Revista Diario

Sabés lo que te espera

Por Rutinacortadaacuchillo @RCACoficial

Sentate en un lugar con muchas sillas. No es ni cómodo ni incómodo. Sentite observado aunque nadie te esté mirando. Las paredes blancas y la decoración casi nula. Si respirás un poquito más profundo vas a poder sentir el olor a hospital. ¿Ya estás ahí?

Ahora esperá.

Pensalo 3 segundos. Sala – de – espera. ¿Llamándose así, cómo va a ser divertido o algo bueno? ¿a quien se le ocurrió ponerle ese nombre tan insípido que hizo de este lugar algo aún peor de lo que realmente es? Ya sabemos que en la sala de espera, se espera… o se desespera. No me lo recuerdes, no me tienta. ¿A quién le divierte esperar? Ni siquiera los caramelos que te dan para “combatir” la espera son buenos. En la caramelera se encuentran los polémicos Media Hora anticipando los largos minutos que quedan por delante o esos chiquitos de sabor a menta fuerte, a menta suave, a menta con frutilla o cualquier otra combinación posible con menta.

Las colas son una cagada, pero por lo menos sabés cuánto falta, podés mirar y ver adelante la felicidad. En la sala de espera, ni siquiera sabés cuándo te toca. Es el infierno de los ansiosos. La paciencia se pone a prueba; prácticamente nada (pero nada) sucede. Nunca te levantás una mina/pibe. Incluso si querés hacer algo y estás en una sala de espera, la misma te lleva a no hacerlo. Te chupa toda la energía, como el chupacabras.

Hay un silencio que te come. O peor, una música funcional que es 100% compatible con el lugar.

Los médicos se toman muy en serio este nombre; tanto así que si tenías turno a las 16.00 y te atienden a las 16.30 considerate un tipo con suerte. Capaz que los médicos piensan que somos felices en las salas de espera y por eso nos hacen esperar tanto (si hay algún médico en la sala por favor atienda esta duda).

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Salas de espera


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