desplegaba mi tienda,
en el castillo -como el Cid- velando.
Vigilaban las torres de alegría.
Vela de mediodía.
Eran las doce en punto en San Servando.
Y me volví a mirar las torres claras,
lámparas y almenas,
alto ajedrez de heráldica y denuedo.
Qué cuerpos de sonora arquitectura,
bajo la luz tan pura,
pirámides y cubos de Toledo.
Gerardo Diego. Elegía heroica del Alcázar (1945)