Rosario y mis nuevos amigos

No pensaba escribir sobre Rosario. No porque la pasé mal, ¡¡al contrario!! Sino porque como mis papás ya escribieron en el blog sobre esta linda ciudad, yo pensé en tomarme un descanso. No quiero que piensen que me estoy copiando y se sientan mal.
Pero todo cambió cuando recibí un mensaje. Bueno, el mensaje lo recibió mi mamá y me lo contó. Al parecer, tengo una admiradora. Se llama Natalia y le dijo a mi mamá que estaba ansiosa por leerme. Pero lo que más me gustó es que le dijo que estaba segura de que yo había robado un montón de sonrisas a los rosarinos. ¡Y tiene razón! Cuando voy por la calle, me encanta sonreírle a las personas. A veces las veo caminar muy serias y apuradas, entonces les levanto mi mano y les digo algo así como ¡hola! y se les dibuja una enorme sonrisa. Después de semejante muestra de afecto en ese mensaje no podía más que quedarme quieto por un rato y ponerme a escribir. Gracias, Nati, por el mensaje.

Como recién estoy empezando con mis viajes, cada vez que voy a un lugar nuevo tengo muchas “primeras veces”. Este viaje de una semana a Rosario no fue la excepción. Fue la primera vez que usé el sistema de compartir auto, ¿lo conocen? Está muy bueno. Si quieren saber de qué se trata, mis papás lo explican mejor en este link. Nosotros viajamos desde Buenos Aires a Rosario a través de carpoolear, con Mariano, un chico re macanudo, que no se quejó de mis llantos (es que no me gusta estar quieto en un lugar y la sillita del auto es un espacio muy incómodo). Además, estuvo hablando un montón de viajes con mi mamá y mi papá y hubo muy buena onda. Tanta, que al día siguiente lo invitaron al cumple de mi mamá y vino.
Para volver a casa, como no conseguimos otro “compartir auto”, decidimos tomar un bus porque estábamos muy cargados. Fue mi primera vez en un bus. Fueron solo cuatro horas, de las cuales dormí casi dos y el resto me dediqué a molestar. Es que no entienden que no me puedo quedar quieto. Yo quería bajarme y caminar por le pasillo y ellos querían que me quede sentado. Me daban galletitas, mamadera, agua, juguetes, me ponían videos de música en el celular… y yo no quería nada de eso. A veces no entiendo por qué a los padres les cuesta entender algo tan simple, como que solo queremos movernos…
En ese viaje de vuelta noté una cierta preocupación en los rostros de mis papás. Creo que estaban pensando en cómo iban a hacer para mantenerme ocupado en un viaje en avión. Yo me reía de escuchar las cosas que decían. Voy a ver si hago un esfuerzo y ese día me quedo más quieto.

En Rosario estuvimos una semana y no paseamos mucho. Nos dedicamos más que nada a estar con los amigos y a preparar la presentación del libro. Eso sí, cumplimos con uno de los rituales que tienen mis papás cada vez que vienen a la ciudad: fuimos a desayunar a El Cairo, el bar donde solía parar Fontanarrosa, un escritor que le gusta mucho a mi papá. Elegimos para ir el día del cumple de mi mamá. Ese mismo día, a la noche, mi papá y los amigos rosarinos le prepararon un asado sorpresa. Lo lindo de ese encuentro es que los que asistieron fueron todos amigos del camino. Estaba Javier, a quien mis papás conocieron en Perú, en 2005. Estaba Karina, a quien mis papás conocieron en Laos, en 2010. Estaban Nicolás y Gastón, a quienes mis papás conocieron en Rosario, en 2012, por una amiga en común. Y estaba Mariano, el chico que nos llevó en su auto. Creo que voy entendiendo cuando dicen que estas cosas son las que hacen la magia en el camino. Esa noche hablaron mucho de viajes. A veces no sé cómo no se cansan de hablar siempre de lo mismo.

Festejando el cumple de mi mamá, en una hermosa terraza.

Una mañana, Nico nos invitó a desayunar y yo me entretuve con el queso blanco.

La última noche fuimos a cenar a lo de los papás de Nico. Hicieron una super picada y yo entré en confianza con Nicolás. Lo voy a extrañar.

Como les decía, el objetivo de esta visita fue la presentación del libro Magia es Viajar. El evento tuvo lugar en el salón de la Cooperativa de Trabajo Encuentro, a quienes les agradecemos mucho por prestarnos el lugar. Era un día de mucho calor, pero todo salió muy lindo. Fue gente muy copada, que disfrutó mucho lo que mis papás contaron. En realidad, el que más habló fue mi papá porque yo estaba muy mamero y no quería que mi mamá se fuera de mi lado. Después de unas horas, el sueño me venció y me quedé dormido. Ahí fue cuando mi mamá pudo aprovechar y hablar un poco. Muchas gracias a todos por venir y acompañarnos. Y muchas gracias por los lindos mensajes que nos dejaron.

Más allá de la presentación, mis papás tenían muchas ganas de volver a Rosario porque querían ver a sus amigos. Y, si son amigos de ellos, son amigos míos. Me encantó conocer a Karina, a Nico, a Gastón, a Javier y a Marta (que se vino desde Santa Fe!). Gracias por ayudarnos tanto y por hacernos sentir que, como siempre dicen mis papás, lo más importante de los viajes es la gente que se conoce en el camino. Gracias por todo! Y gracias Kari y Nico por dejarnos ocupar sus casas! Porque no es que nos alojaron, sino que nos dejaron sus casas y ellos se fueron a las de sus papás. Los primeros días, Kari. Y los últimos, Nico. A pesar de que mis papás tuvieron que transformar un poco sus casas para hacerlas “kid friendly”, creo que no hubo ningún daño y que dejé todo en buenas condiciones. ¡Espero!
Además, me las arreglé muy bien para dormir! Mis papás me armaron una super cama al costado de la cama grande así no corría peligro de caerme si me despertaba de noche.

Uno de los lugares que visitamos fue el Monumento a la Bandera Nacional. No podía irme de la ciudad sin verlo. El día que fuimos a visitarlo hacía tanto, pero tanto calor, que solo nos sacamos algunas fotos y nos fuimos.

¡Me encantó Rosario, Nati! Prometo volver pronto y recorrerla mejor!

¡Muchas gracias Nico, Kari, Gasti y Javi por todo!

Si quieren conocer la costanera de Rosario y ver lindas fotos, les recomiendo este post: Rosario, con R de Río.

Si quieren saber qué se puede hacer y ver en Rosario, y conocer algo del encuentro de mis papás con sus amigos rosarinos, pueden leer este otro post: Los viajes y la gente. Esta vez, Rosario.

Algunos consejos para viajar con niños.

– Si van a dormir en la casa de algún amigo, lo ideal es que los bebés no estemos en las camas altas porque nos podemos despertar de noche y caernos. Sobre todo si ya caminamos. Por eso, lo ideal es armar una camita al lado de la cama alta. Si es posible contra la pared, mejor. Se puede armar con una frazada o una colcha. Además, hay que dejar la puerta cerrada para que no nos escapemos.

– Lleven cinta para tapar los enchufes. Si en la casa que vamos a alojarnos no hay nenes chiquitos, posiblemente tengan todos los enchufes sin tocar. Y si hay algo que nos gusta tocar a nosotros son los enchufes.

– Lleven trabas para cajones y puertas. Por el mismo motivo que lo anterior. Si pueden viajar con dos o tres trabas universales se pueden ahorrar muchos problemas.

– Para viajar en bus es bueno que nos lleven algún juguete nuevo, que nos sorprenda en el momento y nos tenga entretenidos un buen rato. Además, cada papá conoce qué es lo que más le gusta a su hijo. Bueno, eso, traten de llevarlo en el viaje así nos entretenemos.

– Para viajar en bus o avión es mejor elegir el horario en que los bebés sí o sí se van a quedar dormidos.

– Mi mamá aprendió algo (y por eso me dejó jugar en el desayuno con el queso blanco). Dice que aprendió a “evaluar riesgos”. Si estoy tranquilo sentado a la mesa jugando con el queso blanco y lo máximo que puede pasar es que me ensucie yo y ensucie la mesa, no es tan grave porque eso les permite a ellos desayunar tranquilos. Entonces me deja hacerlo.

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