Murmurar de una persona aprovechando su ausencia.
No es una frase que se prodigue mucho, aunque es de sobra conocido que todos hablamos con frecuencia de los hábitos y defectos de los demás. Hay algo que parece evidente: en la televisión triunfan los programas donde se apedrea cada día a una persona. La televisión vive de eso, de montar espectáculo y de darle al público lo que busca en cada momento. Es más, las distintas cadenas suelen poner a un defensor del espectador, que viene a echar más leña, sacando a la luz nuevas causas y defectos del apedreado. Quevedo explica que roer los zancajos, es decir o murmurar mal de alguien en su ausencia. Y dice más: "el que hace esto se parece a los gozquecillos que ladran y muerden en los pies, por detrás, a los perros grandes, huyendo luego." Quien me roe los zancajos es un goloso muy sucio;
si diese tras los juanetes,
metiérame a calzar justo.
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Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de 15801 – Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de septiembre de 1645), conocido como Francisco de Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro.
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