Cual es el camino correcto a la elevación, la perfección, la paz, el nirvana? En el Siglo XIII y en medio de las cruzadas, las guerras santas y las luchas por Jerusalén y Tierra Santa, cuando tanto Europa como Oriente Medio se veían acosados por la creciente expansión del Imperio Mongol nacía en la indómita e insoportable región oriental de Persia, hoy conocida como Afganistán nacía un hombre que encarnaba la esperanza. Jalāl ad-Dīn Muḥammad Balkhī, conocido como Rumi, o Mawlana, el mayor poeta y sabio sufí que se conoce en el mundo entero, nació para iluminar los tiempos más oscuros del hombre. En medio de la guerra de religión, cantó la religión de la paz. En su infancia, huyendo de los mongoles, peregrina por las ciudades santas del Asia hasta asentarse en Konya, en Turquía, donde después de sus estudios religiosos y científicos, con especial ahínco en el misticismo sufí, comienza la escritura de sus poemas, de sus cantos a la paz, el amor, la danza y la armonía. Creó el Rubayyat, los más bellos poemas religiosos y de amor místico que se recuerdan en el mundo. Su amor por su dios, que era uno que aunaba a todos, que era uno y todos a la vez, que era el OM. Tal fue el aprendizaje de este hombre contemplando a todas las religiones, leyendo todos los libros. Aprendió de la música, de dios, de su amado desaparecido, el errante sufí Shams. Aprendió que, en medio de aquella destrucción y odio religioso, había la luz de su propio misticismo. Recogiendo los conocimientos, los repartió, en música, poema y danza al mundo.Debe ser por eso que ideó el movimiento Mevlani, el de sus seguidores, el que recoge la enseñaza del cielo y la reparte girando al mundo terreno. La danza giróvaga de los derviches.
Soy escultor, moldeo la forma.
A cada momento doy forma a un ídolo.
Pero entonces, frente a ti, las fundo.
Puedo despertar mil formas
y llenarlas de espíritu,
pero cuando miro en tu rostro,
quiero echarlas al fuego.
Mi alma se vierte en la tuya y se mezcla.
Porque mi alma ha absorbido tu fragancia,
es preciado para mí.
Cada gota de sangre que derramo
le informa a la tierra
que me vuelvo uno con mi Ser Amado
cuando tomo parte en el Amor.
En esta casa de agua y barro,
mi corazón ha caído en ruinas.
Entra en esta casa, mi Amor, o déjame partir.
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- ¿Qué puedo hacer, oh musulmanes?, pues no me reconozoo a mí mismo.
- No soy cristiano, ni judío, ni mago, ni musulmán.
- No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del mar.
- No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios.
- No soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego.
- No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la entidad.
- No soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de Grecia.
- No soy del reino de Irak, ni del país de Jurasán.
- No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno.
- No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, ni de Rizwán.
- Mi lugar es el sinlugar, mi señal es la sinseñal.
- No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado.
- He desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno;
- Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
- Estoy embriagado con la copa del Amor, los dos mundos han desaparecido de mi vida;
- no tengo otra cosa que hacer más que el jolgorio y la jarana.