Revista Cultura y Ocio

Roy Galán de nuevo

Por Mayriel

Las mujeres han sido educadas para fustigarse.

Para contar calorías, para sentirse mal si comen chocolate, para flagelarse por el placer que sienten.

A las mujeres se las ha enseñado a insultarse a sí mismas.

Vaga, cerda, asquerosa.

Las formas que han adoptado los cuerpos de las mujeres han sido un medio de control de lo más eficaz.

Y ha hecho que las mujeres se conviertan en celadoras de los cuerpos de las otras mujeres.

Las mujeres se han acostumbrado al malestar.

A odiar los hogares que conforman su piel.

A responsabilizarse de las supuestas imperfecciones.

A castigarse una y otra vez.

Atando jerseys a sus cinturas para ocultar sus caderas.

Teniendo que escuchar cualquier tipo de comentario de sus madres o de desconocidos sobre sus cuerpos.

Y es que no está mal visto decirle a una gorda que ha engordado.

Decírselo parándote en todas las sílabas para que se sienta más culpable.

Mirando su carro de la compra con condescendencia.

Así estás.

Con las gordas se puede ser cruel porque ellas son “las causantes” de su gordura, ¿no?

Para el mundo, la diversidad corporal no existe.

Tienes estas tallas y tienes que entrar en ellas y si no tienes que ir a un sitio especial y pagar el doble o el triple.

Y si además eres modelo de tallas grandes, cobrarás la mitad que una modelo con una talla tradicional.

¿Por qué las mujeres gordas son tratadas como desechos?

¿Por qué seguimos permitiendo que la gente opine sobre asuntos que no son de su incumbencia?

La primera revolución no empieza en la calle.

Empieza en el propio cuerpo.

En el respeto que le muestras al darle visibilidad tal y como es.

En aceptar y valorar el vehículo que tienes para vivir.

En quitarte ese jersey de la cadera y mover el culo y perrear porque ese culo es el culo de tu abuela y a mucha honra porque lo que le gustaría a ella estar viva para poder bailar.

En negarte a la complacencia de los cuerpos normativos.

En no querer ser como ellas porque no eres así y no pasa nada.

En expropiar la idea de belleza a las marcas porque ellas no dictaminan lo hermoso.

Seas bajita, inmensa, velluda, alta, con los dientes torcidos, con estrías, celulitis, granos, con los tobillos anchos, el culo plano o las caderas gigantes.

Lo bello es la existencia.

Es la posibilidad.

Es lo que puedes hacer con lo que tienes.

Por eso es tiempo de desencadenar tu cuerpo.

Es tiempo de decirle a tus hermanas de mundo que se dejen de tonterías.

Que están y son guapísimas.

Es hora de quitarle el poder a todos esos.

Que te dicen que eres fea.

Por no ser como ellos.

Nada que añadir

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