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Rodrigo de Paul y el elogio de la verticalidad

Publicado el 12 noviembre 2018 por Trescuatrotres @tres4tres

Hay jugadores que necesitan encontrar su punto de cocción, un hábitat preferencial, tanto dentro como fuera del campo, un momento y un lugar, un estilo de juego... Multitud de factores que puedan hacerles parecer una medianía o un gran futbolista. Hoy tratamos el caso de un jugador argentino que ha necesitado saltar el charco dos veces para asentarse en el fútbol europeo. Si en el primero pareció un talento sobrevalorado, en este segundo intento ya suena para equipos más grandes y es líder en su escuadra. Se trata de Rodrigo de Paul, un mediapunta clásico y vertical, que en el Valencia C.F. pareció un bluf y que ahora triunfa en el Udinese y es llamado por su selección.

Se trata de un mediocampista de corte muy ofensivo, que tiene el gol entre ceja y ceja, ya sea para anotarlo, llegando desde segunda línea o con su fenomenal disparo desde fuera del área, o para darlo, con una buena visión de juego para superar líneas. También destaca por su regate, que hace de su fútbol un elogio de la verticalidad. Siempre mira hacia delante y es difícil frenarle con el balón en los pies. Su liviandad le ayuda a quebrar rivales, pero le hace propenso a ser derribado y recibir faltas. También es un habitual en los lanzamientos a balón parado, siendo el especialista del Udinese a la hora de colgar faltas e incluso para tirar los penaltis.

Es un jugador al que la camiseta con el número 10 le va que ni pintada. Prefiere arrancar desde la izquierda, a pesar de ser diestro, para, precisamente poder utilizar su pierna buena para el lanzamiento arrancando en diagonal. Se puede contar con él como segunda punta, como mediapunta por el centro o, incluso, en la derecha, pero el mayor aprovechamiento de sus virtudes se consigue cuando arranca desde la línea lateral izquierda.

Rodrigo Javier de Paul nació en la localidad argentina de Sarandí, al sur del Gran Buenos Aires, hace 24 años. De muy pequeño demostraba su pasión por el fútbol, aunque la mayoría de las veces los chicos mayores con los que jugaba solo le permitían ser portero. Siempre tuvo claras sus preferencias y espejos en los que mirarse. De Racing Club de Avellaneda desde pequeño, admiraba el juego de Riquelme, Zidane o Ronaldinho, así como al Barça de Xavi e Iniesta. Gracias a esas pasiones, pronto llamó la atención en las categorías inferiores del club de sus amores, convirtiéndose en un nuevo producto de La Academia, como se conoce a Racing Club en Argentina.

Con 18 años, a principios del año 2013, logró el sueño de debutar en la máxima categoría del fútbol argentino vistiendo de azul y blanco. Rápidamente, su versatilidad y calidad le llevó a ganarse un puesto de titular en el equipo de Luis Zubeldia. Disputó los 19 partidos de aquel Torneo Final, 16 de ellos como titular, anotando un gol y repartiendo una asistencia en una temporada no demasiado gloriosa para Racing.

Rodrigo de Paul y el elogio de la verticalidad

Peor aun fue para el equipo la siguiente temporada, en la que se libró por poco del descenso, aunque pudo "celebrar" la caída a la B de su máximo rival, el Club Atlético Independiente de Avellaneda. Hasta cuatro entrenadores pasaron por el banquillo del Estadio Presidente Perón, pero todos ellos contaron con Rodrigo como titular en la mayoría de los partidos. Como en su primera temporada, actuó en casi todos los puestos del centro del campo, aunque su preferencia por el extremo izquierdo para entrar en diagonal se iba definiendo. Participó anotando cuatro goles y repartiendo cuatro asistencias.

Ese fue su último año en Europa, ya que los cantos de sirena del proyecto de Peter Lim le llevaron a desembarcar en el Valencia C.F. con 20 años recién cumplidos. Todo pintaba bien para la joven promesa argentina, sobre todo cuando entraba en sustitución de Paco Alcácer en el primer partido de Liga perdiendo 1-0 y con 25 minutos por delante para demostrar su valía y tratar de remontar el encuestro. Pero todo se torció en menos de un minuto. Recibió su primer balón en el carril central, a unos 40 metros de la portería rival, arrancó en conducción vertical, como él acostumbra, hacia el marco enemigo. Aleix Vidal le agarró por el hombro y Rodrigo, pecando de juventud, soltó el brazo hacia atrás para zafarse, impactando en el rostro del catalán, al que le produjo un aparatoso corte. Resultado: la expulsión más rápida de un debutante en la historia de la Liga española y cuatro partidos de sanción que le sacaron de los planes de Nuno Espirito Santo.

Aun así, aquel año llegó a intervenir en 25 partidos de Liga, aunque solo seis como titular, alternando todas las posiciones ofensivas. Anotó un gol y repartió cuatro asistencias para ayudar a los chés a clasificarse para Champions League. Los resultados no fueron tan positivos para el club en la siguiente campaña, y Rodrigo de Paul lo sintió en sus carnes, siendo relegado por Nuno Espirito Santo. Entraba y salía del equipo sin aportar prácticamente nada, incluso se especulaba con algún problema de disciplina que enfadó al técnico portugués. Todo ello le frenó de golpe la progresión y le mando cedido de vuelta a Racing, donde prefirió retornar en lugar de recalar en algún otro equipo español. Lo que Rodrigo no imaginaba es que la vuelta a su casa tampoco iba a ser demasiado fructífera.

En el verano de 2016, con 22 años recién cumplidos, retornó a Valencia tras la cesión. El nuevo técnico del club, Pako Ayestarán, no contaba con él, por lo que finalmente se le encontró acomodo en el Udinese de la Serie A por poco más de 3 millones de euros, casi dos millones más barato de lo que le había costado al equipo levantino dos años antes.

Iachini primero y Delneri después, contaron con él, aunque alternaba titularidad y suplencia. Eso sí, ocupó sobre todo el puesto de extremo derecho, viendo limitado su potencial, aun así, firmó tres goles y cuatro asistencias en su primera experiencia en la Serie A.

Rodrigo de Paul y el elogio de la verticalidad

La pasada campaña volvió a estar a las órdenes de tres entrenadores diferentes. Acostumbrado a los cambios de técnicos y a sufrir en puestos bajos de la clasificación en sus diferentes equipos, tiró de personalidad para hacerse con galones en el equipo. Firmó cuatro goles y ocho asistencias, además de un puñado de jugadas muy meritorias que empezaron a llamar la atención de otros clubes.

A pesar de ello, y de que su progresión en el presente curso ha ido aun más en ascenso, lejos de dejarse llevar por los cantos de sirena de Sevilla, Fiorentina o Inter, ha decidido renovar recientemente por los de Friuli hasta 2023. Con Julio Velázquez en el banquillo, ha empezado a jugar principalmente por la izquierda. Esto le ha llevado a ser el referente absoluto de su club, anotando cinco goles y dando tres asistencias en los doce partidos disputados hasta el momento.

No obstante, tampoco la campaña de Udinese está siendo bueno, ocupando la 16ª plaza tras su derrota por 2-1 frente al Empoli en partido disputado ayer. Precisamente Rodrigo ha sido protagonista negativo en este último encuentro, lanzando por encima del larguero un penalti que, a la postre, pudo haber sido un primer paso para lograr un empate final. Fue su primer fallo en las seis penas máximas que ha ejecutado en sus dos campañas en Serie A.

Esta buena campaña también ha llamado la atención del nuevo seleccionador argentino. Scaloni le citó por primera vez en Octubre de este año para debutar como titular en un amistoso ante Irak, y esta semana ha vuelto a llamarle para el doble enfrentamiento contra México de los próximos días. Si bien estamos en una fase de prueba de jugadores nuevos en la albiceleste, estar entre los llamados es un buen empujón para la carrera de Rodrigo, que seguro intentará hacerse con la titularidad y ganarse continuidad.

No estamos ante una futura superestrella, pero sí puede ser jugador franquicia en un club mediano o un buen complemento para un grande de segunda línea. Pero sobre todo es un jugador interesante de seguir por su verticalidad y su atrevimiento con el balón en los pies.

Rodrigo de Paul y el elogio de la verticalidad

Rodrigo de Paul está feliz en Udine, está desarrollando todo el fútbol que lleva en sus pies, que es bastante. El futuro para él está por delante, como esos defensas a por los que se lanza sin desmayo cada vez que le llega el balón.

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