Ayer domingo nos reunimos al pie de la iglesia de San Martín de Alión, en Las Salas, para realizar una excursión a orillas del río Esla y realizar el IV Encuentro Provincial de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago de León. Entre autocares y personas con automóvil propio nos juntaríamos más de cien participantes.
La pedanía de Las Salas remonta sus orígenes a un castro cántabro que se encuentra en la otra margen del Esla, y también al castillo o torreón de Alión que pudo levantarse en la época de dominación sueva. San Martín de Braga fue el obispo evangelizador del reino de los suevos, y toda esta rivera del Esla está llena de referencias a este santo. El río Esla marcaba la frontera entre la Galicia sueva y la Cantabria hispanorromana hasta que los visigodos conquistaron todo el noroeste de la península y se borró la memoria de unos y otros.
También hay muchos lugares dedicados a San Roque, el santo peregrino por excelencia.
Una vez cruzado el río ya podemos comenzar a caminar por el sendero de pequeño recorrido PR LE-36, El Camino Real del Esla, que tiene unos doce kilómetros de longitud, nos conducirá hasta llegar a Valdoré. A otro lado dejamos Las Salas al pie del pico Las Llombas. El castillo de Alión se encontraba en lo alto.
Y comenzamos a caminar a la orilla del río, pasamos bajo el refugio de pescadores de Las Salas y los impresionantes farallones del Escobio de Remanganes.
La calzada romana de la Vía Saliámica se puede ver perfectamente en algunos tramos. Fue excavada en la peña viva por los legionarios romanos de la Legio VI Victrix en su avance hacia el Monte Vindio, Picos de Europa, para poder rodear y derrotar a los cántabros vadinienses, la tribu que habitaba en las riberas del Esla.
Algún arroyo, como éste del Condobrín, dio lugar a las típicas escenas de senderista en apuros; pero le da un poco de alegría a la mañana lluviosa.
Llegando al Castro de San Martín, cercanos ya a Crémenes, una manada de caballos nos fue abriendo paso lo que hizo que los embarrados caminos aún lo estuvieran más.
Al llegar a la Ermita de Nuestra Señora de Pereda hicimos un alto en el camino para reponer fuerzas. La lluvia nos había respetado bastante con apenas un leve calabobos pero a partir de aquí ya se pondría a llover con ganas; no era cosa de quedarse parado mucho rato.
Un corto tramo de carretera nos conduce hasta Crémenes. No entramos en el pueblo si no que seguimos por el Camino Real, se rodea el Candanedo y continuamos por la orilla del río.
Nos vamos camino de Villayandre entre los árboles. El otoño dota de colores espectaculares a la montaña cantábrica.
No entramos a conocer Villayandre pero a cambio nos quedaba una buena subida por la calzada romana hasta el collado de La Entrecisa. La lluvia, cada vez más fuerte, nos estropeó un poco este tramo; pero pudimos aprovechar para hacer fotos de setas y hongos variados.
La bajada de La Entrecisa al Pajar del Diablo es realmente bonita; pero había que andar con precaución pues las hojas de los árboles no dejaban ver las piedras y como estaba bastante resbaladizo el camino alguno se dio una buena culada.
Al pasar por la zona de La Carbonera encontramos hongos teñidos de carbón pues por todas partes queda algo de carbón y bastante escoria.
Y al fin llegamos a Las Ventas de Valdoré, final de trayecto. Nos metimos en Venta Sierra a calentarnos y tomar algo de líquido, ¡y sólido! Es un paseo precioso El Camino Real del Esla pero el llegar calados desanima un poquito.
No importa, al rato los autocares nos recogieron para llevarnos a Cistierna, la fiesta solo había dado comienzo. Mañana subiré unas fotos del Encuentro de Asociaciones.
Venta Sierra Valdoré
Daniel Paniagua Díez