Robert Boyle (1627-1691), que se crió en el Castillo de Lismore, en el Condado de Waterford, fue uno de los principales protagonistas de la revolución científica del siglo XVII.
Algunos le consideran el padre de la química moderna.
Descubrió una verdad científica fundamental:
"La presión de un gas en un recipiente cerrado es inversamente proporcional al volumen del recipiente cuando la temperatura es constante", que se convirtió en la Ley de Boyle.
Esta ley permitió comprender mejor los mecanismos de la presión y se utilizó para todo, desde jeringas hasta exploración submarina. Pero sus logros no se limitan al descubrimiento de verdades universales, también inventó la bomba neumática y una máquina de movimiento perpetuo.