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Rojo y negro (1830)

Publicado el 15 abril 2014 por Sofiatura
Si ya de por sí soy una lectora bastante lenta, últimamente estoy llegando a extremos insospechados. Por algún motivo que francamente no me molesto en descubrir, estas semanas he estado, digamos, un poco ajena a la lectura. Y en vista de que además soy un tanto masoquista, pues me lancé a leer Rojo y negro, del escritor francés Stendhal, y así tardé casi un mes en terminarlo. 
En general diría que ha merecido la pena, es un buen libro, una de esas novelas que te acercan un poquito más al contexto histórico de la época en que se basa. Pero también he de confesar que la tardanza no solo se debió a esta vangancia lectora que estoy padeciendo, sino a que Rojo y negro se hace de rogar, ya que la prosa del autor es pausada, descriptiva, insistente.
Rojo y negro (1830)
No obstante, debo decir que Julian Sorel, el protagonista, me pareció un personaje sumamente interesante, muy bien pulido y que además refleja una realidad con la que yo como joven me he sentido identificada.Sorel es un chico de procedencia humilde que no ha visto mucho mundo, pero que está lleno de ambición, de deseos por ser alguien y de superarse a sí mismo. De esta forma, Julian empezará a trabajar como instructor de los hijos del alcalde, y a partir de entonces se irá relacionando con personajes importantes de la aristocracia y el clero. ¿Problema? El joven en realidad siente un profundo desprecio por esa gente pudiente, arrogante e hipócrita.
Aunque es cierto que muchas veces el protagonista también peca de orgullo y de hipocresía (al fin y al cabo no tiene más remedio si quiere ascender), al mismo tiempo me sorprendió su sangre fría y su capacidad para desenvolverse en un ambiente del que no forma parte. Y vuelvo y repito: en más de una ocasión logré una sincera empatía con él, puesto que la inexperiencia y ese deseo y ambición por llegar a grandes cosas es algo que en esta etapa de mi vida siento casi a diario.
A lo largo de toda la narración se nos irá mostrando la nueva forma de pensamiento de una sociedad cambiante en la que la sombra de Napoleón aún sigue presente. Como ya dije, leer este libro es una buena forma de conocer un poquito más sobre la Francia del siglo XIX y la realidad cotidiana del momento, pero siempre teniendo en cuenta que, si sufres esta especie de apatía transitoria por leer, pillarle el ritmo a Stendhal puede ser una tarea harto fatigosa. 

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