un tremendo zurdazo que se coló en la portería rival tras tocar en el larguero, poniendo a River Plate por delante en el marcador
A la desesperada intentaron los de Barros Schelotto empatar el partido y a punto estuvieron de hacerlo en la penúltima jugada de la final, pero el tiro de Gonzalo Jara se estrelló en el poste. La última jugada del encuentro fue un saque de esquina de Boca Juniors, con su portero intentando rematar. Jugaban ya los bosteros con nueve porque Fernando Gago se tuvo que retirar con el tendón de Aquiles roto. Se botó el córner, el balón salió rebotado hacia la frontal y allí volvió Juan Fernando Quintero a sacar su clase a pasear, haciendo un autopase con el tacón y sirviéndole la pelota a Gonzalo Martínez para que este lograra a puerta vacía el definitivo 3-1.
Así fue como transcurrió un partido para la historia que ojalá no vuelva a repetirse. Y no me refiero a que no la disputen los dos grandes del fútbol argentino. Solo deseo que las circunstancias que han rodeado a la Final de la Copa Libertadores 2018 no vuelvan a producirse. Ojalá que todo lo ocurrido sirva como lección.