Imagináos el siguiente diálogo:
A: Los humanos no descienden de los primates.
B: ¿Qué?
A: No descendemos de los primates, sino de otros animales desconocidos. Nos parecemos a los primates, pero nada más.
B: ¿Estás de broma?
A: Para nada. Hay una serie de estudios que están desafiando cada vez más la teoría de que somos primates.
B: Ya. ¿Y en qué universo paralelo se publican esos estudios?
A: Pues mira, por ejemplo tienes este trabajo (...) que salió publicado en la prestigiosa revista FNAS...
B: Sí, lo leí. No cuestiona para nada que los humanos desciendan de los primates.
A. Bueno, pero los autores piensan eso. Por lo menos uno. Bueno, o por lo menos un amigo suyo. Lo dijo en un periódico.
B: Pueden pensar lo que les salga del entoprocto; mientras no lo prueben en sus trabajos...
A: Pero es que hay muchas inconsistencias en la teoría de que venimos de los primates.
B. Huy, sí, muchas. ¿Por ejemplo?
A: Pues por ejemplo los fósiles de los chimpancés deberían ser más antiguos que los fósiles de los humanos.
B: ¿Por qué deberían?
A: Porque los chimpancés son, supuestamente, nuestros ancestros. Deberían aparecer antes en el registro fósil.
B: ¿Y quién "supone" que los chimpancés son antepasados del hombre?
A: Bueno, según la teoría de el-hombre-es-un-primate, los chimpancés son ancestros putativos.
B: Putativos... No, mira, verás: a los chimpancés se les considera parientes cercanos del hombre, no antepasados. Por cierto, los chimpancés y otros simios antropoides tienen muchísimos rasgos compartidos con los humanos. ¿Crees que es por casualidad?
A: Es que los simios antropoides tampoco vienen de los primates.
B: Aaaahhhhh. Ya veo. ¿Y de dónde vienen? ¿de los roedores?
A: De los humanos.
Ahora sustituid Primates por dinosaurios y Humanos por aves, y tendréis un símil de las chifladuras del zoólogo John Ruben.