Y digo yo, ya puestos, que cobren por pasear: hay mucha congestión en el centro de Roma y el suelo se gasta.
No sé hasta qué punto han meditado sobre la medida. Una capital turística como Roma no puede vivir a expensas de machacar a multas al que hace vida en la calle. Estoy de acuerdo que a quienes enguarran las calles deberían llamarles la atención. Pero de ahí a prohibir comer en la calle hay un mundo. Roma es una ciudad que invita mucho a estar en la calle, prácticamente es una seña de identidad. Si no fuera por la gente que llena su centro histórico, tendríamos un museo al aire libre muy triste. No, las ciudades deben tener vida y las ordenanzas municipales no deben ponerle freno. Mala medida, pues, signo de los tiempos.
Basílica de San Pablo Extramuros
Y como no podía ser de otra forma, en esa otra ciudad romana que es Madrid, cuyo consistorio es el más endeudado de la Vía Láctea, no descartan adoptar una medida similar. En la larga lista de las ordenanzas idiotas también tenemos el caso gerundense, donde estudian cerrar contenedores por el riesgo al que se expone el que busca comida. Se les pasa por alto que la mejor medida para evitar este problema de salud es que la gente no tenga hambre.Ahí están las leyes antibotellón como otra muestra de normativa absurda: no solo se incumple allá donde existe esa norma, sino que hasta algún ayuntamiento ha acabado por establecer botellódromos. Es decir, normas que no se cumplen más mayor gasto. Hay veces que parece que el legislador es extraterrestre.
Expóngase la estupidez de quien cree que con leyes puede variar el comportamiento de la gente en lugar de atender a las causas últimas que sugieren ese comportamiento. Lo fácil es multar, cosa para la que los ayuntamientos tienen todos los incentivos del mundo.
En fin, espero que si quieren evitar que la gente enguarre la ciudad, se les ocurra otra cosa.