Revista Educación
Giacomo Rizzolati acaba de recibir el Premio Principe de Asturias de Investigación Científica y Técnica por su descubrimiento de las neuronas espejo. Parece que el descubrimiento tuvo lugar de forma algo fortuita, mientras que se estaba analizando la activación cerebral del área sensoriomotora del cerebro de un simio mediante electrodos y un auxiliar entró en el laboratorio comiendo un helado. Se cuenta que determinadas neuronas del simio se activaron en el momento en que el auxiliar se llevaba a la boca el helado.En experimentos posteriores se observó que las neuronas espejos se activan cuando observamos que alguien realiza una determinada acción como abrir la boca o rascarse la cabeza. Es decir, en el cerebro del observador se activan las mismas neuronas que en el del sujeto que realiza la acción, aunque con algo de menos intensidad, como si ese sujeto estuviese realizando dicha acción. Este contagio se observa de forma muy clara ante las expresiones faciales, así los estudios con resonancia magnética funcional nos muestran cómo cuando los voluntarios cuyos cerebros están siendo escaneados observan un semblante triste o sonriente de otra persona, se activan en su cerebro las mismas zonas que en las personas que experimentan la emoción. Por lo tanto, el fenómeno de la empatía o contagio emocional se asienta en estas neuronas espejo, que establecen un ámbito de sensibilidad compartida que nos permite entender mejor los sentimientos y estados emocionales de aquellas personas que vemos, al permitirnos convertirnos, de forma parcial, en ellas. Se trata de una especie de wifi emocional que nos facilita la comprensión de las emociones ajenas de una forma intuitiva, sin que intervenga el razonamiento. Por ello lloramos o reímos con la tristeza y felicidad ajena, incluso cuando estas son simuladas como en el cine, y por ello nos afectan tanto las desgracias de otras personas y tratamos de aliviar su dolor.Sin embargo, y aunque la empatía es un fenómeno natural que se encuentra en la base de la prosocialidad, existen muchos factores, tanto genéticos como contextuales, que marcan importantes diferencias individuales, y que hacen que en muchas personas la empatía sea tan débil que se vea desbordada por otros sentimientos y pasiones humanas como la envidia, la crueldad o la avaricia.Eso explica en parte la actitud de los especuladores financieros, cuyo afán insaciable de enriquecimiento personal les llevó a causar una crisis que está provocando tanto dolor y sufrimiento en millones de personas, y que en el magnífico documental "Inside Job" muestran una insensibilidad y una falta absoluta de remordimiento. Sin duda, se trata de personas con un wifi emocional averiado, pero también son sujetos que han crecido en una sociedad individualista en la que el éxito personal y el enriquecimiento han prevalecido sobre otro tipo de valores, como la satisfacción por el trabajo bien hecho o el esfuerzo por mejorar con nuestra pequeña aportación el mundo en el que vivimos . Y ello nos lleva a pensar en la enorme responsabilidad de los gobiernos que permitieron los movimientos especulativos que han arruinado el futuro de varias generaciones.
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