Por Gastón del Torto / @g_deltorto
A lo largo del campeonato, River no mostró muchas veces el afán por ir a buscar más de un gol. De hecho, sólo con Huracán y Newell’s, los dos últimos del campeonato, pudo conseguirlo. Por eso, esta tarde contra Belgrano tenía una difícil tarea, intentar hacer lo que no pudo en estos últimos seis meses: salir a buscar un partido.
Los cambios del técnico con respecto al encuentro del pasado miércoles fueron claros y lógicos. Como había pedido Ramón Díaz en la semana, debía jugar lo grandes. Por eso Carlos Arano volvió a ocupar la mitad de cancha al lado de Walter Acevedo, nuevamente titular. Leandro Caruso y Mariano Pavone jugaron arriba y los dos volantes externos fueron realmente mediocampistas y no laterales. Roberto Pereyra por la izquierda (donde más cumple) y la vuelta de Facundo Affranchino, por el otro sector, quien pasó de no concentrar a ser titular.
Esta serie de dudas y poco criterio a la hora de los cambios, complicaron a River en estos dos partidos. Además del volante derecho, Juan José López incluyó en el banco a Fabián Bordagaray y Daniel Villalba. El primero jugó poco menos de una hora en todo el campeonato y el segundo no lo hacía desde la época de Ángel Cappa. Al menos en el Clausura se había manejado con una serie de jugadores, un grupo de 13 o 14 jugadores. Pero el miércoles en Córdoba sorprendió poniendo a los “pibes” y hoy apostó con los “viejos”. A diferencia de Ricardo Zielinski quien volvió a repetir los mismos once.
A pesar del desorden, la tosquedad y la increíble cantidad de pelotazo, River fue más que Belgrano a lo largo del partido, mereció más. Pero la suerte no estuvo de su lado. Sin duda sus actuaciones en el Clausura justificaban el presente, pero esta tarde, el equipo jugó para quedarse en primera.
Naturalmente fue un partido trabado, donde se corrió y se trabó mucho. Belgrano, esperó replegado e intentó mantener la ventaja conseguida en Barrio Alberdi. De hecho, a los 4 minutos, Sergio Pezzotta anuló correctamente, a instancias del línea, un gol de tiro libre de César Mansanelli. Sólo tres minutos después, Pavone aguantó la pelota de espaldas, se dio vuelta y definió fuerte abajo al palo izquierdo de Juan Carlos Olave. River conseguía lo que había ido a buscar, un gol tempranero.
En ese primer tiempo, el conjunto local tuvo varias chances para ponerse 2-0. Eso fue lo único que le faltó para mantener la categoría: efectividad. Caruso pifió la suya, Juan Manuel Díaz cabeceó por arriba, Pavone definió al bulto y Carlos Arano disparó fuerte pero lejos. Las oportunidades se sucedían pero no se aprovechaban. Para colmo, el árbitro dejó pasar un clarísimo penal de Claudio Pérez al ex Godoy Cruz. Belgrano controló la pelota con Franco Vázquez y César Pereyra, que tuvo la única del “Pirata” en esa etapa.
Los últimos 45 minutos fueron un poco más parejos aunque aumentó la intensidad y el nerviosismo del público local. River buscó atropelladamente aumentar la ventaja pero el segundo gol no llegaba. El “Picante” Pereyra ya había desperdiciado una opción clarísima cuando en una contra a los 16’, cuando el uruguayo Díaz intentó despejar, la pelota dio en Alexis Ferrero, le quedó a Guillermo Farré (adentro del área y de frente a Juan Pablo Carrizo) quien definió fuerte al medio. La historia parecía sentenciada, el descenso era inminente. Pero a los 25’, Caruso fue derribado por Tavio, Pezzotta cobró penal y Pavone tuvo su chance. Definió fuerte y apenas cruzado, Olave adivinó y se quedó con el remate sin dar rebote.
Los sueños de los miles que estaban en el estadio y de los millones en casa, se destruyeron. Los pedidos, los rezos, las plegarias, las apuestas no alcanzaron, se desplomaron en ese mismo segundo. El resto fue locura, desesperación y muy poca claridad.
No faltaron los cánticos amenazantes de aquellos delincuentes que nunca pagan, que manejan la reventa, aludiendo que iban a matar a los jugadores. Gracias a dios, los socios, los verdaderos socios del club, entonaron el “Soy de River, soy de River, yo soy” que acalló al grupito de 100 o 200 barras.
Técnicamente el encuentro terminó suspendido a los 44 minutos del segundo tiempo por la locura de esta gente. Los jugadores de Belgrano salieron rápidamente del campo, en cuanto hubo alguna garantía, y los de River tuvieron que esperar algunos minutos más. La imagen de Carrizo y Pereyra con lágrimas en los ojos deja en claro el sentimiento de ambos por la institución. Como así el de varios en las tribunas.
En fin, River descendió. Ya no forma parte del selecto grupo de equipos que en su historia no visitó la segunda categoría. Sólo Independiente y Boca mantienen ese rótulo. Ahora habrá que ver como sigue esto. Comenzarán los viajes largos al interior del país, canchas pequeñas, campos difíciles de maniobrar y una temporada en la que el equipo deberá replantearse actitudes y planteos si quiere volver a la máxima categoría del fútbol argentino.