Revista Opinión

Roble y pétalo a la vez

Publicado el 12 mayo 2019 por Grettaespinosa
Roble y pétalo a la vez

Roble y Pétalo a la vez

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Foto: Internet

La madre cubana está hecha de roble y pétalo, en una composición misteriosa donde empuje y ternura se acomodan para lograr un equilibrio sin precedentes. Con impecable destreza es capaz de sostener biberones y pañales, uniformes y crayolas en la diestra, mientras a la siniestra exhibe con orgullo tiza y borrador, un estetoscopio, tinta y papel, una partitura o un fusil; porque las madres de esta Isla tienen eso que llaman el “don de la ubicuidad”. Casi todas cumplen con no poco agotamiento la doble jornada, ocho largas horas en el centro laboral, y otras incontables a cargo del bebé.

Y digo bebé porque no importa la edad de los hijos, siempre serán “la niña” o “el niño”, y cuando se presentan así a desconocidos, sorprende muchas veces ver hombres y mujeres “hechos y derechos”llamados del mismo modo que un pequeño de cinco años.

Las madres, las nuestras, saben de todo un poco. Conocen el sitio exacto de las compresas para la fiebre, el secreto para mejorar la caligrafía en el primer grado, el punto exacto de la natilla o el remedio para dolores del cuerpo y del alma.

Son esas mujeres-pulpo, pendientes de la conferencia que tal vez deban pronunciar ese día, del informe a entregar, y de la vacuna, el libro de texto, la abuela o el abuelo. Sí, porque está de más apelar a estadísticas para saber que a la mayoría toca, por cuestiones aún no saldadas de género, el cuidado de los más viejos.

No falta el regaño porque detrás de los ocasionales “halones de oreja” se esconde una buena dosis de amor. Madre que ama corrige, y fuerte, porque fuerte es el sentimiento mismo que la mueve a hacerlo.

Y de las abuelas cubanas ¿qué decir? Son la doble fórmula. Dos veces madre para querer y tres para consentir. El hilo de salvación en semanas de receso, vacaciones, días de mocos y calenturas.

Abuela siempre está. A muchas solo falta el acto biológico de dar a luz los nietos, aunque de disimiles modos ellos llegan también al mundo en brazos la “vieja” de casa. Ella es también anónimamente responsable de la omnipresescencia de mamá, de su capacidad de alternar con maestría hogar y oficio.

Todo canto sobra, porque la propia vida las sitúa en el podio. Madres y abuelas cubanas:nuestro primer pensamiento cuando invade una pena, la primera llamada cuando el éxito toca a la puerta. La flor en el vaso, el beso al retrato, el viaje al silencio, cuando no están.


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