Robert Morris, 2011
Antes de visitar la exposición que el IVAM le dedica a Robert Morris, la obra del artista americano era para mi sinónimo a la antiforma de sus fieltros, el minimalismo y los proyectos de Land Art. No imaginaba que tras la obra de uno de los artistas y teóricos más importantes del arte de la segunda mitad del siglo XX se escondiera semejante producción de dibujo.
Vista parcial de la exposición
Robert Morris, Sin título, dibujo para el Ottawa project, 1975. Foto: Camilayelarte
Robert Morris, diseños para el Ottawa project, 1975. Foto: Camilayelarte
No sé hasta qué punto es romántico pensar que por más conceptual o no objetual que sea una obra, su idea primigenia siempre se expresa a través de un lápiz y un papel. El diseño previo de un proyecto expresa el proceso de gestación y desarrollo de una obra, pero la exposición del IVAM no es tanto la invitación a curiosear en ese proceso sino a comprender los dibujos de Robert Morris como un conjunto autónomo de obras, un medio de expresión y de construcción del pensamiento.
Vista parcial de la exposición, Blind series, Foto: Camilayelarte
Robert Morris, Los desastres de la guerra, 2006. Foto: Camilayelarte
Robert Morris, el dibujo como pensamiento no es una exposición sobre los diseños previos de los proyectos de Land Art o de su serie de laberintos, las obras expuestas recorren el interés del artista por la historia del arte, la política y la filosofía, utilizando el dibujo como un lenguaje propio y autónomo para la exploración de estos temas. Cezanne y el Mont Saint Victoire o los Desastres de la Guerra de Goya son algunos de los referentes que Robert Morris reinterpreta a través del dibujo. No se trata de un homenaje, sino de un sistema de reflexión y representación de la realidad histórica y política de nuestro tiempo que renuncia a las referencias del pasado y consigue escapar al academicismo que se le supone a dicho medio artístico.
Robert Morris. Foto: Camilayelarte
Lo que más me sorprendió al visitar la exposición fue comprobar que alguien puede renovar el lenguaje artístico a través de la ruptura con la tradición, como hizo Morris con los fieltros y los postulados de su famoso texto Anti Form y utilizar esa misma tradición en otro medio artístico para renovar su alcance y significación en el arte. Los dibujos de la exposición pasan de los figurativo a la abstracción como en las Blind Series, o de simples bocetos y diseños a instalaciones monumentales que apuntan a las posibilidades arquitectónicas del dibujo. Da un poco la sensación que hay más libertad en estos dibujos que en las obras que han hecho famoso a Robert Morris, si hasta ahora lo identificaba con una serie concreta de trabajos, a partir de El dibujo como pensamiento su trayectoria me parecerá todavía más basta y genuina, una exploración constante de las múltiples posibilidades del arte como medio de expresión y análisis de la realidad, sin límites ni fronteras estilísticas, teóricas o cronológicas.