Revista Historia

¿Sabes determinar tus 8 apellidos?

Por Ireneu @ireneuc

Una de las películas que más éxito han tenido en los últimos tiempos en España ha sido " Ocho apellidos vascos" (2014), en la que un andaluz enamorado de una vasca, se hace pasar por un vasco tan vasco, que tiene los ocho primeros apellidos inequívocamente vascos (bueno, menos uno). Esta comedia simplona, de cuya calidad mejor no hablar pero que arrasó en su momento en taquilla, a su vez ha generado una secuela llamada " Ocho apellidos catalanes" (2015) que personalmente aún no he visto, pero que la crítica tampoco deja demasiado bien parada -eso sí, las taquillas reventadas otra vez, en fin. Con todo, estos ocho apellidos los tenemos todo el mundo, más que nada porque es el listado de los apellidos de nuestros antepasados, y si estamos aquí es porque los hemos tenido, pero...¿sabría especificar cuáles son y cuál es el orden correcto de esos primeros ocho apellidos? Si me acompaña miraré de explicárselo de una forma fácil y simple, aunque también le aviso que no es tan evidente como puede parecer a simple vista.

El tener una retahíla de apellidos, desde siempre ha sido patrimonio "snob" de las personas de alta alcurnia. Este listado de antepasados que, en el caso de las películas antes citadas darían marchamo de calidad al poseedor por su inequívoco origen geográfico, en realidad lo posee toda persona humana por el mero hecho de haber vivido, aunque parece que los pobres no tengamos derecho a llevarlos en nuestro currículum. Que no nos acordemos o no los hayamos buscado, es una cosa, pero haberlos, haylos.

Para empezar, hemos de contar que cada vez que nos remontamos una generación, la cantidad de gente que la compone es el doble de la anterior (2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos...), por lo que si no se sigue una metodología concreta para controlarlos, el intentar poner a cada uno en su sitio puede volverse una misión imposible. Es por ello que existe el sistema Sosa-Stradonitz (también llamado Ahnentafel) que creado por Jerónimo de Sosa en 1676, fue mejorado por Stephan Kekulé von Stradonitz en 1898, siendo el sistema más utilizado, y el que utilizaré en este artículo para ayudarle a confeccionar su propio listado de "ocho apellidos x". Como conejillo de Indias, y si no tiene ningún inconveniente, yo mismo les serviré de ejemplo. Empecemos.

    8º apellido: Primer apellido de la bisabuela materno-materna (la madre de su abuela por parte de madre. En mi caso HERRERO, apellido que parece tiene un origen cántabro.

Así las cosas, mis ocho apellidos primeros -que si de algún lugar se puede decir que son, es del tercio norte peninsular- son los siguientes:

CASTILLO CASO DOMÍNGUEZ NÚÑEZ MOYA ALONSO MUÑOZ HERRERO

Si se fija, se dará cuenta que el padre ocupa la primera posición, pero que todo el resto son componentes femeninos de su ascendencia. Ello es debido a que, al estar establecido que -al menos en España- el apellido se transmite por vía paterna oficialmente desde 1870, las madres extinguen su primer apellido en el momento que se lo ponen a sus descendientes. De esta forma, el orden de los elementos femeninos en el ascendente (dando preferencia siempre a las mujeres del lado del padre) te indica el orden en que los apellidos que componen el legado de tus antepasados se han ido extinguiendo y que han ido formando tu historia. El padre es el primero porque significaría que es el único apellido que ha sobrevivido a todas tus generaciones de ancestros.

En definitiva, una forma para poder comprobar que, a poco que no sea un objeto de exposición, lo más normal es que sus apellidos muestren la mezcla de culturas y de "picas en Flandes" que han puesto nuestros ancestros durante la historia. Por otra parte, investigando un poco en la familia, es fácil dar con esos 8 apellidos que todos tenemos y que, si suenan bien, pueden dar el toque exótico a su persona. Aunque, eso sí, por muchos apellidos vascos, catalanes, castellanos o lagarteranos que tenga, recuerde que usted, y no sus antepasados, es el único que tiene la última palabra del libro en blanco que al nacer nos dan: su propia historia.


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