Revista Opinión

Sahara Occidental: La cara dura de Marruecos

Publicado el 02 noviembre 2010 por Jorge Luis Rodríguez González
«Sorprendido», así dice estar el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Taib Fassi Fihri, quien confesó no entender por qué los medios de comunicación españoles se interesan tanto en el asesinato de un adolescente saharaui. A su juicio, la muerte de Elgarhi Nayem, de solo 14 años de edad, por las tropas de Rabat en las afueras del campamento de Agdaym Izik, carece de importancia.
Su cinismo no tiene medida. En declaraciones a la agencia española EFE, el Canciller consideró al acantonamiento de Agdaym Izik, donde se encuentran unas 25 000 ciudadanos saharauis desde el 9 de octubre, en medio de un fuerte cerco militar formado por todos los aparatos de ocupación marroquí, «algo absolutamente normal en un estado de derecho». Y especifica, para que no le quepa la menor duda a nadie, que se expresa «en nombre del gobierno de Su Majestad» (Mohamed VI).
También sin una pizca de vergüenza, el portavoz del gobierno de Rabat, Khalid Naciri, catalogó a Agdaym Izik como una muestra del «clima de libertades que prevalece en Marruecos». Aclaro que ese pedazo de tierra al que cataloga como parte de Marruecos es territorio usurpado al Sahara Occidental en 1975, luego que España abandonó a su colonia.
Desde el punto de vista del reino alauí cualquiera podría asumir entonces que los saharauis tienen libertad para protestar contra las desigualdades a las que son sometidos por el gobierno de ocupación. ¿Entonces por qué la gendarmería marroquí impide que el agua, los alimentos y las medicinas lleguen a los campamentos? ¿Por qué ametrallar a personas que se quieren sumar a la manifestación y no deja que los medios de comunicación lleguen hasta allí para reportar lo que sucede?
El diario español El País alega que Rabat «se debe de avergonzar de ese "clima"», pero sus argumentos son muy suaves para condenar, pues según un comentario que recoge, el régimen de Mohamed «no permite a los periodistas observar» de cerca lo que sucede en Agdaym Izik. Su preocupación es la embestida de Rabat «contra la prensa española». En ningún momento precisa que de lo que realmente se debería abochornar Marruecos es por ocupar a su vecino durante 35 años y usurparle los recursos naturales. Quizás sería mucho pedirle a un diario que en una ocasión llegó a publicar un cuadernillo publicitario sobre Marruecos que reconocía que reconocía al territorio saharaui ocupado como parte del territorio marroquí.
Pero bueno, amén del verbo suave de El País, lo cierto es que muy pocos reporteros —no solo españoles— han podido introducirse en Agdaym Izik, y lo han hecho a través de todo tipo de subterfugios. ¿Dónde está entonces ese «estado de derecho» del que tanto habla Rabat? ¿Por qué teme a que los medios de comunicación introduzcan allí sus micrófonos y cámaras?
Pues, porque contar y explicar con justeza el drama saharaui, es para Marruecos brindar un «enfoque sesgado» que según las propias palabras del canciller Taieb Fassi Fihri, sobredimensionan las tesis de quienes Rabat considera como «los agresores» de su «integridad territorial» (la pertenencia del Sahara).
Por ello, expulsaron a la cadena Al Yazira, a la que el Ministerio de Comunicación marroquí acusa de «irresponsable», poco objetiva, de alterar la imagen de Marruecos y perjudicar los intereses superiores (la usurpada territorialidad) y minimizar logros de Rabat en materia de «democracia» y «derechos humanos».
Marruecos roba al Sahara, criminaliza a los independentistas y los tortura en sus cárceles —aunque su lucha sea pacífica—; levanta un bloqueo militar y policial contra 25 000 personas que demandan justicia en Agdaym Izik, dio permiso durante el mandato de Bush para que la CIA torture en cárceles secretas instaladas en su territorio, construye campos de minas antipersonales y búnkeres en el muro que levantó para dividir al Sahara —y que muchas muertos ha causado—…y a pesar de toda la barbarie, quiere que los medios hablan de un «clima de libertades». Hay que ser desfachatado y tener la cara dura…

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