Revista Regiones del Mundo

Rumbo hacia el fin del mundo

Por Lagunamov @Lagunamoc

Con mi mochila a mis espaldas y con la seguridad de no poder ser deportado en mi espíritu (traducción: mi pasaporte lucía un nuevo sello en sus páginas), ya solamente me quedaba coger el vuelo desde Buenos Aires hasta Ushuaia.
En Ezeiza (nombre del aeropuerto de la capital argentina) tuve que volver a facturar. Todo aquel que proviene de un vuelo internacional y hace escala para tomar uno nacional, debe facturar otra vez en Buenos Aires, pues aduanas tiene que detectar qué entra o sale del país en este aeropuerto. Así que si os veis en mi mismo caso, os avisé.

Rumbo hacia el fin del mundo

Parando en el calafate

El resto de la escala transcurrió con normalidad, el personal de aerolíneas argentinas fue muy simpático conmigo y me guiaron perfectamente sobre cómo debía embarcarme en el vuelo hacia Ushuaia.
Lo único extraño y sorprendente de esta transferencia de vuelos fue cuando una azafata me dijo que el mio paraba en el calafate para repostar. Cosa que no había visto nunca antes en un vuelo (vale, si, en el Ace Combate de la Xbox tienes que parar a repostar en un avión gigantesco, pero eso no cuenta).
Pero mi extrañeza desapareció cuando vi el avión. Era como el hobbit de los aviones, muy pequeño. Normal que tuviese que parar a repostar, si hasta yo puedo cargar más combustible con mis dos manos que ese aeroplano.
Además, el que lo diseñó quería llamar la atención o algo, pues estaba pintado con los colores de la bandera argentina y adornado con fotos de los jugadores de su selección. A mí me pareció hortera, pero ya me habían avisado que en este país el fútbol va más allá y el resto de pasajeros no paraba de sacarse fotos junto a la imagen de Messi. Fue gracioso jeje.

Rumbo hacia el fin del mundo

No pude hacer una pero tenia este tamaño.

De Buenos Aires a Ushuaia hay unas 3 horas en avión, pero si contratas en el que fui yo tienes que sumarle casi una hora que para en El Calafate (y no solamente a repostar, también recoge pasajeros y deja a otros). Lo bueno, es que gracias a eso tienes doble ración de pastitas (me gustaron mucho y las tenía que nombrar si o si, aunque la excusa fuese esta) y de bebidas .

Rumbo hacia el fin del mundo

Estaban rericas, como dirían aquí.

Aconsejo sentarse cerca de la ventanilla. La Patagonia está totalmente despejada de nubes y puedes ver todo el paisaje y creedme cuando digo que no es moco de pavo, merece mucho la pena y es único. No os lo podéis perder, estuve embobado mirando por la ventanilla todo el viaje.
Es una especie de paisaje desértico donde el rojo se mezcla con el blanco de los glaciares y en donde el suelo expulsa vapores de agua constantemente. Los turbales (que ya explicaré en otra entrada qué son) alegran también mucho la vista.
Una voz indicó que ya habíamos llegado y que la temperatura era de 0°C, así que me abrigué y salí del avión en busca de cambiar dinero.
El aeropuerto de Ushuaia está en una isla (conectada por tierra) un poco lejos de la ciudad, por esto mismo necesitaba cambiar dinero, tenía que coger un taxi, pero el problema es que no me informé lo suficiente o confié demasiado en mi suerte y me recorrí el aeropuerto 3 veces hasta que un trabajador me dijo que nanai, que no había para cambiar dinero.
Entonces no me quedó otro remedio que intentar ir andando hasta la ciudad pero, cuando apenas llevaba 20 metros andando bajo el frío del fin del mundo, un coche se paró a mi lado y me gritó:
- Chico sube, que yo te llevo!
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