Este mes la entrada de la semana en el blog se adelanta un día, porque hoy domingo 10 de abril tenemos una cita con el reto #reposterasporeuropa.
Otro día más que partimos felices de viaje gastronómico, esta vez con destino a Rumanía. Da igual el destino, lo importante es que coincidimos todas en el aeropuerto con la maleta llena de ganas de compartir todo lo que aprendemos en estos viajes gastronómicos tan enriquecedores.
Rumanía es un país que ha sido ocupado, a lo largo de la historia por griegos, romanos, turcos y astrohúngaros. Incluso otros países europeos como Francia, Polonia, Italia o Rusia, también han tenido una profunda influencia sobre la cultura y el idioma de Rumanía. No en vano el rumanao es una lengua romance y no eslava como mucha gente piensa.
Todas estas diferentes influencias de los distintos países quedan patentes en la cocina tradicional de este país. Un ejemplo claro de estas influencias francesas es la receta que hoy os traigo.
El savarín rumano es prácticamente idéntico al savarín francés emborrachado en ron, o al polaco, pero sin pasas. Este bizcocho se prepara con una masa de levadura dulce que está empapada durante toda la noche (aunque por cuestión de tiempo se suele acelerar este procedimiento), después de la cocción, con un jarabe hecho a base de agua, azúcar y ron y posteriormente relleno con crema pastelera o crema batida y adornado con fruta fresca.
El origen de este pastel se remonta al siglo XVIII, en el que el pastelero del rey polaco Estanislao, inventó un pastel de textura blanda para que el rey, que tenía fatal la dentadura, pudiera tomarlo. Lo que hizo fue emborrachar el famoso dulce polaco Kouglof, con un vino dulce y así conseguir que éste tuviera una textura muy blandita y fácil de masticar.
Como a Estanislao le gustaban mucho los libros de Ali Babá, bautizó este dulce con el nombre de "Pastel Alí Babá". Posteriormente en el siglo XIX se rebautizó el pastel con el nombre de "savarín"en honor al famoso Jean-Anthelme Brillat-Savarin, jurista francés autor del tratado de gastronomía "Fisiología del gusto" (1825).
La presentación del pastel se modificó y aunque actualmente el Babá y el Savarín son brioches dulces, ambos emborrachados en almíbar, el Savarín tiene un formato más grande, siendo el Babá presentado en formato individual y con forma o no de corona. Los dos están rellenos con crema batida y algunas veces se acompañan de frutas.
En Rumanía es un postre que se suele servir en ocasiones especiales tales como bodas, bautizos, y otros acontecimientos felices.
Para prepararlo y como no tenía moldes en forma de corona individuales, opté por utilizar unos moldes de esos que venden de aluminio deshechables para preparar las magdalenas. Luego una vez horneados los corté para poder rellenarlos después de emborracharlos en el almíbar.
Ingredientes
Para el pastel
- 7 gr. de levadura seca de panadería
- 50 ml. de leche entera tibia
- 350 gr. de harina
- 4 huevos grandes
- 30 gr. de azúcar
- Una pizca de sal
- 175 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
- 1 cucharadita de vainilla
- Ralladura de ½ limón (opcional)
Para el almíbar de ron
- 300 ml. de azúcar
- 600 ml. de agua
- 50 ml. de ron
- El zumo de ½ limón
- 2 cucharaditas de ralladura de limón
Para la decoración
- 250 ml. de nata líquida para montar 35% M.G.
- 3 cucharadas de azúcar
- Un puñado de frambuesas
Elaboración
Preparamos la masa, para ello disolvemos la levadura en la leche tibia. En el vaso de la batidora de pie usando el gancho, mezclamos la harina la mezcla de levadura y leche, los huevos, el azúcar y la sal. La masa estará blanda y pegajosa, entonces añadimos la mantequilla, la vainilla y la ralladura de limón y seguimos mezclando.
Cubrimos con un paño y dejamos que leve en un lugar seco y cálido hasta que doble su volumen.
Precalentamos el horno a 150º C. Engrasamos unos moldes individuales con un poco de mantequilla. Cuando la masa haya levado amasamos y dividimos la masa en porciones individuales y la colocamos en los moldes. Cubrimos con un papel film engrasado y dejamos levar una vez más durante 30 minutos.
Horneamos durante 30 minutos o hasta que insertando un palito en el centro, éste salga limpio.
Mientras tanto preparamos el almíbar. En una cacerola mediana mezclamos el agua y el azúcar y llevamos a ebullición a fuego medio-alto. Revolvemos hasta que el azúcar se haya disuelto por completo. Añadimos el ron, el zumo y la ralladura de limón y dejamos que hierva durante 2 minutos más. Retiramos del fuego y dejamos enfriar.
Sacamos los moldes del horno y dejamos que se enfríen.
En un recipiente, con la ayuda de una batidora de brazo, montamos la nata con el azúcar a punto de nieve. Llenamos una manga pastelera con la nata y reservamos.
Cuando los pasteles están fríos cortamos transversalmente por la parte superior (dejando una especie de tapas).
Sumergimos los pasteles, uno por uno en el almíbar y dejamos que se empapen bien ambas partes y los vamos colocando en una fuente. Rellenamos con la nata montada y unas frambuesas y colocamos la tapa en la parte superior.
Refrigeramos al menos un par de horas antes de servirlos.
Os diré que me he quedado con las ganas de presentarlos en forma de mini coronas, con el típico agujero en medio, así que en cuanto me haga con esos moldes, repetiré la receta de nuevo. Mirad que cuando a mi se me mete una cosa en la cabeza...
Al igual que con el #retoalfabetodulce, cada vez van quedando menos países europeos donde viajar. Deseando saber, cuál será nuestro próximo destino.