“Grown in the flow” es la primera muestra de Rosh (Alicante, 1977) en la Montana Gallery Barcelona, una selección de obras que destacan por su atmósfera serena e íntima y que, divididas en dos líneas (lienzo y dibujo), recogen la esencia de un estilo nacido en las calles.
Cuando Rosh se aleja de sus murales urbanos, sigue demostrando su predilección por el busto femenino, por esos cuellos largos como caminos que separan la mente del corazón, musas de cabellos negros como cortinas de tinta y rostros que llaman la atención por su detalle, en oposición a los mínimos y ornamentales fondos que les rodean.
Y aunque parezca una fórmula reiterada, se intercala con brillantes experimentos en los que se permite usar materiales poco habituales, como el vino, o trabajar sobre cristal (dibujando con ácido sobre él). De esta forma otorga a su propia iconografía, aparte de una nueva dimensión a través de la que desarrollarse, una interacción adicional con la luz y el público.
Como nota curiosa, la exposición incluye un juego de sellos postales con una de sus ilustraciones, un cartel y los habituales murales que adornan las exposiciones de Montana, un conjunto fascinador y hasta cierto punto equilibrado si te gustan los artistas que evolucionan con sutileza y mucha seguridad, como ese flow que titula la muestra.