Revista Religión

Sacerdote para siempre…

Por Perfumedecristo R. Elisabet

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Mi Señor Todopoderoso y humilde, Hijo de la Virgen Concebida sin mancha. El más bello, el más rico, el más poderoso.   El más perfecto y cumplido de todos los amantes. Mi salvador y mi dueño.  

Te suplico santifiques al Santo Padre, a todos los sacerdotes y seminaristas del mundo. Apártalos de las tentaciones, y líbralos del maligno, del mundo, de la carne, y cuando los lobos de los sentidos los asalten, ¡Sálvalos por medio de María! Mi Señor de misericordia infinita danos muchas familias santas cuyos frutos sean muchos sacerdotes santos…  

Virgen María, Reina de los sacerdotes, junto con tu Divino Esposo, el Espíritu Santo ¡Transfórmalos a todos en tu Hijo Jesús! Amén.

SALMO 109, 1-5. 7
El Mesías, Rey y Sacerdote

Oráculo del Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.

Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».

El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza.

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Tu, Dios nuestro, juraste establecer a tu Hijo sacerdote eterno según el orden de Melquisedec; y éste, llegado a la perfección, es causa de salvación para todos los que le obedecen. Aviva en nosotros, partícipes del sacerdocio de Cristo, la seguridad de entrar en el santuario, donde nuestros enemigos -el pecado y la muerte- serán puestos por estrado de tus pies. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.   Ángel Aparicio y José Cristo Rey García

Acto de Confianza en Dios  de San Claudio de la Colombiere:  ; duda, una de sus oraciones más bellas.  Es la conclusión   del

Esta es, sin duda, una de sus oraciones más bellas. Es la conclusión del discurso 682, que trata precisamente de la confianza en Dios.

Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis sobre todos los que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos aguarda toda las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes. Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡Oh Señor! Y sólo Tú, has asegurado mi esperanza.

Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades pueden quitarme las fuerzas y los medios de serviros; yo mismo puedo perder vuestra gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios del infierno para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz.

Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi esperanza.

A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha quedado frustrado en su confianza.

Por tanto, estoy seguro de que seré eternamente feliz, porque firmemente espero serlo y porque de Vos ¡oh Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperé , Señor, y jamás seré confundido.

Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuanto pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades; y estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable esperanza.

En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos. Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción ; y para llevar de una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de Vos mismo ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.de


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